¿Recuerdas cuando estábamos enamorados?

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¿Recuerdas tus lunares?

Fue en el viaje escolar. Hacía mucho calor, aún siento la ropa pegada a mi cuerpo después de que me lanzaran al lago sin piedad.

Me alejé de la muchedumbre adolescente en busca de tranquilidad, encontrando algo mucho mejor: a ti. Estabas acostado en el césped, con tu pierna izquierda encima de la derecha y tus manos bajo la cabeza. El sol te daba directo en la espalda desnuda y tú solo te limitabas a dormir.

Me pareció raro mirarte dormir, intenté volver por donde había venido, pero el crujido de una rama debajo de mi pie te despertó. Con tu hermosa voz ronca me invitaste a recostarme a tu lado. No voy a negarlo, cualquier plan contigo era una aventura para mí. Al estar tan cerca tuyo noté la cantidad de lunares que tenías en la piel, sin aviso previo comencé a unir todos y cada uno de ellos con mi dedo frío y goteante.

Provoqué que tu piel se erizara y tu sonrisa me fuera dedicada. Tú provocaste mil sentimientos dentro de mí que no pude convertir en palabras en aquél momento.