Azul Carmesí

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Al otro lado, la luz les cegó al salir.

─ Así que has vuelto incumplir una orden directa.

─ ¡¿Qué haces aquí Nil?! ─ gritó Aidan. Tanto él como Tania se sorprendieron al ver la comitiva que les esperaba en el exterior.

Un señor alto y gordo esperaba ante ellos vistiendo un traje café, en sus manos portaba un bastón y anillos de oro adornaban sus rechonchos dedos. observaba a Aidan con atención con unos ojos brillantes como los de una serpiente. Con golpear el bastón contra el suelo las dos docenas de hombres trajeados que le acompañaban desenfundaron sus armas.

─ ¿Te creías con el derecho de hacer lo que te plazca? Te di una orden muy simple ¡Matar a la chica!─ apuntó con el bastón a Tania y ella dio un paso atrás.

─ ¡¿Porque estás aquí?!

─ Para matarte. No me sirve un perro desobediente─ dijo Blauwel mirando con decepción a Aidan─. Esperaba que la chica te diera algo de pelea, pero ni siquiera eso.

El aire alrededor de Aidan se tornó caliente como si estuviera envuelto en llamas, Tania no tuvo más remedio que alejarse un poco al ser presionada por la ira que emanaba del pelirrojo.

Aidan se transformó en un esbelto dragón que escupió una bola de fuego contra Nil sin previo aviso, carbonizando al instante a los humanos que se encontraban justo delante, no pudieron eludir tal ataque, el aire se llenó de gritos y olor a carne quemada.

Tania rodó por el suelo y nada más pudo levantarse, se escondió tras las maquinaria de construcción aterrorizada, lo único que podía hacer era observar.

Blauwel también cambió hasta volverse un gordo dragón azul; su cabeza rechoncha era todo boca llena de dientes afilados, aún conservaba esa característica papada en su cuello; su cuerpo tres o cuatro veces más grande que el de Aidan, tenía la espalda cubierta por una línea de placas lisas hasta la punta de la cola, a fin de proteger la columna.

Los pocos hombres que sobrevivieron al fogonazo fueron aplastados por las transformación de Blauwel y a él no pareció importarle.

Aidan echó hacia atrás su largo cuello cubierto de púas y abrió la boca para lanzar una nueva bola de fuego, pero Blauwel le detuvo de un coletazo en plena cara. Aidan fue empujado contra el edificio a medio construir y una parte de este se derrumbó. Blauwel saltó hundiendole las garras en el pecho, presionado hasta que las costillas de Aidan crujieron.

El dragón rojo gritó de dolor y sacudió su espinosa cola para liberarse, Blauwel esquivó ese golpe sin esfuerzo pero tuvo que retroceder apartándose de Aidan, que aprovechó para recomponerse.

Blauwel desplegó sus alas mostrando su imponente envergadura y las agitó creando un vendaval, agarró varios cadáveres antes de que salieran volando, los lanzó contra un desprevenido Aidan, que se esforzaba en clavar sus garras en el suelo para no ser empujado por el viento. La lluvia de cadáveres que se desmigajaban le tomó por sorpresa, Aidan apartó la cabeza girando su largo cuello, no quería respirar la carne hedionda ni que las cenizas entraran en sus ojos. Blauwel le embistió volviéndolo a lanzar contra el edificio, riendo con esa voz gangosa, luego retrocedió para contemplar como Aidan cubierto de negras cenizas trataba de enderezarse entre los hierros retorcidos. Las púas de su cuerpo se estaban atorando entre las vigas y al moverse daño aún más la estructura que terminó colapsando sobre él, una nube de polvo cubrió la zona.

─ Ves pequeño necio, esto es lo que obtienes si luchas contra mi, es que no sabes que yo soy el único ¡Yo soy un Dragón! Y tú solo eres un perro insolente ─ dijo Blauwel estridente.

Alma DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora