Capitulo Final Parte 2:

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Algún otro presente iba a decir algo, seguramente preguntar el significado de los escritos de Sor Juana, pero Pepper y Joseph estaban teniendo un dialogo muy íntimo y silencioso. El general no era estúpido, por lo contrario y aunque Howard siempre lo había opacado, era muy listo, tal vez demasiado. Así que solo se paró y arrimándose por sobre la mesa, dio con su palma extendida en la mejilla de su hija, causando los gritos de todos los presentes excepto los de la pelirroja, por su puesto.

-¡Joseph!- gritó Sarah tomándolo por los hombros.

-¡Dime que quieres! ¡Dime que quieres de mí!- gritaba el hombre desbocado mientras la contraria intentaba encontrar palabras- ¡Te di todo! ¡A ti y a tu hermano!- Sarah sentó a su esposo de nuevo en su silla y Pepper copio aquella acción mientras Steve le revisaba la zona que había recibido el golpe.

-Vete al demonio, soy lesbiana y ni siquiera sé porque intento tener tu aprobación- murmuro la chica mientras probaba por primera vez su helado ya semi-derretido.

-Aja...- Peggy empezó a hablar pero al tener la boca llena tuvo que esperar un poco. Joseph tenía ambos ojos en las manos, ya completamente salidos de sus orbitas, a la morena le causaba tanta gracia ver al hombre en aquel estado que no desperdiciaría ninguna oportunidad para empeorarlo aunque eso le cueste su propia mejilla- y es mi novia- agrego sonriente haciendo que su suegro voltee, pero se olvidaba de un factor:

-¿¡Qué!?- chillo Howard escupiendo helado al mantel, única acción que había captado la atención de María, la cual hasta el momento se la había pasado tecleando con el móvil escondido bajo la mesa, como si el salón fuese la escuela y ella una alumna incumpliendo el reglamento. Ahora mismo estaba preparada para regañar a su marido por ensuciar el mantel con chocolate, pero entendió todo el desorden del lugar justo a tiempo.

-¿Qué ocurrió?- preguntó a su esposo.

-Ella... Peggy... a Peggy...- Howard señalaba a la chica pero no atinaba a completar ninguna oración, Margaret reía a carcajadas.

-A Peggy le gustan las niñas- completo Pepper, que alzaba la copa con helado y se la apoyaba en la mejilla sonrosada.

-Y los niños- agrego la morena sonriente. Para ella todo aquello seguía siendo una fiesta, claramente- y etcétera- finalizó. Pepper le sonrío.

-¿Qué, hija?- pregunto María desahuciada desde la punta contraria de la mesa. Tony dejo caer una carcajada solo por lo divertido que había sido el tono de voz de su madre, pero atrayendo la atención hacia la parte masculina del engaño.

-¿Y ustedes qué?- preguntó Howard mirando a su hijo- ¿Eran parte de esta mentira?

-¿¡Las encubrían!?- cuestiono Joseph y Tony rompió a reír nuevamente.

-Sí, y ellas a nosotros- dijo cuándo las risas lo liberaron y pudo hilar una oración. Steve no hablaba, la sola mirada de su padre lo quemaba. Tony le sonrío, trato de buscar contacto visual y lo consiguió, Steve le respondió la sonrisa con una de dientes perfectos, así que el moreno continuo- porque nosotros también somos novios... ¡Ta ran!- hizo un deplorable intento de onomatopeya y su madre comenzó a hiperventilar, su padre lo observaba incrédulo y Joseph estaba inmóvil e ilegible, para variar. Mientras tanto... Sarah carcajeaba silenciosa, no quería saber que sería de ella si alguien la escuchara reír en una situación así.

-¡Anthony Edward Stark!- chillo Howard encaprichado, cosa que solo servía para causar más risas en sus dos hijos, y tal vez fueron los nervios, pero Steve y Pepper también comenzaron a reír en aquel momento.

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24 de diciembre de 1993, medianoche:

En su memoria el recuerdo era difuso, en un momento estaban besándose escondidos de los demás, alejados de las celebraciones, en un depósito de municiones y al siguiente recordaba no poder parar de llorar, sentirse sucio y humillado en un pequeño rincón del lugar mal iluminado observando como el general tomaba al rubio del cuello, tiraba de él hacía adelante y le golpeaba el estómago con su rodilla. El chico se quejó del dolor pero no permitió que este se vea reflejado en su rostro, levantó la vista para mirar con resentimiento a su superior, casi su única figura paterna. Le escupió sangre en las botas gruesas y pesadas y el hombre volvió a tirar de él para que se mantenga en pie y poder golpearle el rostro. La expresión del chico estaba tiesa, no mostraba ni una pizca de debilidad, en cambio, el pelinegro lloraba en su rincón, gritaba y gemía con cada golpe ajeno como si fuese propio.

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⏰ Última actualización: Dec 28, 2019 ⏰

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Resilience (Stony - Peppgy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora