Resilience (Stony - Peppgy)

Capítulo Final Parte 1:

"NO PREGUNTAR, NO DECIR (don't ask, don't tell)"

ACEPTACIÓN

"Os aseguro que alguien se acordara de nosotros en el futuro"

-Safo de Lesbos

Era 1993 y poco tiempo antes de graduarse, un joven de cabellos negros y energía vibrante y aventurera había decidido que quería ver el mundo antes de comenzar a trabajar. Juntó cada centavo del poco dinero que tenía y viajó a Oriente con ayuda de sus contactos en el ejército. Listo para que aquel viaje lo ayude a realizar su tesis.

Observaba todo como un niño en una dulcería, las arma, los uniforme, depositaba tanta concentración en los objetos a su al rededor que el ruido de los disparos y explosiones ni siquiera le molestaba. Cerca de donde habían estacionado el vehículo que lo trajo hasta allí, la más recóndita base militar de Afganistán, unos soldados practicaban tiro y junto a ellos estaba su instructor, un joven sargento alto de cabellos rubios bajo una gorra para el sol. Lentes oscuros y mal genio. Era atractivo y reía con una sonrisa cegadora cada vez que algún aprendiz le daba en el blanco. La vista del pelinegro se quedó paralizada en aquel campo de tiro.

-¿No quiere unos tapones, señor?- preguntó un soldado que lo acompañaba en su recorrido sacándolo de sus pensamientos.

-No, estoy bien- tuvo que elevar la voz para responder y lo siguió hacía adentro de una de las tiendas de campaña con la vista perdida en el campo de tiro en todo momento.

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24 de diciembre, actualidad:

María Collins Carbonell Stark era una mujer con una resaltante obsesión por la limpieza. Su persona era de carácter pulcrísimo, nunca hacia o decía lo que no debía, bajo esas políticas prácticamente vivía callada. Ella comandaba el orden y la administración de su hogar sin importar cuantos empleados contrate para dichas tareas. María participaba activamente de la empresa de su esposo, aunque Tony dudaba de que estuviera enterada de los negocios ilegales, la mujer administraba todo lo administrable y limpiaba todo lo que se pudiera limpiar, de formas que rayaban lo compulsivo.

-¡Margaret, te pondrás un maldito vestido, niña!- gritó la mujer desde el salón principal, lugar donde solían realizarse eventos de enormes magnitudes, a pesar de que en las Navidades los únicos presentes siempre eran los cuatro Rogers y los cuatro Starks.

La familia de María llegó a América junto con la gran ola de inmigraciones del siglo pasado, su padre había muerto de enfermedad en el barco que los transportaba y su viuda madre había encontrado la oportunidad de casarse por segunda vez en suelo americano con un empresario muy rico como único modo de heredarle una buena vida a su hija, al final, la mujer había muerto años más tarde. Howard había perdido el contacto con sus parentescos desde hacía ya varias décadas y se preocupaba muy poco por retomarlo. Esto ayuda a comprender porque las navidades de la familia Starks eran tan solitarias.

María tenía un solo problema con su hija: no era exactamente lo que ella quería y no hacia exactamente lo que ella deseaba, comprensible teniendo en cuenta que el sentimiento proviene de una persona con una necesidad casi fisiológica de controlar todo a la perfección y mantener todo ordenado a su imagen y semejanza.

Peggy refunfuño. Vestía un traje de dos piezas azul marino y una camisa blanca, su figura se remarcaba con elegancia. Su madre la miraba de reojo con las manos ocupadas con servilletas de telas de distintos colores, Jarvis se hallaba parado a su lado, incómodo y de vez en cuando revoleando los ojos cuando María no lo estaba viendo y, en el proceso, le hacía caras chistosas a Peggy y la chica intentaba no reír delante de su madre para no delatar al hombre.