Un Refugio

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Observo el telefono desechable con recelo, casi como si ese aparatejo, que descansaba sobre su escritorio, estuviera a punto de atacarlo de un momento a otro.

Dos meses habian pasado desde que èl y sus compañeros habian levantado sus armas los unos contra los otros, dos meses desde que habia metido la pata hasta el fondo y se habian visto por ultima vez.

Se quito las gafas; suspiro, mientras se masajeaba el puente de la nariz, pensando, analizando la posibilidad de tomar el telefono y apretar el boton de llamar.

Durante esos dos meses habia estado a punto de hacerlo, tentado por el deseo de escuchar una vez mas su voz, pero luego se arrepentia, siendo atacado por el temor de que no contestara o si contestaba, que no lo hiciera de manera amigable.

Se mordio el labio, pensando, y encima, para colmo de males, tenia que lidiar con el niño aracnido; se maldijo a si mismo por pensar que seria una buena idea reclutar a un enano de 15 años con poderes recien adquiridos y que aun no sabia manejar.

Volvio a mirar el telefono, tomo aire y lo tomo en su mano, lo observo en detalle, era un telefono comun y corriente, sin nada en especial, se veia pequeño en comparacion con su sofisticado telefono celular que el mismo habia diseñado, pero alli, dentro de ese aparatito, estaba lo que necesitaba.

Lo observo un rato mas, si lo llamaba habia dos opciones: que contestara o que no lo hiciera, por lo que, tomando valor, lo abrio y fue directo a los contactos, miro el numero de telefono que alli aparecia y coloco su dedo sobre el boton de llamada, aunque no lo apreto,  estuvo a punto de acobardarse y desistir una vez mas pero que rayos.

Èl era un genio, filantropo y playboy, èl era el maldito Iron Man, el habia salvado al mundo una incontable cantidad de veces, el no era un cobarde, el no le temia a sus sentimientos.

O bueno, tal vez un poco si, pero ya estaba bien de temores, lo haria, lo llamaria.

Y no supo cuando fue que apreto el boton de llamar hasta que vio el visor de la pantalla en donde aparecia la llamada. Se llevo el auricular al oido y espero... Uno, dos, tres tonos, ya estaba perdiendo las esperanzas y a punto de colgar cuando contestaron.

—¿Hola? Hola ¿Tony?- alli estaba, esa condenamente sexy y suave voz.

—Hola, Tony ¿Me escuchas? ¿Estas ahi?— suspiro y tomo valor.

—Hola Steve. Yo... Veras, necesito verte. Te enviare las coordenadas de un lugar seguro en donde nadie puede hallarnos, luego te explico todo cuando te vea. Hasta luego— colgo, y rapidamente tecleo en un mensaje de texto las coordenadas de su pequeño refugio.

Era una pequeña cabaña en los bosques de Washington, en la Peninsula de Olimpyc; a tan solo 10 kilometros de Forks, un pueblo que en sus tiempos dependio de la industria maderera y pesquera, era un pueblo donde la gente ignoraba lo que ocurria a su alrededor, era el pueblo ideal para poder pasar desapercibido a ojos del mundo.

La habia comprado con la intencion de usarla en los momentos que necesitase relajarse y desconectarse del universo, dicha cabaña carecia de todo tipo de tecnologia avanzada, apenas y tenia un televisor viejo, por lo que era perfecta para tener reuniones secretas lejos de Ross y su gente ya que era imposible de rastrear, era perfecta para reunirse con fugitivos del gobierno sin ser detectados.

Se enfundo su traje y, activando el modo sigiloso para evitar que los radares de la milicia lo detectaran, levanto vuelo.

Le tomo menos de una hora llegar a Forks, guardo su traje y busco la llave que tenia escondida, abrio la puerta y entro. Todo estaba intacto, con una gran cantidad de polvo, pero intacto.

Oneshots StonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora