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Take Away—The chainsmokers

Ares

Caminé lentamente por la N Evergreen Avenue, una vía no tan transitada, al menos a esta hora. Había dejado mi auto estacionado a un par de calles, de lo cual me arrepentí apenas di un paso afuera. El calor era abrasador, como comúnmente sucedía en Los Ángeles. Aunque quizás solo estaba exagerando, sobrevivía bajo esta temperatura todo el tiempo, solo era una de mis formas de expresar mi descontento con todo lo que me rodeaba.

Era la fecha, ese día en específico era dificil, aunque antes solo Lee se daba cuenta, ahora estaba Adrian, quien también era consciente de esto. Y hasta cierto punto me entendía, no lo hacía de manera intencional, era la fecha. No me gustaba en lo absoluto.

Llevaba un ramo de rosas blancas en mis manos, quienes estaban acompañadas de un temblor a causa del nerviosismo. Detuve mis pasos al llegar a la entrada tomándome un momento para leer el letrero que señalaba el nombre del lugar, tratando inútilmente de retrasar el momento de entrar.

Evergreen Cemetery

Respiré profundamente antes de entrar con un nudo en la garganta. Odiaba este lugar, odiaba lo que me hacía sentir, odiaba revivir todo ese puñado de tristes y traumatizantes recuerdos, pero era algo que afrontaba desde hace casi nueve años.

Cada año un poco menos doloroso que el anterior, con los recuerdos cada vez más borrosos, pero con su nombre grabado como un tatuaje.

Continúe con mi lenta caminata hasta la sección indicada mirando la punta de mis zapatos. Apreté los puños a causa del nerviosismo. Había pensado durante todo el camino lo que diría. No estaba segura de que decir, tampoco de si iba a escucharme. Independientemente de lo que creían algunos, yo elegía no aferrarme a ninguno de esos conceptos así que no me desgastaba pensando demasiado en eso. Solo iba a decirle lo que pensaba y eso sería todo, una pequeña parte de mí que creía que me escuchaba estaría aliviada después de todo, y con eso me bastaba.

Empujé una pequeña piedra con mi zapato, la cual rodó y se detuvo a menos de un metro de mí, pero esta acción me hizo por fin levantar la vista divisando a una figura alta, vestida completamente de negro y con unos ojos verdes brillantes que ya conocía.

Él frunció el ceño al verme y yo lo imité. Volteó a ver la lápida y luego a mi haciendo que algo en su cabeza conectara y todo tuviera sentido, pero en la mía no había una explicación lógica que excusara su presencia.

Él cerró los ojos mientras murmuraba algo que no entendí. Bajé la vista hasta el lugar al que me estaba dirigiendo percatándome de un ramo de flores. Ni si quiera estaba segura de que tipo eran, no me gustaban las flores.

—¿Cómo conociste a mi hermana? —pregunté evitando acercarme más, y una sensación extraña llenó mi pecho.

—Éramos amigos— y fue después de esa respuesta que todo tuvo sentido.

—¿Eras ese amigo? — pregunté aun dudando de querer saber la respuesta—¿Por el que mi hermana escapó? —él no respondió y solo desvió la mirada, pero eso fue más que suficiente.

La presión en mi pecho se hizo más fuerte dificultándome respirar. Los ojos comenzaron a arder debido a las lágrimas que comenzaban a acumularse.

—Es tu culpa—concluyo en un susurro—Es tu maldita culpa.

—No es cómo estás pensando Ares— la mezcla de emociones que estaba sintiendo nubló mis sentidos, porque no me di cuenta del momento en el que Cameron se acercó obligándome a dar un paso atrás—Alice y yo...

—Cállate—ordené con una voz que ni yo misma reconocí. Y por primera vez hizo lo que le pedí, al menos por un momento. Mi cuerpo había comenzado a temblar mientras cada uno de esos malos recuerdo pasaban en mi cabeza repitiéndose como si no hubiera fin—No vuelvas a llamarla de esa manera—ni si quiera lo miré a los ojos, la ira comenzaba a carcomer mi sistema. Odiaba cuando eso pasaba, perdía el control y eso no era bueno, pero por primera vez solo lo dejé fluir—No mereces si quiera llamarla por su nombre—poco a poco fui levantando la vista hasta llegar a sus ojos que como siempre, no expresaban nada—No mereces si quiera estar aquí y hacerte llamar su amigo.

Lo vi dudar por un segundo y eso solo me enfureció más.

—No fue mi culpa—apreté los puños a mis costados luego de escuchar aquello, ni si quera estaba segura de que me lo aseguraba a mi o a el mismo.

Patético.

—¿Qué parte no fue tu culpa? —el control que había estado conservando se fue a la mierda, di el paso que había retrocedido hace un momento—¿Estrellar el puto auto o escapar después de hacerlo?

Él me miró ligeramente asombrado. Esperé una respuesta, pero él solo apretó la mandíbula. Quería golpearlo, maldita sea, jamás había tenido tantas ganas de romperle la cara a alguien como en este momento.

—¿Qué sucede maldito idiota? —una sonrisa llena de ironía ocupó lugar en mi labios—¿Creíste que no sabía?

—Nadie vio...

—Yo lo vi —lo interrumpí con un tono amargo—Lo único bueno que podemos decir de esta ciudad del demonio es que tiene ojos en todas partes—vi como fruncía el ceño analizando cada palabra que había dicho—¿No lo habías pensado Cameron? —su nombre en mi voz sonó extraño, me parecía asqueroso y despreciable.

—Claro que lo pensaste—concluí—Te cubriste la cara, ¿No es así, maldito infeliz?

¿Cómo se atrevía?

¿Cómo se atrevía a aparecer siendo el culpable de que mi hermana, mi mejor amiga ya no estuviera conmigo?

—No lo sabes todo Marshall—replicó a la defensiva

—Se lo suficiente —respondí en el mismo tono

Luego de haber salido del orfanato investigué todo lo posible, fui a cada lugar donde quizás podría encontrar una mínima pista del culpable, y ahora lo tenía en frente. Y la misma sensación de cuando vi por primera vez el video del "accidente", estaba de vuelta.

Quería hacerle sentir al menos una parte de todo el dolor que sentí cuando me arrebató a mi hermana. Quería verlo destrozado, rogando que lo que le ocurriera fuera solo un sueño. Quería que estuviera tan arrepentido que deseara no haber nacido. Quería hacer tantas cosas y a la vez no podía.

—No, porque si lo supieras no estarías culpándome.

—Entonces a quien debería culpar — mi voz temblaba de la rabia, la impotencia y la sensación horrible que se apoderaba de mi cada vez que recordaba a mi hermana.

Lo vi dudar antes de responder y lo odié aún más.

La diferencia de alturas era realmente notable, pero estaba tan enojada que ni si quiera me molestó el tener que echar la cabeza ligeramente hacia atrás para verle la maldita cara de culpa que cargaba.

—Lárgate Cameron—no fue una petición, fue una orden cargada de odio—Lárgate.

No lo pensó mucho antes de obedecer. Caminó pasándome, por un lado, cerca, tan cerca que estuve a punto de levantar mi mano lo suficiente y...

Maldición.

Respiré un par de veces para calmarme, para que mi cuerpo dejara de temblar y las lágrimas que se habían acumulado en mis ojos se desvanecieran.

—De todos los malditos idiotas en Los Ángeles—pasé las manos por mi cabello con una ansiedad desbordante— ¿Por qué diablos tuviste que elegirlo a él?

¡ALERTA! BADBOY EN PELIGRO [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora