- ¿Y que se supone que tengo que agradecerte? Gracias Dawel. Por romperme y a hacer de mis pedazos migajas. Gracias. Fue sarcástica y fulminante. Su carácter se había endurecido. Y Aún estaba molesta. Tenía porque estarlo.
- Dame las gracias después de que te muestre esto. Fui por mi portátil que estaba en el desayunador. Sabía que este día llegaría, y todo estaba listo para que Ethel se enterara de lo que hizo su madre para que nos separáramos. Y lo que pasó después.
- Hola. Dijo Ximena entrando con unas bolsas. ¿Tú debes ser Ethel MacPhee? Mucho gusto. Le extendió la mano. Ella correspondió.
- Así es, y usted es Ximena King. Un placer, mi asistente me dijo que le insistió mucho para hablar conmigo, y me disculpo estaba ocupada, le pedí que me dejara su información y los detalles del lugar que iba a remodelar, cuando vi que era este lugar no pude rechazar su oferta.
- ¿Enserio? ¿Por algo en especial? Dijo Ximena.
- Sí, este lugar deberían derribarlo y hacerlo de nuevo. Está fuera de moda. Sé que lo dijo para herirme. Pero ya veremos.
- Hola, amor. Saludé a Ximena con un beso en la boca.
- Hola bebe. ¿Por qué estás así? Dijo.
- ¿Así como? Respondí
- En toalla. Arqueó una ceja.
- Cierto. Es que cuando la señorita MacPhee llegó estaba saliendo de la ducha. Y no quise dejarla sola.
- Tan lindo como siempre. Cualquier chica mataría por hombre así. ¿Tú qué opinas?
- Si, seguro que sí. Solo Ximena no notó su sarcasmo, y es que ella solo sabe de la mujer que marcó mi vida, que escribí varios de mis libros inspirados en ella, pero no ponía sus características o si nombre. Eso solo tenía que ser para mí.
- Bueno yo terminaré de prepararme. Tengo que pasar por la obra y luego iré a la forma de libros. ¿Irás?
- No me la perdería. Ethel deberías ir con nosotros, seguro te gustaran sus libros.
- No la molestes con eso. A lo mejor tiene más cosas que hacer. Dije.
- Él tiene razón. Pero puedo hacer una excepción. En lo que tú vas a la obra nosotras acordamos los cambios que se harán aquí. Así podemos ahorra tiempo.
Lejos de molestarme que fuera a mí firma de libros, me encantaba la idea, que se enterara de que ella era mi musa, aunque dudo mucho que se haya interesado por mi vida en todo este tiempo, no lo hizo hace tres años, ahora tampoco sería así. Pero la interrogante es, ¿por qué iría? No me gusta mucho esa parte. Y más que ahora no puedo leerla. No sé qué pasa por su cabeza.
- Bueno, entonces yo voy a terminar de cambiarme.
- Está bien.
Vestí casual, saco negro t-shiert blanco y unos converse bajitos, vaya estilo el mío. Pero bueno cuando la encargada de seleccionar mi ropa se toma unas vacaciones debo aprovechar.
- ¿Vas en tu carro o con nosotros?
- En el mío, los sigo. Dijo Ethel.
- Amor, mejor ve a la obra y nosotras vamos adelantándonos a la librería. Así cuando llegues estará todo listo.
- Está bien. Vayan con cuidado.
- Te amo bebe.
- Yo a ti. No vemos allá. Hasta entonces señorita MacPhee.
- ¡Me puedes decir Ethel!
- No, prefiero que sea así. Nos vemos en media hora.
Me fui por el camino más corto, pero el tiempo estaba en mi contra, el radio tocaba canciones clásicas, esas que no he dejado de escuchar estos años. Esos álbumes de Ricardo Arjona donde estaba todo lo que sentía, podía gritar esas canciones y nadie se daría cuenta que era lo que estaba sintiendo en ese momento. Ahora vuelven a sonar, y con cada melodía, y frase, me encuentro una vez más con esos recuerdos, con Ethel, todo lo que pasó después.
Ahora que no volvimos a ver tengo que saber si tomé la mejor decisión.
Entré a la obra, revisé unas cuantas cosas, tuve que regañar a algunos de los empleados. Estaban desperdiciando material. Y no me gusta que hablen mal de mi trabajo.
En fin, pasé por Daniel, mi pequeño Dan. Y fuimos a la librería. Había mucha gente. La fila llegaba hasta la esquina. Tuve que llamar a Benjamín para avisar que había llegado. Estacioné mi auto, tomé a Daniel en los brazos. Y entré como pude.
Muchas gritaban que me amaban, que si quería ser su esposo y esas cosas que suelen gritar las chicas cuando admiran a alguien.
- Mami, mami, dijo Daniel y le fue encima a Ximena. En la cara de Ethel se notó la impresión. Se puso tensa.
- Amor te extrañé mucho. ¿te portaste bien amor? Dijo Ximena
- Si, mami. Mira lo que me dieron. Sacó una estampita de estrella de su bolsillo y se la mostró.
- Felicidades, amor, luego me cuentas más.
- Papi, ¿ella se parece a la de la foto? Señaló a Ethel.
- No, no es ella Dan.
- Xime, ¿dime que trajiste mis lentes?
- Sí. Aquí tienes.
- Dawel Williams, pero tú eres imposible de ver. Dijo benjamín dándome un gran abrazo.
- Benjamín viejo amigo. – tú no te quedas atrás.
- Ya está todo listo. Puedes comenzar cuando quieras, y espero después tengas tiempo para tu amigo.
- Claro. Debemos ponernos al día.
A veces creo que soy feliz. Como cuando estoy con mis amigos, riendo a carcajadas por una cosa que alguien hizo. Pero entonces el día se hace noche, y mi sonrisa despreocupada se convierte en una inexplicable tristeza, grabada en mi cara como un tatuaje. Y me acuesto pensando en todas las cosas que me gustaría decir, en todas las cosas de mi vida. Y es en esas noches que me doy cuenta de que soy varias cosas.
Soy triste y soy feliz, soy y extrovertido, rebelde y tranquilo. Pero sobre todo me doy cuenta de que estoy vacío desde aquel día en el cual te marchaste.
Te marchaste, te machaste por mi culpa, por amarte, por ser tan idiota y dejarte ir, por creer que estarías mejor sin mí.
Dawel Almonte Jorge
Acá les dejo. espero disfruten estos capítulos, publicaré mas seguido, LO PROMETO!
Hasta ahorita...
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Cuatro Estaciones Entre Tú y Yo
RomanceEstamos llenos de amor, algunos fríos con un destino que dice que el verano los tocará, algunos cálidos buscando la frescura del invierno para compartir lo que llamamos otoño, otros arden, son fuego y solo buscan con quien arder, fuego con fuego, y...