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—Te dije que te ibas a enfermar, idiota.

—¡N-no es mi culpa! ¡Ugh! —carraspeó 2D, sobándose la garganta. Murdoc rodó los ojos, y se levantó para acercar el tazón de caldo de pollo que Russel había preparado.
Era tedioso tener que ser el enfermero personal de 2D.

El peliazul tragó saliva en cuanto vio al bajista traer una pequeña mesita con su comida lista. Trataba de aclararse la garganta, pero el ardor no se lo permitía. Estaba afónico; ronco a veces. Se arrepentía de haber comido tanto helado el día anterior... Pero es que era su única medicina.
Y ahora la tenía prohibida.

Colocando frente a él la pequeña mesita, Murdoc refunfuñó, y revolvió el caldo con la cuchara, mirando a 2D con el ceño fruncido.

—Maldita sea, Stuart... ¡Y justamente te enfermaste cuando teníamos que ensayar con Shaun Ryder! —reclamaba—. ¿Sabes cuánto le tuvimos que pagar por las molestias? ¡Te dije que no comieras tanto helado!

—L-lo siento... Agh, soy un tonto... —se lamentó 2D, con un hilito de voz rasposa. Murdoc tomó una cucharada de caldo, y dejó su expresión enojada atrás. Sentía que no debía ser tan duro con su cantante.

—No digas eso. El único que puede insultarte aquí, soy yo —dijo, y acercó la cuchara a 2D con mucho cuidado—. Ahora, come. Te hará sentir mejor.

2D miró con cierta repulsión al caldo; y no porque no le agradara su aspecto, sino porque podía ver con claridad cómo humeaba. Estaba bastante caliente. Y eso seguramente afectaría en su enfermedad oculta, pues la temperatura de su cuerpo aumentaría con sólo ingerirlo. Era bastante riesgoso.
Así que giró el rostro, y cruzó los brazos caprichosamente, negándose a meter el caliente caldo en su boca.

—No lo quiero, muchas gracias.

Murdoc arqueó una ceja, y tuvo que devolver la cuchara al plato para no derramar el caldo.
¿De verdad 2D quería hacerse del rogar?

—¿Pero qué dices? Anda, cómelo. No me obligues a abrirte la boca.

Pero 2D negó con la cabeza, y Murdoc estuvo a punto de subírsele encima con tal de obligarlo a comer. Sin embargo, el azabache logró calmarse, y respirando profundamente, forzó una débil sonrisa.

—Mira, Stu —dijo—. Si quieres cantar y ayudar con el nuevo álbum, debes mejorar. Así que no seas un cabeza hueca, y tómate el caldo, por favor. ¡Lo traje especialmente para ti, maldita sea!

Al escuchar aquellas últimas palabras, 2D sintió sus mejillas arder intensamente. ¡Eso sólo volvía al caldo peor! Negó, moviendo insistentemente su cabeza de un lado a otro. Más que para negarse, la movía con tal de que Murdoc no viera lo rojas que estaban sus mejillas.
Con voz chillona y débil, se quejó.

—¡Está muy caliente! ¡Me quemaré la boca si lo como ahora! ¡Ve y ponle algo de hielo, por favor!

—¿Qué? ¿Estás loco, Faceache? —reclamó Murdoc, tomando una nueva cucharada,y sorbiendo su contenido—. ¡Tiene la temperatura ideal! ¿Ves? ¡Ponerle hielo lo va a empeorar! Además, ¿quién en su sano juicio le pone hielo al caldo?

2D sabía exactamente que si Murdoc no se iba en ese instante, habría un incendio en su cama. Además de tener las mejillas rojas y ardientes, 2D empezaba a sentir calor en su pecho, como si alguien soplara aire caliente sobre él. El simple hecho de tener a Murdoc ahí, a su lado, rogándole porque se dejara cuidar y demostrándole que se preocupaba por él, era razón suficiente para que la vela en su corazón encendiera más y más.
Se enamoraba más de ese bastardo, poco a poco, y lo sabía.

Pidió otra vez hielo para su caldo, esperando que así, Murdoc se fuera, y él pudiera levantarse de la cama para abrir las ventanas y encender el ventilador. Porque si no hacía algo para detener la flama de su interior, empezaría a sudar...
Pero Murdoc seguía insistiendo en quedarse a su lado.

Molesto, y harto de aquel comportamiento infantil, a Murdoc no le quedó otra opción que tomar más caldo, y suspirando pesadamente, se encaramó sobre el cuerpo de su cantante.
Iba a darle el caldo de la forma más forzada —pero amable— que conocía.

