PRÓLOGO

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Eran las tres de la tarde cuando el joven Park Jimin de solo diecisiete años se encontraba recostado sobre el barandal del balcón de su habitación, había tomado el coraje de hablarle a uno de sus mejores amigos acerca de sus sentimientos, era el momento en donde le diría lo mucho que le gustaba, que hacía años que provocaba sus sonrisas repentinas, sus sonrojos espontáneos y que su corazón se aceleraba cada vez que mencionaba su nombre. Y estaba aterrado por eso.

Continuaba dando vueltas repasando exactamente lo que diría una y otra vez mientras el sol comenzaba a caer y el cielo se oscurecía, hacía frío y por mucho que quisiera arrepentirse y salir corriendo, ya era demasiado tarde. Su amigo, de apenas unos centímetros más bajito que él ya se había asomado por el pequeño balcón de su propia habitación que estaba pegado al de Jimin. Este se congeló ni bien cruzó miradas con él. No era la primera vez que estaban solos, ni tampoco la primera en que se miraran con sonrisas, ni la primera en que hablaran, era todo bastante usual y normal, eran buenos amigos después de todo. Pero lo que el pelinegro sentía era tan fuerte que no podía ocultarlo mucho tiempo más y sin dudas esta era la primera vez que él tenía el valor de decírselo.

—¿Te encuentras bien?— La voz de su amigo lo volvió a la realidad, a esa realidad de la que él estaba huyendo. Jimin sonrió asintiendo, estaba nervioso pero tenía que disimular.

—¿Qué tal la práctica hoy?— Preguntó tratando de sonar casual.

—Un desastre…— Su amigo suspiró sintiéndose frustrado.

Los siguientes veinte minutos se basaron en un pelicastaño explicándole a Jimin lo horrible que fue su práctica de fútbol. Diciéndole que se volvió a pelear con el nuevo del equipo, que el entrenador lo castigó por ello y un montón de cosas que él dejó de escuchar porque seguía demasiado preocupado en cómo decirle lo que quería decirle, pero las palabras no salían de sus labios y la única reacción que tenía era la de asentir de tanto en tanto para dejarle en claro a su amigo que lo estaba escuchando. Jimin no sabía que decir en cuánto su amigo dejó de hablar, no sabía que decir cuando lo vio sonrojarse por completo, tampoco supo que decir cuando su sonrisa se amplió dejando ver sus destacados y tiernos dientes de conejito bebé, y sobre todo, se quedó mudo, estático, sin poder respirar ni tragar adecuadamente, cuando su pequeño amigo le confesó tiernamente que le gustaba una niña. Los siguientes quince minutos se basaron en el pelicastaño contándole lo linda que era la muchacha, que la había conocido hace algunas semanas cuando salía de sus prácticas. Le contó cada detalle de ella, como caminaba y siempre iba risueña, le contó que estaba emocionado y tenía muchas ganas de hablarle pero la vergüenza lo llenaba en su interior. Y le detalló cada sentimiento y cada mínimo detalle que pudo, y a medida que hablaba de ella, el corazón de Jimin iba apretándose cada vez más, las ganas de llorar lo invadieron de repente. Él sabía que su amigo no le correspondería, pero no se imaginó que le iba a doler tanto. Suspiró junto a él cuando dejó de hablar y luego quedaron en silencio.

—¿Qué consejo me darías Jimin-ssi? ¿Qué harías en mi lugar?— Preguntó el pelicastaño y Jimin hizo un esfuerzo enorme por no llorar frente a él. Se tomó un momento para pensarlo y se encogió de hombros.

—No lo sé sinceramente… no me ha pasado— Mintió utilizando un tono de voz lo suficientemente claro para no dar pistas de su sufrimiento interno.

—¿Acaso nunca te ha gustado una niña?— Dijo el chico sonriendo de forma pícara. Jimin soltó una corta risa, ocultó un gran sarcasmo tras ella, y luego negó lentamente.

—Soy gay— Finalmente confesó.

El silencio volvió a invadir por algunos segundos, y antes de que alguno de los dos pudiera volver a hablar, una voz femenina llamó a Jimin desde el interior de su casa. Él imaginó que era su hermana mayor, ya que había llegado hacía muy poco a su hogar. Sonrió y agradeció su presencia, se despidió de su amigo diciéndole que hablarían luego y finalmente huyó de aquel escenario incómodo donde su corazón sufrió por primera vez dos de los dolores más horribles que se puedan pasar, el primero es el rechazo de tu amor platónico, y el segundo, oír como éste está enamorado de otra persona.

Lo que ocurrió luego de aquella charla no fue muy beneficioso para los amigos. Jimin se enteró que la chica de la que Jungkook estaba enamorado era su hermana mayor, y no pudo soportar aquella noticia. Ella les llevaba casi cinco años de diferencia en edad, por eso es que cuando Jimin y Jungkook se conocieron, él no sabía de la existencia de aquella persona hasta hace meses que Yena había llegado de visita. Así que decidió tomar distancia, por su propio bien, y sus amigos no protestaron. ¿La excusa? La universidad. Jimin les dijo a todos que estaba buscando una beca, entonces estaba tan enfocado en las materias por lo que comenzó a aislarse. Su mejor amigo Kim Taehyung sabía que había algo extraño y le preguntó a su primo Jeon Jungkook, porque sabía que él sabía lo que le pasaba a su amigo. Cuando Jungkook le dijo que Jimin era gay, Taehyung casi se desmaya, y por más que intentó acercarse a su mejor amigo, éste continuaba metiendo excusas para no verlo, hasta que finalmente no tuvo opción.

—Eres gay y me enteré por terceros. Te comportas raro hace semanas, me evitas, no me hablas, no quieres verme, pones excusas absurdas, no sales ni siquiera con Jungkook, estas encerrado en tu habitación todo el tiempo y no contestas mis llamadas.—  Taehyung hizo aquel planteo cuando se sentó en la cama de su mejor amigo sintiéndose desesperado.  —¿Acaso ya no confías en mí?— Mordió sus labios levemente, se sentía mal porque estaba perdiendo a su hermano.

—No es eso Tae, por favor no llores— Pidió el pelinegro y se puso a llorar él también

—¿Qué esta mal?— Dijo abultando sus labios mientras secaba sus lágrimas

—Soy gay y lamento no habértelo dicho antes, es que ha sido tan difícil…— Suspiró con frustración

—¿Que más te está pasando? Puedo perdonarte que no me lo hayas dicho pero dime ahora mismo que ocurre, si no la haces me iré y juro que no volverás a saber nada más de mí Park Jim…—

—Me gusta Jungkook— Confesó interrumpiendo el planteo de su mejor amigo.

—¿Qué?— Dijo Taehyung completamente sorprendido.

Jimin comenzó a llorar sin detenerse, estaba siendo muy difícil para él y necesitaba a Tae pero sabía que estaba cerca de Jungkook y por eso prefirió alejarse de ambos. Por otro lado, Taehyung entendió perfectamente cómo se sentía su mejor amigo y que la estaba pasando mal, entonces ese día lo abrazó con fuerza y lo consoló hasta que ambos se quedaron dormidos. Al día siguiente, Jimin le explicó a Taehyung todo acerca de alejarse y su amigo lo entendió y lo apoyó, pero le pidió que no se alejara de él.

Los meses pasaron y había llegado el momento de separarse de una vez, Jimin se despidió de Taehyung y de Jungkook y se fue a estudiar a una universidad en Busan. Taehyung y Jungkook se quedaron en Seúl y por más de seis años no volvieron a verse ni a saber noticias del otro.

Hasta ese momento.

ATARAXIA - KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora