Acerca del amor

Jack Daniel's

Antes que nada, créditos a lolakasa por esta bella imagen.

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Dos niños se encontraban jugando en el patio, un niño y una niña, ambos de la misma edad: 4 años, Eren Jaeger y Mikasa Ackerman, dos pequeños que se tenían un gran amor mutuo, sus madres los observaban con sonrisas, mientras dos bebitos también niño y niña eran sostenidos por las otras dos mujeres que se encontraban en el lugar. Carla Jaeger, Kuchel Ackerman, Frieda Reiss y Marielle Kirstein, eran amigas de la escuela, las cuatro mujeres se juntaban a cada domingo, sólo para hablar acerca de qué había hecho la otra.

—¿Que dices tú Carla?
—Pues... Nada realmente, trabajo duro para Eren.
—Lo sabemos, te apoyamos en lo que necesites.
—Gracias Kuchel.

Todas sabían del asunto que sostenía la morena de ojos miel, pues su marido había fallecido cuando su pequeño sólo tenía un año, las tres mujeres siempre le daban su apoyo, aunque ella negara en veces, agradecía tener amigas tan tercas, pues ellas estuvieron en tiempos bastante difíciles. Así como con Kuchel cuando perdió la custodia de su bebito Rivaille, lo podría estar teniendo ahora como Frieda y Marielle, pero su madre era una malvada y su padre jamás creyó en lo que decía, por esa razón sólo Mikasa estaba con ella.

—Pronto se acerca el cumpleaños de Eren ¿Le haremos algo?

Preguntó Frieda mirando a su amiga, estaba bien visto que los cumpleaños de aquellos niños siempre los organizaban entre las 4 así que ya no se podría considerar enigma lo que pasaba realmente. —Pues, creo que esta vez no será.— el grupo de mujeres hicieron una cara sorpresiva acompañada de un ahogo gutural. —¿Porqué?— Preguntó Marielle. —Es porque... Quiere una consola de videojuegos, no creo tener para la fiesta, además él lo entendió y me dijo que prefería el videojuego que la fiesta.— Exclamó la fémina de trensa al hombro. —No importa, Kuchel, Marielle y yo, le haremos la fiesta ¿O no?— las aludidas asintieron con determinación a las palabras de Frieda. —Chicas, no deberían de molestarse. — Dijo Carla avergonzada. —¡Nonono! ¡No es ninguna molestia!— Exclamó Kuchel.

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[Eren Jaeger]

Desde niño siempre he sido amado por mi madre y a las mujeres que considero mis tías, aunque... No quisiera llamar a Kuchel tía del todo, pues a mi muy corta edad, juré proteger a Mikasa, su hija, pues desde que la conocí mi mundo se ha colmado de más alegría, nunca hemos podido estar separados por más que quisieramos, siempre a la par, desde maternal hasta en la escuela, aunque dos de mis amigos no estaban de acuerdo, Jean y Historia, pues Historia me quería y Jean estaba enamorado de Mikasa, pero muy poco nos importaba la niñes, pues al llegar a la secundaria, fué cuando todo se tornó diferente, Jean ya no me hablaba e Historia siempre trataba de estar a lado mío, aunque a Mikasa le molestara. Nos hicimos novios muy pronto, nadie lo sabía sólo nosotros, eramos tan unidos que era obvio, así que las envidias afloraron junto con nuevas amistades, Armin, un chico rubio que se convirtió en mi mejor amigo. Apenas y tenía 13 años, era una edad maravillosa para estar felíz y gozar de la adolescencia, más bien, para gozar de la vergüenza, pues los cambios se venían fuertes, yo comencé con mi musculatura y Mikasa... Estaba volviéndose voluptuosa, culpa de eso ya que me metí en muchas riñas por defenderla, siempre había idiotas pervertidos que querían rosar las manos con sus partes privadas.

—Ya te dije que no te metas en peleas.
—Intentaron tocarte. No quiero que lo hagan, esos bastardos calenturientos me las paga- ¡Ouch! ¡Carajo!
—Ya, no te muevas.

Ella siempre curaba mis heridas, aunque siempre me regañara por defenderla, pero era lo que quería hacer, porque realmente no me gustaba como le faltaban al respeto. —Sabes Eren, ellos no tienen algo que tu sí.— Dijo colocándome la gasa en la frente. —¿Que es?— Pregunté mirándola. —Mi corazón, eso ellos nunca tendrán.— Tomé su cintura y la besé, ella era todo lo que necesitaba. —Eres mi caballero oscuro, eso no lo cambiará.— Había algo que al final comprendía, las chicas odiaban a mi novia por el simple hecho de que nunca podrán ser como ella, linda, atenta, amable, además de tener un extraño gusto por las cosas sobre naturales, los chicos la llamaban loca, pero bien que querían meterle mano, eso era lo que odiaba.