Capítulo 9

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Hace 6 años—





Yoongi


Me sentía nervioso, apenas podía mantenerme quieto en el auto.

Por fin habíamos vuelto a Seúl.

De tan solo pensarlo hacía que mis manos sudaran.

En cuanto llegamos, salí del auto sin dar explicaciones a mi padre que me miraba como si fuera un loco.

No me importaba.

Corrí a toda velocidad hacia esa casa blanca, quería llegar lo más rápido posible, pero cuando me encontré frente a la puerta me detuve en seco.

¿Qué le diría?

No lo sabía, ni siquiera lo había pensado hasta ahora. Supongo que le diría lo que siento, aunque pensarlo sonaba más fácil que hacerlo.

Suspiré y toqué la puerta, unos golpes suaves, de seguro Jimin estaría en la sala viendo la televisión mientras comía una rebanada de pizza.

Solo imaginarlo me sacó una sonrisa...

...que se borró al pasar los minutos.

No respondían y parecía que no había nadie en casa, lo cual me extrañaba más, la familia Park no era de salir mucho debido a la situación de la madre de Jimin.

Espero que ella esté bien.

Hace tiempo que no he tenido noticias de ellos, aunque era de esperarse, mi padre me quitó cualquier contacto con el exterior.

Los minutos pasaban y comenzaba a ponerme histérico.

Así que hice lo primero que pasó por mi mente, usar la llave de repuesto que está bajo la gran roca junto a la entrada.

Esto podía clasificarse como allanamiento e invasión de morada, pero era su llave y eso no me importaba, tenía un mal presentimiento.

Logré abrir la puerta, y lo que vi solo aumentó mi temor e histeria.

Nada.

No había absolutamente nada.

Todo estaba vacío, cada cuarto, cada habitación.

Sentía cómo se cortaba mi respiración y mi corazón se aceleraba.

Estaba en la habitación de Jimin, se veía igual de solitaria y vacía que las demás, con la diferencia de que estaba pintada con un color azul celeste, no blanca como las otras.

Y claro, esa cosa negra en el suelo.

Me acerqué para ver qué era, y esto lastimó más mi corazón.

Era la pulsera que le di a Jimin cuando nos habíamos conocido.

Nuestro para siempre.

Cubierto de polvo, abandonado y desgastado.

Los ojos me picaban y ni siquiera sentí cuando las lágrimas ya estaban resbalando por mis mejillas.

Me senté en ese cuarto, vacío, al igual que mi corazón.

Mis sollozos se hicieron más ruidosos y mis gritos más fuertes, porque él se había ido.

Quizá nunca lo volvería a ver.






¿AMIGOS? ¡NUNCA! ➸yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora