La Chica De Al Lado

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De vuelta de la pequeña tienda a media cuadra de donde vivía, el sol estaba en su punto máximo, pasaban solo minutos del medio día, había estado sumergido desde la madrugada en aquel ensayo para la universidad, cuando el leve golpeteo en alguno de los apartamentos vecinos me hizo desconcentrar; para segundos después ver la hora y escuchar el ruido en protesta de mi estómago, obligándome a comprar víveres al notar que en mi despensa solo disponía de peperonis.

Solo restaban pasos del edificio, mas choque de frente con alguien que venía del mismo modo que yo, sumergido en su mundo…

—Lo siento — oí al segundo su voz dulce y alegre, antes de levantar mi vista y encontrarme con los ojos más hermosos que había visto en mi vida, un deslumbrante cabello que con el sol de medio día parecía oro, todo ella era belleza… — ¿estás bien?, perdóname suelo ser muy descuidada — su sonrisa llegó a mis oídos, mientras yo estaba ahí, aún sin reaccionar — seguro no te lastime ¿cierto?

—ah no, disculpa, seguro fui yo, que torpe — mi risa nerviosa captó sus ojos miel…

—Que hermosa sonrisa — mencionó y mis mejillas enrojecieron; ella terminó de poner en la bolsa lo que había caído a la acera y se despidió con un gesto de su mano

—Espera… tu nombre… ¿cuál es tú nombre? — terminé hablando al aire; tan pronto como apareció, ella se esfumó en esa cálida tarde…

Entrada la noche volvía a mi hogar luego de un agitado día de clases, caminé despacio por las escaleras, era extraño que aún no fuera capaz de sacarme de la cabeza a esa chica, tomé mis llaves y en el primer apartamento, junto al mío, una larga cabellera color avellana estaba de cuclillas en el suelo, había volteado todo de su cartera buscando algo; caminé a su lado reprimiendo mi curiosidad por averiguar si era ella, o si mi mente jugaba conmigo.

—Hola, disculpa, creo que perdí mis llaves… tú podrías… oye, eres tú… — al voltear sus bellos ojos risueños me miraron fijo… era ella…

—Ho… hola, otra vez…

—Que bueno, Ryo siempre deja una copia hasta allá arriba, ¿la bajas por mí? — apuntó sobre el marco de la puerta, siempre con su sonrisa gentil

—Claro… — mencioné un poco nervioso mientras alcanzaba la llave del lugar que me indicaba — ¿vives aquí? — asintió con un movimiento de su rostro, sin borrar la expresión alegre — es raro que siendo vecinos nunca te haya visto… — solté sin más, enrojeciendo nuevamente al hablar sin pensar en qué decía.

—oh, eso es porque nos mudamos hace solo unos días… gracias por esto — indicó mientras la puerta se abría; quise preguntarle esta vez su nombre, cuando un hombre alto y pelirrojo tomó su hombro —Ryo, llegaste temprano

—Sí, ¿otra vez perdiste tu llave? —ella solo sonrió encogiendo sus hombros, el hombre que parecía mayor que ella me miró algunos segundos e ingresó, hablando con una voz algo molesta — no te tardes…

—Discúlpalo, puede ser algo gruñón en ocasiones… gracias y nos vemos vecino — me guiñó un ojo y cerró la puerta; tardé algunos segundos en procesar la información de tenerla ahí tan cerca y sintiendo que estaba tan lejos al tiempo.

—Que idiota soy… — susurré para mí mismo, guardando el extraño sentimiento de cercanía que se gestaba en mí al verla…

.

Cada mañana al salir la veía, me sonreía amable a modo de saludo, caminando del brazo del hombre que me miraba con rastros de enojo en sus ojos, mi sonrisa se apagaba al cruzar mi mirada con él; mas la cálida sensación de su mirada color de miel sobre mí, había pasado a ser parte de mi día a día, casi como mi única compañía…

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