Odio. Su mente estaba llena de palabras como 'asesinato, muerte y sangre'. Quería acabar con todo esto, pero ya era tarde. Había cometido once asesinatos, pero solo nueve fueron intencionales. Lo que le frustraba era el hecho de que tal vez un día Pedro se entere de éstos asesinatos y no quisiera acercársele más. Por que a pesar de tenía planeado matarlo, amaba tan sólo un poco al castaño, o eso quería creer Martin.
—Hola Martin.— Entró matías con un paquete de papas fritas en su mano.
—Hola, ¿Y Rodrigo?— No veía a su amigo desde ayer a la anoche y sospechó que estaba con su novio.
—¿No está acá? Vine a buscarlo para ir al cine.— Así que él tampoco sabía.
—No lo ví en todo el día.— Comenzó a preocuparse, su amigo no podía desaparecer así como así, miró a Matias pero este tenía la mirada sobre un objeto en la habitación y cuando siguió su mirada se había olvidado de ocultar el arma que tenía sobre su escritorio.
—M-martin ¿Por que t-tenés un arma?— Retrocediendo lentamente.
—Tranquilo, y-yo s-solo no te vayas.—¿Que iba a decirle?— Es por si alguien entra a robar o algo así. Tenemos que reveer el por si las dudas.— Matias lo miró unos segundos.
—E-está bien, te creo.— Se notaba por su tono de voz que no confiaba del todo en las palabras de el de lentes.
—Ahora, andá a tu casa si querés, yo me encargo de buscar a Rod.— Matias se fue algo desconfiado, debía hablar seriamente con su novio.
Martín suspiró aliviado, tendría que ser más cautoso con las armas. Buscar a su amigo era más dificil de lo que creía ¿Dónde podría estar?
Lo llamó cinco veces y no contestó, le mando como cincuenta mensajes y ni siquiera los recibía. Desesperado, así estaba en ese momento. No era para nada normal que Rodrigo desapareciera así de la nada. Le tomó unos segundos sacar el lugar donde podría estar su amigo.—¿Qué sabes de Martin Kovacs?—Mirando fijamente a su rehén.
—Solo es mí amigo, no le diré a nadie que me secuestraste si me dejás ir.— Sollozó, no sabía si sería la última vez que respire. Sus manos estaban atadas con sus piernas dejándolo en una posición incómoda.
La puerta del bar fue abierta de par en par. Martin entró con un arma en una mano y apuntó.—¡Soltalo! — le gritó el de lentes al secuestrador de su amigo.
—¡Martin! ¡Tanto tiempo sin vernos! ¿Me extrañaste?— Con una sonrisa burlona en el rostro le dió la bienvenida.
—¿Por qué no soltás a mí amigo así nadie sale herido?
—¿Ya te olvidaste de nuestras aventuras juntos? ¿Te acordás de lo inseparables que éramos? Que buenos tiempos matando gente. Portadores de el romance prohibido, según algunos. ¿No te gustaría volver a esas épocas? Dejá a estos pelotudos atrás y volvé conmigo.— Agarró la cabellera de Rod, haciendo que este suelte varios quejidos.
—Ni en tus sueños, Daniel. Acéptalo de una vez, ¡No me gustás más!
—¿Es porque encontraste a otro no? ¿Te enamoraste, verdad? No te preocupes voy a averiguar quién es, y voy a hacer lo posible para acabar con él. Llévate a este maricón, no me sirvó para una mierda.— Daniel desató a Rod y lo empujó hacia Martin.
(...)
—¡Maldita sea!— Gritó furioso.
Rodrigo le observaba desde el sillón con una bolsita de hielo apoyada en la herida que tenía en su mejilla, tendría que encontrar una excusa para decirle a Matías del por qué estaba golpeado.—¿Qué le dijiste exactamente cuando vió el arma?— Su novio era demasiado sensible e inocente, por eso tenía miedo de decirle que lo había engañado sin querer, tenía miedo de que lo dejara, Rod lo amaba demasiado y no soportaría el odio permanente de Matias.
—Le dije que era emergente pero estoy casi seguro de que no me creyó nada.—Perdoname, no sé que hubiese hecho si algo te hubiera pasado. Sos una de las personas más importantes en mí vida y siento tanto ser una mierda. Ni siquiera merezco estar vivo. Ya lo comenté pero hay días en los que me odio tanto...Días en los que desearía tener a alguien que me diga 'te amo' y lo solucione. Nadie podría amar a un asesino.— Rió sin ánimo.
—Yo te amo, como amigo obviamente, pero si te sirve de consuelo estoy seguro que Pedro te quiere de esa forma y mucho. Dale una oportunidad.—
—No puedo, yo...— Martin soltó un leve suspiro.— Sólo... Necesito tiempo para ordenar mis ideas.
—Como quieras pero acordate de que a pesar de todo lo que hiciste, siempre va a haber alguien que te va a querer ¿Si?— Sonriéndole en grande para calmarlo. Martín asintió y por primera vez en mucho el que se tiró para abrazarlo no fue él.
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Fuck, lo alargué un poco más.
Agos🤬