Arreglé el vestido del maniquí, asegurándome de que no estuviera arrugado y lo volví a colocar suavemente en el escaparate. Mi esposa y yo habíamos estado regentando una pequeña tienda de ropa del estilo “Lolita”; a mi esposa le encantaba todo acerca de este estilo. Desafortunadamente, ella había fallecido el año pasado y ahora yo seguía aquí, continuando su sueño. Sonó la campana y me volví para ver a mi mejor cliente.
“Hola, señorita Alice.” Le sonreí a la joven sobre la silla de ruedas. “Antonio.” Reconocí a su padre quien la empujaba, tenía las manos cruzadas en el regazo y miraba a su alrededor, siempre tenía esa mirada indiferente en la cara. Ahora que lo pienso, nunca la he visto sonreír, ni siquiera después de todos estos años. Ella nunca hablaba, Antonio dijo que era porque era demasiado tímida. Tenía un vestido azul con volantes en los extremos de la falda y las mangas eran bonitas e holgadas. Su cabello oscuro caía a la cintura y siempre estaba alisado con dos lazos blancos que se aseguraban que parte de su cabello quedará atrás, realmente parecía una muñeca.
“¿Te gusta este, cariño?” Se arrodilló, tirando del vestido púrpura que tenía delante de ella. Ella asintió con la cabeza y él cogió el vestido en su talla y se lo colocó sobre el brazo. Siguieron comprando y la mayoría de las veces ella mantuvo la cabeza agachada; a los 30 minutos Antonio se acercó con 10 vestidos colgados sobre su brazo, “Nos llevaremos todos estos Furly.”
Comencé a marcarlos en la caja registradora cuando de repente Antonio chasqueó su lengua, “Oh, olvidé mi cartera. Enseguida vuelvo.” Empezó a empujarla para sacarla fuera, así que yo bromeé:
“Antonio, ¿tienes miedo de que se escape?” Antonio me miró cansado antes de soltar una risa nerviosa.
“No, por supuesto que no, sólo será un momento.” Dudó y la miró fijamente. Juro que se sintió como una eternidad antes de que se diera la vuelta y finalmente se fuera. Al salir de la tienda, suavicé mi mirada hacia ella y quise decir algo, pero me mordí la lengua, honestamente no estaba seguro de qué decir. Sus ojos finalmente se elevaron a los míos y le sonreí suavemente, pero no había vida en ellos. Me armé de valor para formular una pregunta.
“Alice… ¿eres feliz en casa?” Ella no contestó y esperé unos momentos más sabiendo que Antonio regresaría en cualquier momento. “Alice… ¿te sientes segura en casa?”
Sus ojos se abrieron de par en par y finalmente vi algo de vida en ellos por primera vez. Todo su comportamiento cambió, sus ojos se llenaron de miedo y sus labios temblaron. Esperé y ella abrió la boca, sus labios todavía temblando, para revelar que le faltaba la lengua.
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Historias Terror Y Leyendas Urbanas
TerrorEstas historias no estan hechas por mi, su creación es anónima y doy gracias a los autores por hacerlas tan interesantes.