—¿Dices que el caldo está demasiado caliente para ti? Bien, te demostraré que estás equivocado. —dijo Murdoc, seriamente, y acercándose al rostro de 2D con cuchara en mano. Escuchó cómo el peliazul tragó saliva de nuevo.
Por Satán, ¡las cosas que debía hacer por su cantante!

2D sentía cómo la rodilla de Murdoc se apoyaba al lado de su pierna, amenazando con otra quemadura. Se aferró a las sábanas, y desvió la mirada. Pero entonces, una de las manos de Murdoc le tomó del rostro, apoyando su barbilla en sus dedos, y elevándola ligeramente, puso la cuchara entre el rostro de ambos.
Su ardiente mirada hacía sentir a 2D que sufriría de una combustión espontánea. Y vaya que no se equivocaba del todo...

—Come. Por favor —pidió Murdoc, y sopló ligeramente sobre aquel caldo, echando su aliento cálido en la cara sonrojada del peliazul—. Hazlo por mí, ¿sí?

2D empezó a sudar. Cerró los ojos con fuerza, adolorido por las pequeñas quemaduras que sentía cerca de su boca y nariz. Era el aliento de Murdoc el que lo lastimaba de esa forma.
Sabiendo perfectamente que debía alejarlo lo más rápido posible antes de que su rostro se derritiera como una vela, abrió la boca, y engulló el caldo enseguida.
2D jamás pudo ver la sonrisa pequeña y complacida que Murdoc había esbozado mientras él tragaba aquel remedio casero.

En cuanto el líquido pasó por su garganta, abrió los ojos, y apartó a Murdoc con una mano en su pecho, envidiando que aquel se mantenía frío, normal... Sano.
Era detestable.

—Sigue estando caliente.

Murdoc hizo una mueca ante el comentario, y se alejó de 2D, llevándose el plato consigo. Frunció levemente el ceño, y le mostró el dedo medio, dejando la comida sobre el buró.

—Pues ahora te jodes y te lo comes cuando sea un puto cubo de hielo.

2D estuvo a punto de devolver el insulto, pero en cuanto trató de enderezarse, el calor de su cuerpo lo hizo perder el equilibrio, y con ello, estuvo a punto de caer de la cama.
Afortunadamente, Murdoc se dio cuenta de aquel movimiento, y logró sostenerlo justo a tiempo. Sujetándolo por los hombros, olvidó su enojo, y le miró con preocupación.

—Hey, ¿qué pasa? —preguntó, y apoyó su mano sobre la frente de 2D, antes de que éste agitara la cabeza y lo apartara de ahí. Sorprendido, Murdoc miró lo rojo y débil que estaba su cantante.
El veredicto era obvio.

Fiebre de 40°C.
Incluso más.

Murdoc puso sus manos sobre las mejillas calientes del peliazul, quemándole sin saber, y le miró con indiscreta dulzura y amabilidad.

—¡Oh, estás ardiendo!

—¿Ah, sí? No lo sabía... Idiota —replicó 2D, sarcásticamente. Después, se alejó de Murdoc y dijo—: Te dije que estaba muy caliente. Y no me hiciste caso.

El azabache resopló, pero no se quejó. Pensando en qué hacer para bajar su temperatura, posó su mirada sobre una toalla doblada dentro del armario.
La idea llegó tan pronto como los bomberos a un incendio.

—Creo que un baño te hará bien. ¡Iré a preparar la tina! —anunció.

2D abrió los ojos con cierto temor, y en cuanto Murdoc abandonó la habitación para entrar al baño, se levantó de la cama como pudo, y corrió a abrir las ventanas.
Inhaló el aire fresco, tratando de apagar el incendio cerca de sus pulmones, y exhaló casi jadeante, creando un hirviente humo con su boca.

Lo que faltaba... ¡Su corazón ya latía como el de un colibrí de sólo pensar en que Murdoc iba a darle un baño!
Se abanicó con la mano, y trató de regular sus latidos pensando en otra cosa que no fuera Murdoc.
Pero era inútil.
Su corazón ya estaba empezando a achicharrarse de sólo recordar su nombre.

¿Siquiera iba a sobrevivir ese día?

¿O su corazón explotaría al fin en la bañera?

Prefirió no saber.

Y en cuanto escuchó a Murdoc regresar a la habitación para anunciarle que estaba listo el baño, 2D se estrujó la camisa deseando jamás haber sabido de aquella horrible enfermedad, ni de cómo su corazón iba a perecer entre llamas.

Porque, lamentablemente, el agua no siempre logra apagar los incendios...
A veces los enciende más.

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2Doc Mini Fic : HeatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora