¿Recuerdas cuando estábamos enamorados?

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¿Recuerdas el brillo del rocío?

Aún estabamos en el viaje escolar, y mis amigos no dejaban de hacerme bromas, como esconder todas mis zapatillas. ¡Me dejaron caminando descalza solo con medias y me mandaron a juntar ramas para la fogata! Toda la mañana había estado lloviendo y el césped estaba lleno de rocío.

Te diste cuenta de la situación y te ofreciste a ir en mi lugar, todos se quejaron de que era mi turno y no pudiste llegar a un acuerdo. No te importó. Me cargaste en tu espalda para que no me mojara y salimos a buscar ramas secas para la fogata. Fuimos solo nosotros dos unos minutos y se sentía de maravilla. No parábamos de hablar y decir tonterías para que el otro estallara en carcajadas.

Hacerte reír se había convertido en mi cosa favorita en el mundo, pues tu sonrisa calmaba todas mis intranquilidades. Es una lástima que esa misma sonrisa haya provocado otras tantas inseguridades.