febrero 7

5 1 0
                                    

En otro de mis tantos días comunes de escuela, estaba con Gerardo

-Ya wey, ya no estés así, ya pasó una semana
-Duramos 2 años y un mes, ¿crees que puedo superar la ruptura de un día para otro?
-Obviamente no, pero ¿Y tú amor propio?

Ignoré sus palabras, dejando aún así que retumbaran en mis oídos, mientras yo revisaba por tercera vez en la mañana las conversaciones, tratando de averiguar en qué momento había fallado por completo algo

-Ya me enfadé -Dijo quitándome el móvil
-¿¡QUE HACES!? -Dije gritándole e intentando quitárselo de las manos
-Te estoy haciendo un favor -Dijo queriendo eliminar la conversación
-¡NO! ¡No tienes la autoridad de hacer éso! Devuélvemelo -Dije arrebatando por fin mi móvil
-Te estás haciendo un mal, sólo mira cómo te tiene, no has provado bocado en días, vienes toda despeinada y con ésa sudadera llena de mocos, no limpias los tenis, no te lavas las cara, no duermes... ¡Sólo mira tus estúpidas ojeras! ¿Crees que está bien? Con una mierda, a él no le importas, ya se acabó, y no lo necesitas para estar bien, porque no entiendes de una buena vez que si él te quisiera, o necesitara de tí, ya hubiera regresado, pero no, ése cabrón ya está bien, conoce gentes, eres jóven y bonita, no te estanques, te quiero de vuelta
-Cállate
-Porque quieres que me calle ¿Porque sabes que es verdad no?
-Por favor... Cállate
-Te desconozco totalmente, y así, como él aventó 2 años tomados de tú vida a la mierda, hazlo, que vea carajo que no es indispensable, que vea que eres mejor sin él que con él, que vea que eres fuerte
-¿Fuerte? ¿Te parece que soy fuerte? Tú mismo lo acabas de decir, soy una mierda
-Yo no dije éso
-Carajo, ¡entiende! No quiero vivir para contar la estúpida historia de cómo yo estaba enamorada y él me dejó, no quiero crecer y luego contar ésta estúpida historia a lado de alguien que podría ser mi esposo, mientras reímos de lo idiota que me veía llorando por un simple amor de niños... ¡No quiero Gerardo! Porque me está matando, porque dependo de él, y sé que si así lo deseo puedo dejar de lado todo como él lo hizo, pero no se trata de éso, no se trata de mi superación a largo plazo, se trata de que duele, y no me gusta éste dolor del que soy prisionera. -Guardé silencio unos minutos para reincorporar mi respiración luego de haberme alterado tanto - Se trata de él, así que por favor, déjame vivir mi vida, déjame llorar hasta que me quede sin lágrimas, sólo déjame.

Gerardo se molestó y me dejó en el pasillo, y de nuevo recordé

*Flash Back*

-Entonces, por favor, cuando llegues a tú casa me mandas mensaje, sólo para saber que llegaste con bien, y luego de éso si no lo deseas, no me hables, ¿de acuerdo? - Dije llorando y acariciando su mejilla
-Claro -Dijo en un hilo de voz

Se dio la vuelta, y sin mirar atrás marcó su camino, al darme cuenta que se había ido sin siquiera voltear un poco, caí de rodillas, y me destrozé por completo, mientras trataba de asimilar un poco lo que estaba pasando en ése momento.

*Fin Flash Back*

-Hola -Escuché detrás mío
-Hola -Le dije a aquél chico que recién era mi amigo
-¿Cómo estás?
-Estoy bien, y tú?
-También, ven, vamos a sentarnos aquí -Dijo tomando mi mano

Caminamos y nos metimos a un salón (sección)

-Oye y..
-¿Si?
-Estuvo intenso lo que se dijeron con Gerardo
-Qué oso, ¿nos escuchaste?
-Pues sí, se estaban gritando y casi no hay gente aquí
-Espera, ¿desde dónde escuchaste?
-Desde todo
-¡Sempai!

(En realidad, su nombre era Edwin, y lo había conocido ya desde hace un tiempo, era un niño muy serio y tímido, pero tenía un corazón enorme, a demás de ser guapo)

Decirte adiós (74 Días Sin Tí)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora