Debilidad.

3.4K 293 20
                                    

El dulce sabor de sus labios.

El sulce sabor de su mirada.

El dulce sabor de sus manos tocando con delicadeza su rostro.

Pucca no hacía otra cosa más que divagar por todo el restaurante, soltando muchos suspiros que enamoraban a los comensales y a sus tíos, deseando tener alguien que los ame igual que Pucca amaba a su amado Ninja.

No podía creer que Garu, su terco, hermoso y valiente enamorado se abriera con ella de tal forma de dejarla sin palabras. Él era tan perfecto.
Aún recordaba el encuentro con sumo detalle, lo revivia una y otra vez en su mente. Era lo que la mantenía cuerda, lo que evitaba que fuera a esa pequeña casa en el bosque de bambú y se lanzará contra él, con miles de besos y abrazos, con tantos mimos que sólo serían para el ninja y nada más.

Suspiro una vez más ragañandose a sí mimas. No podía y  no debía ir a esa casa, sería su mayor perdición.
Además, su amado estaba trabajando duro para poder restaurar su honor y así, poder hacer realidad ese futuro que le prometió después de besarla.
Suspiró una vez más, tenía que salir a hacer una entrega de los famosos fideos, no quería salir, pero era su trabajo y no importaba como se sentía, tenía que cumplirlo.

Durante el camino trato de poner los pies sobre la tierra, no era nada sano pensar tanto en el ninja. Por suerte, los fideos eran para Santa, la villa navideña estaba lejos y aprovecho para despejarse y esperar nuevos pensamientos. Como siempre, santa habló aunque Pucca no le prestó mucho atención, después de que Santa pagara, se retiró sin más.

Durante el trayecto de regreso al restaurante se encontró con Abyo, aunque éste tenía un semblante algo preocupado. Se encontraba con un gran ramos de flores, que supuso que era para su mejor amiga. Se acerco a él en forma de pregunta.

— No es nada, Pucca. Sólo que Ching se enojó porque me resgue la camisa sin querer en frente de unas chicas. ¡Pero juro que no fue con intención!

Pucca solo negó con la cabeza, Abyo era muy despitado, pero apesar de eso, era una muy buena persona que amaba a Ching. Solo le dio una pequeña palmada en el hombro, como un pequeño aliento y consuelo. En el fondo, sabía que Ching lo perdonaría. No duraba mucho enojada con él, total, uno nunca puede estar enojada con la persona que ama durante mucho tiempo.

Siguió su camino, era un bonito día sin duda. Mañana sería su día de descanso, ya tenía algunos planes, pero antes de hacer algo quería comentarlo con Ching, al fin de cuentas ella es la única que le da consejos razonables y ve que todos traten se ganar.  Camino un poco más, sin embargo, pudo notar que algo entre las sombras de los edificios se movían. Por un momemto pensó en Garu, pero descartó la idea al instante.
Garu no haría eso, era demasiado tímido.

"Pero qué extraño, supongo que se debe de tratar de Tobe. Sería lo más probable, pensando que desde ya hace mucho tiempo no tiene una rabieta ridícula con Garu" Pensó Pucca.

Pero ¿por qué la vigilaban a ella? Sabía que no le podían hacer algo, ella los superaba en todo ámbito. Les golpearía el trasero a cada uno de ellos sin el mayor esfuerzo. Pucca, un poco confundida, opto por sacarlos de su sucio escondite y sacarles la sopa, de esa manera le serviría como pretexto para ver a su amado, además de alertarlo por cualquier cosa que Tobe quisiera hacer.

Dando un gran salto, se puso en guardia y como si de un rayo se tratara empezó a golpear a los ninjas, noqueandolos de un solo golpe. Miro a todos ellos, y se sorprendió al ver que sólo se encontraban los peones de Tobe, ¿dónde estaba él?

— Supuse que notarías la presencia de mis ninjas, es una lástima que los hayas descubierto al instante.

Pucca miró al techo de una pequeña floreria, que por suerte se encontraba cerrada por la hora de comer. Tobe estaba sentado despreocupadamente, miraba a Pucca con cieto aburrimiento.

Ella sólo lo miró con molestia y bufo, no le agradaba nada Tobe.  Era un ser muy inmaduro y la verdad no entendía como seguía con sus ridículos juegos de niños intentado milestar a Garu con sus travesuras.

— Vamos, Pucca. Déjame jugar al ninja a mí también, digo, ya que se lo permites al idiota de Garu. Solo pido algo de equidad – escupió con cierto odio, no soportaba a Garu, aunque él no resultaba una gran amenaza para nadie, puesto que no le interesaba meterse con nadie, ecepto con el ninja de coletas. Miró a la muchacha de vestido rojo, aún no entendía porque no se rendía con Garu, después de todo él y ella no eran tan diferentes: no se danban por vencido, eran perseverante, de carácter fuertem. – Hace mucho que quería hablar contigo, pero estaba ocupado. Ahora que estás aquí, te lo diré una sola vez. Eres un peligro para Garu, si tanto quieres protegerlo alejate de él.

Con un gran suspiro, Pucca lo miró cansada. ¿Otra vez lo mismo? Desde ya hace varios meses le decía lo mismo.
¿Qué quería decir? ¿Qué sabía él que Garu y ella ignoraba? Pucca vio que Tobe se levantaba y se estiraba de manera perezosa, aunque Tobe dejó de lado sus planes "mortales" para acabar con Garu, no dejaba de estar relacionado (de alguna forma) con cualquier mal que le pasaba al Ninja.
Quería preguntarle que se trataba tanto misterio y acertijos sin sentido, pero su voto de silencio no le permitía mucho.

— Bueno, ya cumplí. Si me disculpas, tengo cosas importantes que hacer. Mándale mis saludos al ninja de pacotilla que vive en el bosque.

Pucca se quedó ahí, pensando qué hacer. Tenía que verlo, contale lo que pasó y las cosas inusuales que Tobe le ha mencionado tiempo atrás, puede que él sepa algo y si no, alertarlo. No quería que nada le pasara.

Tobe vio como Pucca giraba sobre sus tobillo y tomaba rumbo hacía el bosque. Suspiró, puede que Garu si desifre su mensaje secreto, todas las advertencias que le daba a ouca contenían un. A l final de cuentas, no tiene otra opción más que esperar a que sea así, que sea lo suficientemente listo y lo descubra, después de todo no tenía otra cosa que hacer, cualquier movimiento en falso sería un gran problema pues a él ya lo estaban espiando, y le molestaba y, fe alguna manera, lo angustiaba.

Sabía que Garu era un asocial, pero era el único que lo podía ayudar. No tenía más redio, por otro lado sus advertencias eran muy literal para Pucca, la había estado siguiendo, al igual que a Abyo. Ambos tenían debilidades muy grandes, dos chicas para ser exactos.

Se rió para sí mismo, el ninja de pacotilla había aceptado su gran debilidad aquella noche, mientras estaba escondido entre los bambús, algo alejado de ellos, para evitar que notaran su presencia. Sí, aún recordaba lo rojo que estaba al besar a Pucca, para ser sincero nunca creyó que tuviera las agallas para hacer eso, después de todo, la odiosa niña de coletas conquistó a su rival de niñes.

"Qué debilidad la tuya, Garu. Podría decirse que estás por recuperar tu honor y sé que no hay forma que aceptes la idea de una compañera de vida  si ese día no está cerca..." pensó.

Hola lectores.
¿Cómo han estadoooo? Espero que muy bien. Les traigo un pequeño capítulo, donde Tobe hace su primera aparición. Cabe aclara que el solo fastidia a Garu y compañia por aburrimiento, dejo su vida malandra atrás.

Espero que lo disfrutes.
¡Nos leemos pronto!

Mont.

Mi tímido ninja. (Garucca)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora