No a las drogas

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Por más que evitaba el sentimiento de soledad no era capaz de sentirse llena emocionalmente. Sabía que estar con sus "amigos" era un escape para ella, por otro lado, no quería meterse a un mundo del cual no podría salirse después. La sociedad, su familia, el mundo le demostraba que las drogas no eran un camino bueno y que su efecto era mínimo pero su dependencia le tomaría toda su vida. Era consciente que el grupo no la aceptaría si no hacía lo que le decían, había dicho que el grupo ya no era importante para ella pero se enteró que era una mentira que luchaba por creerse.

En un intento por no sentirse sola se acercó a una chica que vio sola como esperando a alguien totalmente al azar e intentó crear un vínculo.

—Hola.

La chica se asustó.

—¿Ho...la?

—Soy Megan mucho gusto.

—Nancy, un gusto.

—¿Qué haces acá? ¿Esperas a alguien? —Preguntó Megan.

—Disculpa, ¿Eres lesbiana? —La chica se veía incomoda.

—No, ¿Tú sí?

—No tampoco. Tienes pinta de serlo...Disculpa.

—¿En serio? ¿Por qué?

—Es extraño.

—Eres muy directa —Megan se ríe— Solo quiero ser tu amiga.

—¿Tú no andabas con los que se hacen llamar "rebeldes"?

—Sí pero a veces no quieres hacer cosas, ni quieres cambiar tu forma de ser.

—De eso se tratan las tribus urbanas ¿No? —La chica hizo una cara extraña.

—¿Tú, no perteneces a ningún grupo?

—No. Me parece una estupidez querer pertenecer a un grupo cuando puedes ser tu misma, Megan. ¿Cierto?

—Sí. —Megan sabía que tenía razón.

—Me tengo que ir.

—¿Nos vemos mañana?

—Claro —Nancy hace una cara de incertidumbre— sé tú misma, no necesitas a nadie para ser feliz.

Megan sintió la soledad, la misma la impulsó a tomar a la chica del codo.

—No te vayas. Te invito a un helado ¿Sí?

—De verdad estás desesperada. Tengo cosas que hacer, ya encontrarás un nuevo grupo al cual pertenecer.

—Bueno. Mañana te busco.

—Lo que digas Megan.

Megan la soltó y la idea de volver donde su antigua amiga la inundó. No pudo resistirse y camino hacia el parque donde sabía que iban a estar. La avergonzó lo que había hecho, sintió lástima por ella misma pero eso no la detuvo para ir donde sus viejos amigos.

Al llegar se mantuvo en la distancia esperando la mirada de Lisa. Pudo notar que Raúl no estaba.
Después de unos minutos, la mirada de Luisa se cruzó con la suya, le movió la mano en señal de que se acercara, la vio venir.

— Te voy a dar otra oportunidad ¿Lista o te irás de nuevo?

—Lisa, no puedo hacerlo, dame más tiempo.

—Megan de eso no se trata, tienes que ser como nosotros si no entonces lo mejor es que te vayas. Habías dicho que te largabas ¿No?

—No fue mi intención—Lisa sacó la bolsita— Es tu momento de cambiar de opinión. Esta vez si decides no hacerlo no quiero que vuelvas a este grupo. No nos busques.

Megan se quedó pensativa. Pensó en las palabras de Nancy, pero el grupo era muy especial para ella.

—No tengo tiempo Megan. ¿Sí o no?

Megan se rascó la cabeza, miró a todos lados y empezó a caminar pateando el suelo. La brisa hacía que su pelo se pegara su cara.

Lisa comenzó a caminar.

—Espera. Por favor Lisa no quiero hacerlo pero no quiero perderlos ¿No puede haber otra manera?

—No Megan. Te lo preguntaré una vez más, ¿Sí o no?

—No quiero...

— Adiós. No vuelvas o te haremos daño. ¿Entendido?

—Espera...

Esta vez Lisa no se devolvió. Vio como se reincorporaba al grupo seguida de algunas carcajadas, sabía que hablaban de ella. Quería a Lisa, estaba segura de que ella no quería perderla tampoco pero así era su naturaleza una vez tomada una decisión no había vuelta atrás.

Se resignó. Mientras caminaba a su casa vio que un carro se detuvo y la metió a la fuerza. Todo fue muy rápido y no le dio tiempo a reaccionar.

—Megallina, Hola

—Raúl no estoy para tus idioteces. ¡Sácame de aquí! —Megan vio que eran tres incluyendo al que conducía.

—Tu gran salvadora Lisa no te quiere, me mando a hacerte mucho daño. Nadie te quiere, eres un asco. Yo que tú me mato.

—¡¿Qué?!

—Y también aún no se me olvida el puñetazo que me diste. Te haré pagar maldita. Te llevaré a un lugar que ni te imaginas por que te vamos a hacer cosas muy malas.

— ¡Eres un maricón! Necesitas la ayuda de tus amigos para hacer esto, ¿No puedes tú solo?

—Ellos querían disfrutar y los invité.

Raúl tapó su cara con una bolsa. Y la amarró de las manos.
Luego de un rato sintió que el carro se detuvo, empezó a escuchar cuando se bajaban, la sacaron a la fuerza y la obligaron a caminar.

—¡Traela idiota!

Camino unos minutos y la lanzaron, le quitaron la bolsa, fue capaz de ver que el lugar era horrible y olía mal.

—¡Ayuda! ¡Ayuda! —Megan comenzó a gritar.

—¡Callala! —Raúl comenzó a quitarse los pantalones —Ahora sufrirás estúpida.

Justo en el momento que iba a penetrarla alguien entró.

—Hola, yo quiero unirme. No diré nada si me dejan unirme.

—¿Qué dices? ¿Quién eres? —Raúl se subió el pantalón y mientras lo hacía le gritó a los otros— Hagan algo idiotas.

—No lo creo —El hombre que usaba guantes sacó un arma que se podía ver estaba silenciada— Violar a una mujer que bajo han caído he hecho cosas peores ¿Pero esto? Nunca.

—Arreglemos esto —Raúl levantó las manos— Te dejamos participar pero no uses el arma.

—Muy tarde amigo, quisiste atentar contra mi vida y eso es una ofensa muy grande.

El hombre disparó a los dos chicos en la cabeza. Raúl en su desesperación trató de huir pero el hombre lo inmovilizó.

—¿Dónde vas? ¿Tienes prisa? Creí que ibas a violar a esta mujer ¿Se te quitaron las ganas? Vamos hazlo.

—Tú, ¿Quién eres? —Pregunta Megan saliendo de su impresión— Eres mi héroe.

—No soy un héroe, no soy un Dios. Soy un Ángel... Mi nombre es Ángel, un gusto.

Universidad de Asesinos IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora