En el despacho de Nil Blauwel
El señor Blauwel contemplaba las vistas desde la ventana de su despacho cuando alguien golpeo la puerta, se bebió de un trago el vaso de whisky que sujetaba antes de gritar:
─ ¡Adelante!
Un hombre encorvado abrió la puerta lentamente, podría parecer intimidado por la profunda voz ronca de Blauwel, pero las marcadas arrugas que llenaban su cara demostraban que ya había vivido lo suyo, durante más de 60 años había servido al Don y ya estaba acostumbrado a sus gritos. Su lentitud se debía a la edad no al miedo, la vida le había demacrado bastante más de lo debido.
─ Don Blauwel ─ Carraspeó y continuó hablando ─ Pidió recibir directamente cualquier información sobre Stevenson, llegó a mis oídos algo sobre el tema.
Blauwel que estaba a punto de servirse más whisky se detuvo antes de acercarse a las botellas sobre la mesa de atrás y se dio la vuelta, sus ojos violetas brillaron con sumo interés.
─ ¿Y bien? Habla.
─ Solo fue un pequeño detalle, aún no está confirmado que sea algo relevante.
─ Déjate de rodeos y dispara ─ Blauwel se estaba impacientando.
El hombre encorvado agachó levemente la cabeza.
─ Un hombre ha informado de que una joven cerca del museo estaba haciendo preguntas.
─ ¡¿Y eso que tiene que ver con Patrick?! ─ Blauwel lanzó el vaso de whisky vacío contra la pared y se hizo añicos.
─ La joven se identificó como Ania... Stevenson ─ Blauwel sonrió con satisfacción y comenzó a reírse a carcajadas ─ Don, aun no sabemos si tiene algo que ver con los Stevenson.
─ Tiene que ver ─ Blauwel no albergaba dudas, sus ojos se afinaron hasta que las pupilas se volvieron líneas verticales ─ Encontradla, atraedla para sacarle información y si no coopera...matadla.
"Un Stevenson menos en el mundo siempre son buenas noticias, hasta que no quede ninguno"
***
Tania volvió junto a sus amigas, que esperaban en un café enfrente del museo, cuando llegó ya estaban pagando la cuenta.
─ Lo siento, llegaste tarde y ya no hay comida ─ Dijo Irene con sorna.
─ ¡Queee! ¿No me dejasteis nada?
─ Ni las migas.
Irene y Radka se levantaron.
─ Vamos a ver cosas más interesantes.
─ Yo quería picar algo...
Arrastraron a Tania del brazo, no le preguntaron que cosa le había tomado tanto tiempo y ella tampoco les dijo nada.
Radka aún se sentía nerviosa por lo ocurrido en el museo pero Tania insistió en ver las tienditas cercanas, en ninguna hallaron nada de su interés, todas estaban llenas de baratijas para turistas sin valor.
Irene propuso ir en busca de un anticuario, quien sino iba a vender cosas viejas.
En el casco antiguo había una tienda que debería haber encajado con sus deseos, poseía objetos de la época de los matadragones, aunque mayormente había pinturas y tallas, antiguas, pero nada fabricado realmente con dragón.
Radka entre susurros mencionó lo desilusionada que se sentía al ver que la ciudad de Drantalia, cuna de matadragones como Daret y conocida por tener una inmensa cantidad de restos de dragones, era solo paripé.
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Alma Dragon
FantasyTania Vedrac nació en un mundo que antaño fue gobernado por dragones, ahora esas criaturas se encuentran extintas, solo dejaron sus huesos y leyendas. Sin embargo, ella junto a sus amigas viajaran a la ciudad de Drantalia para descubrir que no todo...