Capítulo 8

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"La amistad no puede ir muy lejos cuando ni unos ni otros están dispuestos a perdonarse los pequeños defectos."

Jean de la Bruyere

Que lindo irme y no verles mas las caras!"

O eso pensaba en ese tiempo.

Me considero una persona muy rencorosa, tan rencorosa que hay veces que me doy cuenta y me siento mal por ser así.

Luego de que nos mudamos, pensé en tener una vida tranquila, nuevos amigos, nueva escuela, nueva casa, nuevos aires. Mi cumpleaños número quince estaba cerca, y no quería fiesta, más que mi familia y mis amigos de la zona. Solamente pedí una notebook, era todo lo que quería.

Recuerdo que, a pesar de la nueva escuela, no era muy buena en químicas. No tenía ganas de aprender químicas.

Y así pasó el tiempo hasta que mis quince años llegaron. Estaba muy emocionada, ¡por fin iba a cumplir los hermosos quince años!

Mi papá llegó de viaje, ya que era camionero, y me trajo un regalo que mis "amigas" me habían mandado. En ese regalo había una carta. En esa carta me decían lo mucho que me extrañaban y me querían. Al final de ella un: gracias por todo, perdón por mucho.

Con eso, mi corazón se ablando, tanto odio y rencor acumulado... Eso me hizo cambiar de pensamiento.

Pero, era mi cumpleaños y no pensé en eso. Quería pensar en mi cumpleaños y lo bien que iba a pasarlo con mi familia y amigas. Fue maravilloso, pijamada, mucha comida, regalos hermosos y las personas que más amaba estaban presentes. No podía ser mejor.

Después de todo, comencé a pensar en ellas. Y sí, no podía ser tan rencorosa. Yo también les hice daño, no era un ángel caído del cielo.

Después de todo, eran mis amigas.

Mis amigas desde pequeñas, mis amigas con las que he crecido, mis amigas con las que he aprendido, con las que he pasado demasiados momentos hermosos, cada vez que estábamos juntas siempre reíamos y llorábamos.

¿En serio unos pequeños errores me iban hacer odiarlas por el resto de mi vida?

Sí, quizás ciertas situaciones no se justifican, pero al fin y al cabo eran humanos, como yo. Hay ciertas situaciones que tienen sus límites, pero si mal no recuerdo, ellas no lo habían pasado al límite.

Entonces hice un cambio en mi mente y me dije a mí misma que debía dejar ese rencor atrás, eran(y lo siguen siendo) mis amigas, mis hermanas.

Si seguía siendo así de tonta, entonces amigos no iba a tener nunca, tampoco aprendería de los errores y sería una persona sin los pies sobre la tierra.

Con ellas aprendí el valor de la amistad, lo que significa tener un amigo. Ellas estuvieron en las buenas y en las malas conmigo.

No podía quejarme.

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