3. COMPAÑEROS 💥

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Después de tres días en los que Raoul no ha podido ver a Agoney, le dice a Nerea que se busque compañero de mesa, que él la traiciona por el moreno.

Y ella lo entiende, porque siempre hace lo mismo, y busca a Aitana para sentarse con ella y apostar como acaba la historia de su amigo. 

Agoney se queda sorprendido cuando el rubio se sienta a su lado, pero no tarda en nacer una sonrisa en su cara.

- ¿Ya te obsesionaste pibe? ¿Cuanto llevamos de clase? ¿Dos semanas? 

- No es obsesión, es solo que quiero abrirte los ojos. Y si me dejas, las piernas. 

- Los tengo bastante abiertos, la verdad. 

- Pues no estabas muy avispado el otro día, porque te echaron.

- El otro día la señora esa era una amargada que odia a la gente. - Aprieta los puños, recordando el incidente que le esta costando una semana sin móvil.

- Me pones más cuando te enfadas. - Entrecierra los ojos y se muerde el labio. 

- A ti te pongo todo el rato muchacho, estas más salido que el pico de una mesa.

- Contra la mesa también me molaría. - Sonríe, alzando las cejas y acercándose a él. - Ojalá ser tu dedo meñique del pie para que me des contra todos los muebles de tu casa.

- Aparta rubito. Que ya sé que quieres probarme, pero va a ser que no. - Pone una mano en su frente, alejándolo.

- Mira, somos compañeros de mesa, ahora ya si que no te libras de mí. Conseguiré mi propósito. - Se coloca de nuevo en su sitio.

- O te puto pillarás y me echaras la culpa. Mira que soy muy irresistible, con un polvo no te llegaría. - Alza sus cejas, estirando la espalda y mirándole con superioridad.

- Podríamos probar. - Ladea la cabeza, enseñando sus dientes en una sonrisa.

- Si fueras una tía. 

El profesor entra, y la conversación se corta ahí, anotando un punto para el moreno. 

Aunque no por mucho tiempo, pues Raoul se aburre en clase de historia y solo tiene que girarse pata mirar  a su distracción personal.

- Agoney... ¿Por qué es tan importante el Cánovas ese?

- Porque... - Le mira, y en cuanto ve sus ojos divertidos sabe que no se lo pregunta de verdad, así que suspira. - Déjame atender.

- No quiero. ¿Oye, a ti te gusta la música? - Agoney se vuelve a girar hacia él, olvidando ya la clase pues sabe que no le va a dejar tranquilo. Y bueno, él también se aburre.

- Sí. ¿Y a ti?

- También. - Le sonríe. - ¿Sabes tocar algo?

Frunce el ceño, pensando.

- Bueno, la flauta la tocaba en el cole. - Se encoge de hombros.

- Perfecto. Podríamos formar un grupo. - Se le iluminan los ojos, y Agoney no entiende. - Tú me tocas la flauta y yo los cojones.

Se echa a reír, bajito, apoyándose en la mesa y agarrándose del estómago. Y el moreno le observa aguantandose las propias carcajadas, mirando de reojo que la profesora no les vea hacer el tonto.

- Eres idiota. Seguro que encima los tocarías mal.

- Eso se ensaya. - Dice sin más, secándose las lágrimas que se le han saltado mientras reía. - No, pero ahora en serio. De que me sirve saber todo esto.

Señala la pizarra, donde un power point muestra la restauración.

- Es historia, para saber qué pasó, no volver a hacer las cosas mal...

- Yo solo quiero hacer historia contigo. 

- ¿De verdad que no te preparas estás frases? - Raoul niega, dejando caer su cabeza en la mesa.

- Es que no se me queda nada...

- Tampoco haces mucho por escuchar.

- Te crees muy listo eh. - Le saca la lengua, cual niño pequeño, y Agoney aprieta su nariz. - ¡Ay!

- Es súper mona tu nariz.

- Vaya, vaya, primera parte del cuerpo que te gusta, lo siguiente la polla.

- Yo no puedo contigo...  - Se echa también en la mesa, mirándole, y pasan lo que queda de clase hablando de todo menos de historia.

No te puto pilles 💥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora