Pucca.

4.1K 354 69
                                    

El sabor de sus dulces labios. 

Pucca se encontraba en las nubes mientras servía fideos en el restaurante. Esperaba verlo hoy,  esperaba que él olvidara su vergüenza y entrara por la puerta. Pucca sabe que sería algo formidable para su querido ninja hablado de manera sentimental.

Ella más que nadie sabe lo que valiente que es,  sin embargo, no lo es si hablamos de cosas un tanto intimas aunque eso está por cambiar.  La ha besado,  él le siguió el beso causando que Pucca flotara de amor cada vez que ese evento pasaba por su mente. Aunque muy en el fondo,  nunca se espero tal gesto, la había sorprendido. Una sonrisa apareció en su rostro a imaginar a Garu.  Sabía que su mente debe ser un terrible desastre por el momento. Solo se dejó llevar por su corazón, olvidando así su razón, todo lo contrario por lo que tanto caracteriza  su amado. 

¿Por qué era tan difícil meterse en su corazón? Garu era un enigma andante,  pero al parecer ella veía el verdadero Garu.  Por eso ella no veía a nadie más de esa manera,  ¿cómo podría?  Si ella veía en Garu el ser más hermoso.
No había nadie tan perfecto,  y era una lástima que nadie lo viera,  ni siquiera él. 

Garu,  su Garu era hermoso.  Su amor. 

********

Terminando su turno,  decidió hacer algo por Garu.  Quería verlo pero por el bien de su amado no lo haría, en cambio,  Pucca pensó que quizá y él moría de hambre,  sabía que él no era el mejor cocinero;  por eso siempre había cereal en su almacena.

Como un favor personal,  Dada se encaminó al bosque de bambú.  Encontró la pequeña cabaña de Garu,  al parecer no se encontraba nadie ahí por lo que dejó la cesta con la comida en la entrada y salió disparado de ahí. 

Mientras tanto,  Garu se encontraba tratando de meditar, tratando de encontrar la calma y la paz.
Mio lo miraba del otro lado del campo,  hasta él sabía que su amo estaba tan enamorado como él de Yani,  la gatita de Pucca.   Garu respiraba el aire fresco del bosque,  se repetía una y otra vez que debía recuperar el honor de su familia,  él no podía darse el lujo de de besar a su acosadora.  No,  imposible. 

Pero ya nada servía.  ¡Pucca no sé quitaba!  Parecía una montaña que ni con los rechazos, ni con nada se quitaba. De tantos hombres, ¿por qué él?  No lo entendía,  no comprendía porque él era tan especial para su hermosa acosadora. 

Cansado de intentar meditar,  se levantó de su sitio y caminó rumbo a su casa.  El aroma de los fideos hizo despertar su hambre pero por más que quería probar aquellos fideos no podía ver a la cara a Pucca,  aún no estaba listo para ver eso ojos que le preguntarían mil cosas.  No podría con eso,  pues ni siquiera él sabe que responder a sus propias preguntas en cuestión a lo que ella ha remarcado en todos eso años: lo nuestro. 

Le temía a esa mirada.  Sabía que para Pucca, ese beso fue la gota que derramó el vaso. Ahora ella sabía que su corazón al fin tenía dueña,  y esa dueña no era nada más ni nada menos que ella. 

Tenía miedo.  Si se dejo llevar en esa ocasión,  ¿quién le aseguraba que eso no volvería a pasar?  Y aunque no quería aceptarlo,  la cuidaba sin que ella supiera.  Él tenía una tarea,  por eso él se había instalado en Sooga,  por el maestro.  Solo él le ayudaría a restaurar su honor. 

Pucca se había convertido en su peor enemigo.  Oh, Pucca. 

En la entrada de su puerta se encontró una cesta con fideos.  No se quebró la cabeza para saber de quién era, la metió a su casa y sacó todo lo que contenía. Una deliciosa tarta de fresa,  un plato de fideos y una nota.

"Querido Garu. 
Espero que te guste la comida,  la hice especial para ti.

Te quiere,  Pucca."


Genial, ahora tenía que agradecerle. Sabía que podría inorar ese gesto pero desde hace años se le hacía imposible.  Después de todo,  él era un caballero.  Comió eso fideos de manera tranquila,  no tenía mucho apetito de cereal. 

Iría al pueblo a buscar a Abyo,  él le ayudaría a encontrar una respuesta.  Después de todo,  él era su mejor amigo pero el gran riesgo era que le contara algo a Ching.  Como su novio no sabia si le ayudaría ese secreto. 

Suspiró una vez más. 
Después de ese beso no había calma en su consciencia.  Su ser estaba dividido pero estaba seguro que quería probar eso labios. 

"Oh Pucca, ¿qué me hiciste?  ¿A caso no ves lo importante que es para mí recuperar mi honor?  No me das muchas opciones. 
Correr ya no funciona,  ignorarte tampoco, fingir que odio tus mimos menos.  ¿No puedes entender eso? 
¿Por qué te empeñas en un ser muy callado y reservado?" Pensó.


*******

Tomó la daga,  no se cansaba de verla.  Era una preciosa daga.  Quizá y era el momento de hacer su última misión. 
Garu no sé sentía preparado,  pero tampoco quería reprimirse para besarla aunque le costara toda su zona de confort. 
No sabía si irse de Sooga para seguir tranquilamente con su entrenamiento y volver cuando haya restaurado su honor.  No sabía si seguir igual como hasta ahora.  No sabia que hacer. 
Ella lo dejaba sin muchas opciones. 

Estúpido honor. 
Estúpida conciencia. 
Estúpido corazón. 

Oh Pucca.  No puedo estar contigo,  ahora no. 

Holaaaaaa. 
He vuelto xd espero que les guste. 

¡Nós leemos pronto! 

Mi tímido ninja. (Garucca)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora