Beso

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"A la única persona que besaré en mi vida, será a mi único y gran amor, a mi verdadero amor”, dijiste, de cara a la ventana abierta de mi habitación, las cortinas moviéndose con el caluroso viento de verano en una caricia consoladora, de espaldas a mí, el incrédulo y envidioso de quién pudiera hacerte imaginar que tú, gran Don Juan de la escuela preparatoria, sería capaz de semejante proeza.

La argolla en mi índice y mi pulgar se atasca, y en mis labios, tu beso se condensa tardío en su peso completo de la verdad, en el significado del extraño (y doloroso) regalo de bodas que me has dado mientras esperaba el llamado del padre a subir al altar.

Es Osamu, te justificaba en mi interior, reteniendo las lágrimas cuando abriste las puertas dejando que acudiera a mi compromiso. Contuve el aliento y la pena nublando el día más feliz de mi vida, a punto de casarme con Higuchi, una mujer hermosa que me ama con tal intensidad y devoción que ignora, a consciencia, que mi corazón está contigo y con ella mi deber. El deber de dar un sucesor a los Akutagawa, de continuar el linaje familiar.

El padre recita la célebre frase que he de pronunciar en juramento.

Me tiembla el corazón, se me hace pedazos el alma, y me pregunto qué tan ciertas es la promesa que hiciste en nuestra juventud.

Nunca te he visto besar a nadie.

Tus novias y novios hablan de lo excelente que eres en la cama. Ninguno se atrevería a decir que es incapaz de sacarte un beso, acto nimio en comparación a tu porte, tu pavoneo, tu perfección. Resultaría penoso admitirlo.

¿Qué tan cierto puede ser que estos años de amistad, desde la tierna infancia, fui yo el merecedor de semejante contemplación, de un amor tan grande como para no arriesgarte, y al final hacerlo; resignado a perderme?

Si me giro hacia donde tienes que estar, padrino de bodas, ¿veré tu sonrisa?, ¿te habrás marchado para no verme dar el “sí”?

Si bajo del altar, si dejo todo, ¿estarás ahí?, ¿habrá un futuro para nosotros?, ¿mis sentimientos, y lo que quiero creer que has sentido por mí, sobrevivirá más allá de la amistad a las inclemencias del amor?

Y más importante, el padre concediéndome el turno de hablar, ¿tendré el valor de arriesgarme a hacer lo que no he hecho por más de veinte años juntos?, ¿podré cruzar la línea que te atreviste a cruzar, o me quedaré ahogado en el deseo y el miedo?

¿Sigues conmigo, Osamu?, no sé qué hacer.

No sé si ir contigo o quedarme en el sitio en que sé, no te perderé jamás, siendo amigos.

EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora