Pʀᴏ́ʟᴏɢᴏ

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Ya habían pasado seis años desde aquél encuentro esa noche de verano con esa mujer rubia mientras Eliza y sus hijos estaban en Albany, visitando a su padre. Seis años en los que no ha dejado de sentirse como una basura, una escoria por haber engañado de esa manera tan imperdonable a su bella esposa.

Tenía que pagar por el silencio para que ella no se enterase, pues sabía que de ese modo la perdería para siempre. Suena egoísta de su parte, sí, porque estando en su lugar sería un acto doloroso y decírselo significaba perderla y perder a sus hijos. Ya había perdido a su mamá, su padre se había ido y no sabía de su hermano James.

¿Qué le diría Laurens si aún estuviese en este mundo? ¿Lo regañaría? ¿Lo apoyaría? ¿Lo comprendería? Quizás lo vería de mala gana con sus hermosos ojos azules, duda mucho que se abalance a sus brazos y lo bese, seguramente se alejaría de él y no lo soportaría nuevamente.

Antes de que él muriera habían discutido y desde entonces no deja de repetir esa imagen en su cabeza a pesar de que hayan pasado varios años.

“Solo haces daño a los que más quieres, no te das cuenta que eso te afectará a futuro, Hamilton. Basta ya de tratar de hacerte el bueno, tus acciones solo lastimarán a las personas cercanas. Y sí, yo no soy el indicado hablando sobre estas cosas pero no dudo que después arruines todos tus planes por un simple capricho”.

Pero, ¿qué podía hacer él? Aquella chica rubia le recordó tanto a Laurens que se vio cegado por un momento, se vio atrapado cuando ella se presentó en la puerta de su casa sabía que no iba a poder decir no.

Por un momento se imaginó con Laurens en la cama, cuando ambos compartían habitación en el campo militar y compartían momentos íntimos debajo de ese techo. Dos jóvenes enamorados uniendo sus cuerpos, besándose, abrazándose y hablando del futuro, sin más preocupaciones que ganar la guerra y no ser descubiertos. Es por eso que no se contuvo, que se volvió un pasatiempo y ella parecía estar dispuesta para darle a su hija algo que comer y que vestir, eso antes de que su esposo, James Reynolds, apareciera a su vida pidiendo una cantidad de dinero.

Gracias a eso tiene consecuencias ahora, no deja de ver a Laurens, los sueños con él se vuelven más frecuentes, le desagrada estar en la misma habitación con su esposa porque cada que se acuesta a su lado parece que le quema, no deja de tener alucinaciones y cada día ve más difícil ocultar la mentira.

En cualquier momento explotaría y sacaría todo a la luz. En el ojo del huracán solo había silencio.

—Laurens, tengo miedo. —se abrazaba a sí mismo, evitando la mirada de John y los gritos fuera de su casa.

—Y deberías tenerlo, Alexander, sabes muy bien que esto algún día saldría a la luz y tendría terribles consecuencias para ambos. —Lo miraba enojado, con los puños cerrados—Así que eso era lo que querías, ¿eh? Ahora nuestros nombres son utilizados para las burlas, para ser despreciados y humillados. Nunca sabes cuándo parar.

—¡Lo hice porque estaba harto!.

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»Esta historia está adaptada entre lo histórico-musical, lo cual tendrá (o intentaré) que las fechas y algunos hechos estén de esa manera, jugando un poco con los papeles y tratar de que funcione ah.

»Las apariencias son las históricas, un dato ahí ahre.

»Ojalá esto les guste, es mi primera vez escribiendo fanfics de una manera así, que contenga datos históricos y teniendo ya los personajes, tanto en personalidad como físicamente. Así que nada, DISFRUTA :D♥️

Rescue Me || Lams [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora