Capítulo Siete.

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James tomó de la mano a Nathalia, pararon de comer, se vieron uno al otro, y Nathalia tomó la palabra.

- Tines que aclarar todo esto.

- ¿Te refieres a que tengo que aclarar los cosas con Tom?

- Eso creo.

Terminé el desalluno, me ofrecí a lavar los platos, y luego de eso, me despedí.

Era curioso como once años de amistad podrían destruirse en un segundo. Y ahí estaba yo, caminando en un largo pasillo de hotel, sola y pensando. Por un momento recordé a la feliz pareja de hace un momento; Dios, Nathalia y James tenían una hermosa rutina, rutina que irónicamente era la misma que yo tenía con Tom, claro que Tom y yo eramos como hermanos, o al menos eso creía antes de la noche anterior.

No sé cómo, pero llegué a la puerta número 29, saqué la llave y entré. Mientras yo lloraba lamentandome, al parecer mi mejor amigo había estado viendo una especie de maratón de How i met your mother, vaya, nuestra serie.

- Tom - grité.

Caminé hacia la habitación, las sábanas estan bien compuestas, y la ropa ordenada.

- Tom, ¿Estas aquí? - grité de nuevo.

- Aquí - dijeron trás de mi.

Vaya suerte la mía, Tom recién salido del baño, con el torso desnudo.

- Tápate - le tiré una camisa.

- ¿Algún problema?

- Sí, ahora tápate, o te taparé yo.

- Hazlo tu misma - vaya idiota - Ven aquí - Coloqué su camisa en sus hombros y la abotoné.

- ¿Ya soy libre? - preguntó al ver que había terminado.

- Supongo.

- Gracias - se acercó a mi.

- Si - susurré mientras mordía mi labio inferior.

Tom acarició mi mano, y luego me hizo acercarme a él, susurró algo como te amo o te deseo, no me importó.
- Alto ahí.

- ¿Qué? - se alejó.

- Vístete, tenemos que hablar - caminé hacia la puerta, la abrí y salí.

Me senté en el sofá del living, apagué la televisión, y recosté mi frente en mis manos. Todo esto, no estaba bien, lo sabía y presentía que no iría a acabar bien. Pensé una y otra vez lo que había dicho en un momento James: rense, ustedes dos son la perfección, ustedes se complementan; ¿Perfección?, ¿Complementan?, eramos amigos, habíamos sido hechos para eso. Las rutinas con Tom eran exelentes, las salidas a comer, los sábados de pelìculas, los viernes de comer hasta morir, los domigos de almuerzos familiares eran simple y sencillamente perfectos; sólo que eramos perfectos siendo lo que eramos, amigos.

Last NightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora