—¡Erwin, Levi! ¡Mis bebés!— Gritoneo una fémina de cabello castaño y ojos miel, era Hanji quién les daba la bienvenida de vecina en los pequeños apartamentos a los que Levi y Erwin se instalarían. —Tch, tendré que irme a revisar los jodidos oídos por tu culpa.— Exclamó cabreado Ackerman por recibir tan audible grito en su aparato auditivo. —Oh, vamos enano, sabes que me extrañaste.— Besó sus blanquecinas mejillas con alegría, él obviamente se asqueo con las babas dadas, sacó su paluelo y con desesperación se limpió las mejillas. —¡Ahg! Lentes de mierda, avisa... Nadie sabe donde estuvieron tus malditas jetas.— Exclamó asfixiado por aquello. —Vaya, sí que te has vuelto gruñón enano.— Dijo Zoe entre risas mientras veía como Erwin salía con su equipaje hacia la salida, pues iría a su departamento. —Oi, espérame cejon, no me dejes con la loca.— Caminó con su equipaje, sonriendo de manera ladina, pues al voltear logró que la castaña bufara con molestia al haber escuchado aquello. —Además de gruñón grosero, cuando estabas conmigo no eras así de insolente.— Cruzó los brazos negando con la cabeza. —Cuatro ojos... Eso fué hace años, no seas tonta.— Suspiró con cansancio y continuó con su camino, no debía de seguirle el juego a la fémina, pues a veces las cosas salían de control con ella, bien lo sabía.
Al día siguiente todo pasó tranquilo, él levantándose a las 7am para entrar a la ducha, limpiar la casa un poco y almorzar antes de entrar a las 8am, lo que ahora detestaba era que debía de ir lejos, no estaba cerca de los apartamentos donde se hospedaba, al lavar los trastos, dió un respingo de la sorpresa dada por su celular, estaba sonando en señal de que alguien le estaba llamando, era una molestia tener ese tono de sonido, lo cambiaría después. —Tch.— Se secó las manos y contestó, como siempre con la costumbre de no ver de quién se trataba.
—¿Hola?
—¿Ya estás listo enano?
—Sánchez, ¿Por qué lo dices?
—¿Por qué más idiota? Iré por ustedes. El mocoso me prestó su auto.
—Ja, Ja. Voy a creerlo.
—¡No te rías animal!
—Está bien, no te enojes.
—¿Su dirección?
—Dream of your heart Número 66.
—En 20 estoy ahí, se apuran.
—Sisi.Colgó el dispositivo para ir y colocarse su traje, aunque quería verse presentable el primer día, sabía que terminaría con sus pantalones de mezclilla y sus converse azul marino, aunque su director allá lo trataba de buena manera, no sabría como sería en este, se sentía algo nervioso con respecto a sus compañeros de trabajo, no sabría lo que le conllevaría esta nueva vida en Berlín, lo único que sabía, es que ni llevaba un día cursado y ya quería salir a beber una buena copa de Jack Daniel's a algún bar de su zona, luego le diría a Hanji, después de todo llevaba bastante viviendo en aquel lugar, suspiró nuevamente para salir de su apartamento, debía de hablarle a Erwin así que tocó la puerta de a lado, a los pocos segundos asomó la cabeza con total rareza.
—¿Sí?
—Sánchez vendrá por nosotros.
—¿Oh, en serio? Bueno, entonces pasa, sólo me cepillare los dientes.
—Mhm. Bueno.El azabache ingresó al lugar viendo cómo Smith había decorado su sitio, era raro, cuanto había cambiado aquel rubio para su costumbre, pues la primera vez que visitó su casa cuando novios, su habitación era bastante... ¿Varonil? Ahora se sentía raro pues al parecer Erwin cambió raramente, el lugar estaba adornado con varias fotos de cuando era niño, algunas de su familia y así, los sillones tenían fundas en color crema con los almohadones azul pastel, muy rara la combinación al parecer de Levi. —Oye cejas.— El aludido salió del baño con el cepillo dental en la boca. —¿Es mi idea, o te volviste pasivo?— Aquellas palabras hicieron que Smith escupiera el cepillo como si de algo feo se tratara, negó rotundamente mientras un rojo se aglomeraba en sus mejillas. —¡N-no es lo que crees! Sólo... Quería hacer más acogedora la casa.— El blanquecino levantó una ceja y dejó de preguntar asintiendo sólo a lo que antes había dicho, así que el más alto continuó con sus cosas levantando el cepillo dental del suelo.
Minutos después salieron del apartamento y se dirigieron hasta la planta baja, donde fuera de los apartamentos Sánchez los esperaba bebiendo de su muy amada cantimplora, sí que le importaba una mierda al mayor beber de esa exasperante manera.

ESTÁS LEYENDO
Acerca del amor
RandomYa viví miles de decepciones en la vida, ya no quiero saber más del amor y sus virtudes, pues lo único que he conseguido, son malos sabores en el corazón. Mirando más detenidamente el rostro tan bien formado del chico, tenía unas no tan espesas ceja...