Mal De Amores.

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Hola! Hola! ٩(^ᴗ^)۶

Esta es mi canción favorita ლ(・ヮ・ლ)

Bueno, de nuevo aquí subiendo otro capítulo pero es que Septiembre ya casi acaba y aún me faltan otros tres capítulos más! (ಥ﹏ಥ)

Espero que disfruten la lectura tanto como yo disfrute escribiendo (づ ̄ ³ ̄)づ

—0—

[Te quiero con gran pasión, tu amor ha sido mi sueño...

No me mates la ilusión de llegar a ser tu dueño...

Quiero saber de tu amor y que Dios me lo permita...

Que el mal de amores que tengo solo tu amor me lo quita...

Dime porqué vida mía ¿No me dices ya que si?

Si no hay momento del día, que no esté pensando en ti...

Porque hasta sueño despierto que me quieres con pasión...

Dime porque vida mía ¿No me das tu corazón?...]

...

Atsushi estaba considerando seriamente, muy, MUY seriamente irse a vivir con Kunikida. Si se sinceraba consigo mismo tenía que comenzar a admitir que hacer caso a las palabras de Dazai, más en concreto: Seguir ciegamente las ideas de Dazai, le estaba costando su integridad física, y puede que también la mental. El menor sujetó el mástil de la guitarra con descomunal ansiedad, mordiendo sus labios para tratar de mantenerse calmado mientras Dazai preparaba el escenario a su alrededor. Ambos se encontraban debajo del balcón de Ryuunosuke, nuevamente.

El albino todavía no se recuperaba del todo del golpe que recibió de parte de Ryuunosuke durante la segunda serenata, de ese evento ya habían transcurrido tres noches, y a su castaño amigo no se le ocurrió mejor idea que volver a intentarlo pues, a exactas palabras del mayor: "¡La tercera siempre es la buena! Arriba esos ánimos pequeño Sushi". Atsushi no se consideraba masoquista, en todo caso tal vez pecaba de ser bastante ingenuo, pero definitivamente seguir cayendo ante las palabras del mayor lo hacía parecer un tonto.

Kunikida ya se lo había advertido hasta el hartazgo:

Después de haber despertado por completo de la inconciencia en la que se había sumido debido al golpe, el albino no se salvó de recibir un regaño kilométrico por parte del rubio. Dazai estaba desparramado en el piso, al parecer Kunikida alcanzó a golpearlo tan fuerte que lo dejó un poco muerto en el suelo de la librería. Atsushi se sujetó la cabeza con gesto adolorido, lo único que deseaba era comer muchos platos de chazuke y volver a dormirse hasta olvidarse de su fracaso y de su corazón roto. Ryuunosuke lo rechazó de nuevo.

—¡Y más te vale no volver a escuchar las estupideces de este desperdicio de ser humano! —El de lentes señaló al castaño despectivamente, pasándole al albino una nueva bolsa de hielos para que se colocara en la cabeza. —Tuviste suerte de que la maceta fuera de plástico y no de barro o en estos momentos estaríamos en tu funeral.

—Tampoco lo golpearon tan fuerte, no seas exagerada mamá gallina. —Dazai levantó el rostro del suelo solo para sentir la dura suela del zapato del rubio reventándole la nariz.

—¡Tu cállate! ¡Cállate o juro que lo próximo que caerá sobre tu hueca cabeza será una de las estanterías! —El rubio siguió pisando la cara del castaño ante la atenta mirada del menor, el escándalo que ambos mayores hacían solo acrecentaba el pulsante dolor en su cráneo.

—¡No! ¡En la cara no! ¡Chuuya aún debe casarse conmigo y no me va a querer sin mi belleza inigualable!

—¡Le estoy haciendo un favor a Chuuya al deshacerme de ti, desperdicio andante!

Serenata a la luz de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora