—Hay una extensa área gris, muy —alargó la palabra a extremo caricaturesco, derivado de la pura y llana exasperación— extensa, en ese deseo...
—¿Es una extensa área gris o eres un gnomo chaparro con delirios de genio omnipoderoso, incapaz de hacerme un príncipe?
¿Y quién no se exasperaría con semejante amo?, un idiota creído a quien lo petulante se le cruzaba con lo mujeriego y suicida, al grado de inclinarlo a imaginar que, pasando de vagabundo a la realeza, encontraría a una linda joven dispuesta a suicidarse con él.
Aun para un genio todopoderoso como Chuuya, valiente y fuerte, resistente al encierro de miles de años en una diminuta lámpara, aguantar a dicho imbécil —¡que se gastó dos deseos en, literalmente, molestarlo con estupideces!— era tarea imposible.
—Entonces —Dazai se acercó—, ¿eres el genio, o el mentirosito que no me puede hacer un —remarcó— príncipe?
—Bien —soltó ahogando su frustración en un trago de aire—, amo, le haré un príncipe. Frote la lámpara para su tercer, último e inmodificable deseo.
Emocionado, Dazai se apresuró a frotar y ordenar, sin sospechar de la sonrisa maliciosa de Chuuya... Y es que hay una extensa área gris en "hazme un príncipe", una que pensaba aprovechar el inmortal picado por la arrogante y molesta actitud del mortal.
¿Cumpliría su deber?, ¡claro!, y le daría un servicio excelso, detallista y cuidadoso en extremo ¡al hacerle al mejor de los príncipes!
El secreto está en los detalles, de lo contrario se concede una amplia cantidad de libertad creativa al orfebre del deseo, en particular si se le saca de quicio.
De esa manera Chuuya hizo al príncipe ideal, en cuyos brazos Dazai despertaría cada día de su jodida existencia, guardándose las ganas de deleitarse con su expresión al ir apareciendo el hombre de tez clara, cabello negro con mechones blancos al frente y ojos grises.
Dazai sonrió.
El genio no podía obligar a alguien a enamorarse, sí podía crear a alguien para él. No era lo ideal, iba casi contra las reglas, se alejaba de lo noble o la concepción usual del amor, torciéndose a lo artificial. No importaba. Por años soñó con su príncipe sin encontrado. ¿La solución al problema?, si no existía, lo crearía. Simple. Complejo. Desesperado.
Fingir ser un molesto mujeriego evitó que el genio le pusiera peros a su imprecisa petición, orillándolo a ceder a su impulso por desquitarse. Plan desesperado y arriesgado. Si el príncipe no resultaba ser el de sus sueños, no le quedaría de otra que resignarse a morir solo.
—Dazai-san —la primera frase del Príncipe impactó en el corazón que pensaba muerto.
Partido de la risa a sus espaldas, seguro de su venganza, el genio desapareció regresando junto con la lámpara a su morada en lo profundo de la tierra.
En los ojos del Príncipe, en su reflejo, Dazai entendió que, si bien el origen del hombre era artificial, al tomar su mano adquiría una dimensión real que sostendría su corazón para ser felices por siempre.
Su tercer deseo se cumplía más allá de la imaginación.
La magia no obligaría a alguien a enamorarse. El amor fraguaba en un latido la magia para comprometerse a enamorar a ese Príncipe, a ser digno del Príncipe de sus sueños.
—Ryunosuke —lo nombró.
. . .
Aclaración:
Esta idea la tuve desde que vi el live action de Aladdín (2019), así que cuando la ganadora del drabble pidió uno fluff, pensé: "¡Es la hora!".
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Esperanza
FanfictionReivindicación, redención y renacimiento, coloreados de lo que creyeron nunca merecer para ellos. Colección de Drabbles y One Shot. Fandom: Bungo Stray Dogs / Shipp: Dazai x Akutagawa