Capítulo 11

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Tomé mi celular y hablé a emergencias y a la policía. Aún la escuchaba respirar, con complicaciones pero aún estaba viva.

- Renata, amor mío. Por favor no me dejes, no me abandones por favor.

Entre la obscuridad de la casa vi una sombra emerger. Era una silueta pequeña, en las manos tenía un cuchillo lleno de sangre. Dejé a Renata recostada en el suelo y me puse de pie.

- ¿Quién demonios eres? ¿Por qué le hiciste esto a Renata?

Vinieron unos sollozos antes de escuchar una voz conocida.

- ¿Me olvidaste por completo? ¿Qué tiene esa tipa que no tenga yo? ¿Qué tiene de especial esa tal Renata? Te di mi noche, te di mi amor, pensé que tú también me amabas, no dejabas de llegar al restaurante y sentarte en mis mesas. Siempre me sonreías y eras amable conmigo. ¿Qué tiene de especial ella que no tenga yo?

- ¿Ximena?

- Si, Ximena. La estúpida que se enamoró de ti.

- ¿Qué hiciste? ¿Por qué la heriste a ella? ¿Si tanto me odias lastimame a mi?

- No Josué, no sería así de fácil. Tenía que quitarte lo mismo que tú a mí, la ilusión de un amor. Y que mejor que tu Renata. La vi cuando salió de tu casa, con tu camisa puesta, no podía creer que ella había sido merecedora de dormir contigo y amanecer a tu lado. La seguí hasta aquí y sabía que esta era mi oportunidad. Toqué a su puerta y me abrió, recordó quién era y me dejó pasar para hablar del daño que me hiciste. Dijo una serie de cosas que no comprendí pero sabía que ese era el momento de matar tu ilusión. Y lo hice, si lo hice y no me arrepiento.

Reía como una loca desquiciada. Mientras ella contaba todo, la policía llegaba junto con la ambulancia. Entraron los policías, la esposaron, ella no dejaba de reír y de gritar:

- Acabe con tu ilusión Josué, ahora estarás podrido por dentro como yo.

Se llevaron a Ximena a la delegación bajo arresto. Yo me fui con Renata en la ambulancia tomando su mano y dándole fuerzas.

- ¡No me dejes Renata por favor no me dejes!

Los médicos la atendieron, hicieron todo lo posible para ayudarla pero había perdido mucha sangre y su cuerpo no lo estaba resistiendo. Entró en un coma repentino, no podían explicar qué pasaba con ella. Pasaron dia tras día y ella seguía en coma. No me despegaba de su lado, mi madre me llevaba comida y ropa para cambiarme. Los compañeros de la oficina estuvieron al pendiente de ella y de mi. Ximena fue a prisión.

Pasó un mes y el cuerpo de Renata comenzaba a deteriorarse. Los médicos me indicaron que no podían hacer más por ella y que debía tomar la decisión de desconectarla o continuar alargando su sufrimiento, era el familiar más cercano que ella pudiera tener. Me fuí a casa después de varios días en el hospital. No podía resistir esto, no podía estar pasando por esta desgracia. Tome una copa de licor, después otra y otra hasta no poder ponerme de pie. No era capaz de tomar una decisión como esa.

Sentí la presencia de alguien en casa.

- ¡Josué, no puedes continuar así hijo mío! Detente, te haces daño y me haces daño a mí.

- ¡Calla madre! Deja que saque lo que llevo dentro de este corazón roto, no puedo más, no puedo más sin ella.

Los sollozos y súplicas de su madre no tuvieron efectos en él. Josué, siguió tomando una y otra copa.

Recordaba todos los mensajes, las pláticas, sus risas, sus chinos, sus pecas y la calidez de su cuerpo junto al mío. Me dirigí al día siguiente al hospital. Había tomado una decisión, no podría seguir manteniendola en ese sufrimiento conectada a las máquinas.

Me quedé solo con ella para despedirme, tomé su mano la besé y acaricié su hermos rostro.

- Cuando te conocí, fuiste un reto para mí. Eras una simplona impetuosa. Te fuí conociendo cada vez más y vi lo maravillosa que eres en verdad. Lograste hacer que el macho alfa que era fuera dominado por ti. Pero me sentí amado jamás dominado. Sentí tus preocupaciones sinceras por mi, tus atenciones sin necesidad de esperar algo a cambio, tus miradas tiernas y sinceras. Tus caricias y tus besos han Sido lo mejor que me ha pasado en esta vida. Jamás pensé enamorarme y mucho menos de ti. Perdóname amor, si no hubiera Sido por mí, Ximena no te habría hecho daño, ella no podía comprender cómo alguien como tú me había vuelto loco de amor. Si ella te hubiera conocido se daría cuenta de la gran persona que eres. Te amo Renata, siempre te voy amar. Perdóname por no haberte dicho antes todo esto, pero tuve miedo. Siempre dijiste que no lo tuviera y me aferre a esas palabras el día que te confesé mi amor en nuestro balcón bajo la luz de la luna que fue testigo de mis palabras sinceras y de mi amor por ti. Te veré en otra vida amor y en ella no te soltaré jamás la mano y prometo no tener miedo.

Le dí un beso en la mano y en ese momento sentí un suave apretón, la miré incrédulo y ví como abría sus ojos poco a poco.

- ¡Doctor! ¡Despertó, ella despertó doctor!

Grité por el pasillo y regrese a tomar su mano, no podía dejar de llorar y mirarla. Me sacaron de la habitación y la atendieron. No podía creer que había despertado.

JOSUÉ y su historia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora