Refunfuñó por enésima vez en el día al escuchar el escándalo en la cafetería, no había ningún día en el que pudiera disfrutar su comida sin que terminara envuelta en otra de las odiosas peleas de esos dos. Los demás parecían acostumbrados al bullicio de los típicos fenómenos de toda la escuela, ni siquiera se inmutaron cuando Zim lanzó un estruendoso chillido causado por el humano que le arrojó el plato de puré de papa mientras corría por todo el lugar.
Simplemente era insoportable.
A unas mesas de ella, la hermana del humano yacía tranquila jugando en su videojuego, se preguntó cómo es que lo lograba, hasta que entrecerró los ojos y vio que la chica usaba unos dispositivos auriculares inalámbricos, probablemente escuchando música que amortiguaba la predecible pelea que se llevaba a cabo a metros de ella.
Lanzó una mirada al par que forcejeaba por obtener un objeto que sinceramente no le importaba qué fuera, aunque momento antes escuchó que se trataba de algún
arma que Zim probablemente inventó.
No podía creer la estupidez de su contraparte irken, simplemente parecía ajeno a su estado en el imperio. Al igual que ella, Zim fue exiliado mucho antes de que ella volviera al planeta, pero por alguna razón, él sí continuaba armando planes para conquistar la Tierra.
Cansada del mismo tema, se levantó llevando su bandeja y vaciando el contenido en el bote de basura más próximo. Aunque no necesitará alimento y lo hiciera más que nada para disimular, ciertamente había perdido el apetito.
Salió de la cafetería, no sin antes escuchar un par de intercambios amenazantes entre Dib y Zim hasta que la puerta se cerró. Estaba molesta y cansada de tener que vivir de esa manera, ella no se merecía tal trato, sino fuera por ese idiota ahora mismo sería considerada una invasora de elite, pero justamente perdió su oportunidad al irse del planeta Mugre, pues apenas volvió a Irk fue encerrada en prisión, donde pasó varios meses hasta escapar. Al regresar a la Tierra por venganza descubrió dos cosas, Zim era un idiota total que no valía la pena y que no podía volver a Devantis ni a ninguna parte del territorio irken nunca más, por lo que entonces se vio obligada a vivir en ese planeta.
Si bien Zim intentó vencerla un par de veces, sus planes estaban llenos de inconvenientes y en general eran inútiles, a eso se sumaban los intentos de Dib por atacarla, aunque éste último se rindió al ver que no era una amenaza. Y Zim estaba demasiado ocupado peleando con Dib para ponerle atención a lo que hacía ella, que si bien nos era malvada, igual le arruinaba los planes a ambos por diversión de vez en cuando.
Pero hoy no era uno de esos días, en es preciso momento deseaba poder tener un lugar pacífico aunque fuera por el resto del descanso escolar hasta que regresara a sus clases, que desgraciadamente algunas compartidas con Zim o con ambos. Las clases donde ellos dos estaban con ella eran las peores, pues constantemente competían y peleaban por todo, incluso ella pensaría que es agotador hacer eso todo el tiempo, ¡y eso que era una invasora! El caos estaba en sus venas, exiliada o no.
Resopló exasperada con todo el tema y se concentró en encontrar ese ansiado lugar tranquilo. Revisó varios salones a su paso, pero la mayoría tenían estudiantes almorzando o estaban cerrados. Estaba a punto de rendirse cuando observó un letrero al lado de una puerta.
'Biblioteca', leyó mentalmente. ¿No eran esos lugares en los que los humanos archivaban documentos? Había ido un par de veces cuando sus asignaciones escolares se lo pedían, pero nunca había pensado pasar el tiempo en ese lugar. Aunque si lo pensaba mejor era el lugar menos probable en el que encontraría a Zim o Dib, así que tomó el riesgo.
Al entrar fue recibida por una mujer detrás de un escritorio revisando algunos libros, había varios estantes y cerca había mesas para estudiar o leer sin ser interrumpido. Sus ojos viajaron hacia el letrero que decía 'prohibido hablar', 'silencio'. Y una sonrisa asomó en la comisura de sus labios.
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Pasatiempo
FanfictionDespués de su regreso a la Tierra y de aceptar su condena en el exilio. A diferencia de otro irken fastidioso y obstinado, Tak se resigna a asistir a la escuela superior, sólo para pasar el tiempo y de paso aprender las extrañas costumbres de los hu...