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—Hay una vela bajo su corazón —sentenció el doctor, tendiéndole un sobre con sus radiografías—. Mire por sí mismo, y verá que no le miento.

2D, quien había asistido al médico por una gran fiebre que lo había tumbado en cama por semanas, abrió el sobre con las manos dudosas. Sacó la placa con las radiografía, y la miró a contraluz con desconcierto.
Efectivamente, como si fuera un mechero calentándolo lentamente, había una vela bajo su corazón.

No comprendía nada de lo que estaba pasando.

—¿Qué? ¿C-cómo es esto posible? ¿Cómo es que llegó ahí? —preguntó 2D, guardando de nuevo la radiografía, y mirando con confusión al doctor.
El doctor se quitó los lentes, y suspiró silenciosamente antes de cruzar miradas con el peliazul.
Tenía muchas cosas que explicar a este pobre joven.

—Mire, iré directo al grano. Lo que usted padece es una grave y desconocida enfermedad. Hay menos de 30 casos detectados —explicó el doctor, juntando sus manos enguantadas sobre el escritorio—. Nadie sabe porqué, pero los estudios médicos confirman que cierto porcentaje de la población mundial nace con una especie de vela bajo su corazón. Está hecha de músculo, venas, arterias, y funciona como un órgano más. Cuando la sangre bombea a través de ella, se calienta, y funciona como un combustible que enciende una chispa que calienta el corazón, y por ende, más sangre. Y por supuesto, eso es más combustible.

A continuación, el doctor se levantó en busca de unos apuntes, mientras 2D trataba de procesar toda aquella información en su mente. ¿Cómo podía algo como eso ser médicamente posible? Su corazón era un pequeño pedazo de carne en una estufa, calentándose lentamente con su propio aceite alimentando el fuego.
No entendía siquiera si eso era bueno o malo, o qué iba a ser de él después de enterarse de su situación.
Así que prefirió esperar a que el doctor terminara su diagnóstico.

El doctor regresó al escritorio con unos cuantos papeles revueltos, llenos de gráficas y dibujos. Se los mostró al cantante, y con el dedo, iba señalando a medida que explicaba.

—Cuando la sangre se calienta, no sólo afecta al corazón, sino también a todo el cuerpo —dijo, sin separar la vista de sus papeles—. Esto se manifiesta en una serie de síntomas que van desde fiebres constantes, como es su caso; aumento de la temperatura corporal hasta los 45°C, sudoración excesiva, y sensación de quemaduras en la piel. Además, en este caso en particular, parece que también afecta al color de su cabello, ¿no es así?

2D desvió la mirada un poco, y asintió confirmando los síntomas. Con sus dedos, peinó la parte trasera de su cabello, con tal de ocultar los pequeños mechones de pelo que se habían teñido repentinamente de rojo el día anterior.
Volvió a enfocar la vista en el doctor, y un tanto temeroso, preguntó—: ¿Y por qué se ha encendido la vela así, de la nada? Antes no sentía nada, era muy raro cuando tenía calor. ¿Hay cierto periodo de tiempo para que la enfermedad se manifieste, o...?

—Bueno, ciertamente la vela no se enciende sin motivo —dijo el doctor, pasando al siguiente papel—. La vela posee receptores nerviosos que se activan cuando el cerebro recibe cierto estímulo en su sistema. Cuando ya no hay estímulos, se apaga, justo como ahora que está usted totalmente sano y con una temperatura normal. Y luego se enciende cuando recibe ese estímulo nuevamente. Es bastante simple.

—¿Y cuál es ese estímulo, doctor? —preguntó 2D, sin aguantar la curiosidad. Si podía evitar lo que provocaba que su corazón se pusiera así, seguramente estaría bien, ¿no? Tenía que intentarlo.

El doctor despegó la vista de sus papeles, y con una fría y seria mirada, se atrevió a decir—: Dígame, señor Pot, ¿está usted enamorado?

2D quedó mudo, y con las cejas arqueadas con preocupación. Sin que el doctor le explicara más, supo al instante qué era lo que lo ponía así de mal.
El estímulo era el amor.

2Doc Mini Fic : HeatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora