Raúl...

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Entre los días antes a la reunión...

Esa noche estaba hermosa y que mejor que pasarla escuchando el vaivén de las olas del mar, Wilmi y su nueva amiga estaban un poco lejos de la ciudad. La naturaleza es uno de los mejores relajantes, sus sonidos sus olores, estaban sentados en la arena abrazados.

—Wilmi me trajiste hasta acá, es bello...

—Eso es para que sepas que conmigo puedes ir donde quieras. ¿Nos vamos ya?

—Lo siento no me iré contigo, mi padre vendrá por mí.

—¿Qué? Yo puedo irte a dejar perfectamente —Wilmi estaba desconcertado.

—Ya saben como son los padres, le dije que estaba aquí y mira lo que pasó.

—¿Y por qué hiciste eso? Podíamos tener un secreto ¿No?

—No le miento a mis padres.

Las luces de un carro se vieron a lo lejos. Los chicos pusieron su mano al frente de su cara. Un hombre de mediana edad, se puso de pie al lado del auto y gritó:

—¡Claudia! ¿Es en serio bebé? —Dijo su padre.

—Pa no comiences, él es Wilmi. —Claudia camino rápido.

—¿Y el señor Wilmi te trae aquí a estas horas? Me parece sospechoso.

—No señor no tenía ninguna mala intención con su hija. Un gusto conocerlo.

—Yo también fui joven niño, a mi no me engañas. Te salvas que mi hija no es como otras.

—¡Papá! —Claudia se avergonzó—¡Adiós Wilmi!

—Nos vemos luego Claudia, adiós señor.

Luego de esto Wilmi se montó en su auto, tomó su teléfono, puso música, arrancó y salió a la autopista.
Wilmi conducía de camino a su hogar. Pensaba llegar darse una ducha caliente,comer algo delicioso y al final irse a dormir. Tenían la música baja y tarareaba la canción que sonaba, sus dedos golpeaban el volante levemente.
De repente la idea de ir a aquella loca reunión pasó por su mente la desechó rápido porque suponía para él una perdida de tiempo y el tiempo era algo valioso.

En ese momento vio a una persona a la orilla de la calle, era un hombre que lucía un poco perdido. Su sentido de la amabilidad o el simple hecho de hacerse el interesante lo hizo detenerse al ver las señas que este le hacía. Antes de montarlo lo inspeccionó cuidadosamente. Vestía un traje, llevaba un maletín y su vestimenta parecía impecable. La calle estaba oscura y solo era iluminada por los focos. Sabía en su interior que si hubiera tenido otro aspecto lo hubiera montado pero lleno de desconfianza.

—¿Dónde vas? —Le dijo Wilmi desde adentro.

—Gracias por detenerte. Resulta que mi auto se dañó y pues decidí caminar para acortar un poco el camino, mi celular se descargó —Le enseñó el teléfono apagado— ¿Me darías un aventón?

—Dale, montate. Es peligroso caminar a esta hora y solo. —Wilmi volvió al camino.

—Muchas gracias en serio.

—No te preocupes, ¿Cómo te llamas? —Preguntó.

—Me llamo Ángel y tú eres Wilmi. ¿No?

Wilmi se puso un poco incómodo después de esto. No había dicho su nombre en lo absoluto.

—¿Cómo lo sabes?

—Te he estado vigilando compañero. —Vio que buscaba algo en su saco.

—¿Qué quieres decir con eso? —Wilmi bajó la velocidad.

—Son bromas chico, ¿no me digas que acerté tu nombre? —Ángel sonrió.

Wilmi detuvo el auto. No creyó que una coincidencia de esa magnitud pudiera existir. Detuvo el auto en seco.

—Sal de aquí.

—Has cometido un grave error. ¿Sabes? Si no hubieras detenido el auto me hubieras amenazando con matarnos a los dos subiendo la velocidad, tú sabes ¿no? Cómo en las películas... igual no me hubieras asustado porque no me asusta morir. Me has puesto el pedazo de carne en una bandeja de plata.

—Sal del auto. Bueno —Wilmi sacó su billetera y su teléfono— Te llamo un taxi, lo esperamos aqui y te lo pago.

—El dinero no te va a salvar Wilmi. Siempre lo ha hecho pero esta vez no. La gente como tú me asquea ¿Sabes? Comprando a la gente, jugando con sus necesidades.

Wilmi comenzó a asustarse de verdad.

—Yo no hago esas cosas.

—Te he estado vigilando... eres una basura. Lo haces con conciencia pero intentas que la gente crea que lo haces inconsistentemente.

—¿Me vas a matar o qué?

—¿Qué tal si le ponemos un precio a tu vida?

—¿Cuánto quieres? —Wilmi preguntó.

—¿Lo ves? Ahí estás de nuevo. Verte muerto vale más que millones de dólares.

—Me tienes envidia eso es. ¿No?

Ángel se rió a carcajadas.

—No jodas —Ángel detuvo la risa en un movimiento brusco, sacó un arma del saco—Ahora te quedarás quieto y ni se te ocurra gritar, bueno, no creo que alguien te escuche pero por si acaso. Y suelta el maldito telefono.

—Deja de bromear. Vamos cuánto quieres.

—Esto no es una broma, no quiero tu dinero de mierda y ahora haz lo que te digo —Ángel sacó una cuerda de su maleta— Voltéate y dame tus manos.

Wilmi lo escupió y salió del auto para correr por su vida. Ángel hizo lo mismo, no estaba dentro de sus planes ya que la calle no era tan solitaria como le gustaría. Para evitar más persecución uso la cuerda la pasó por su cuello, Wilmi se fue hacia atrás y cayó al suelo; Ángel aprovechó para jalarlo hacia la vegetación y evitar los ojos de alguien.

—Eres un estúpido —Ángel comenzó a buscar algo en su traje—¡Mierda! Deje la cinta en el maletín.
—¡Ayuda! ¡Ayuda!

Ángel no tuvo más opción que golpearlo con el arma hasta dejarlo inconsciente. Luego de inmovilizarlo lo jaló al auto dónde lo amordazó y lo puso en el asiento trasero para llevarlo a su lugar nuevo. Ahí estaban Megan y Raúl.

—¿Estás coleccionando personas o qué? —preguntó Raúl, Ángel lo ignoró.

—¡Y yo que creí que me salvarías! ¡maldito! —Gritó Megan

—Pronto acabaré con su sufrimiento no se preocupen —Ángel respondió mientras amarraba a su nueva víctima—Pensándolo bien tú te puedes morir ya.

Se puso algo en los oídos para el ruido y detonó su arma a centímetros de la cabeza de Raúl, matándolo al instante, la sangre salpicó y Megan quedó aturdida por el sonido y Wilmi despertó desorientado.

—¿Qué pasa?... ¿Dónde estoy? —Recordó lo que le había pasado al ver a Ángel, vio a megan, por último la sangre y el cuerpo muerto— ¡Oh Dios mío! ¡¡Saquenme de aquí!!

—Aquí sí puedes gritar lo que quieras. Los dejaré para que se conozcan. Debo ir por dos personas más antes de que se reúnan. Iré a ver quién está más accesible.

Luego de pensarlo por unos minutos por fin se decidió.

—Muy bien Geraldine tú serás la siguiente

Universidad de Asesinos IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora