Es imposible

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Luego de subir a aquel taxi, ninguno supo que decirse. Jimin continuaba mirando sus manos sintiéndose sonrojado por estar con el chico que siempre quiso estar pero sintiéndose culpable por haberse ido sin decirle nada a nadie. Por su parte, Jungkook se sentía nervioso, su pierna no dejaba de temblar porque nunca antes había sido sincero respecto a sus sentimientos como en ese momento. Miró de reojo al pelirrosa que se encontraba en un debate mental entre lo que estaba bien y lo que estaba mal pero la mano del castaño lo dejó sin pensamientos y lo obligó a levantar la vista. Jungkook había tomado la mano de Jimin y estaba dándole leves caricias para poder transmitirle tranquilidad, a la vez que le sonreía y entonces el pelirrosa por primera vez después de mucho tiempo dejó de sentirse asustado y solo se dejó llevar.

Después de unos cuantos minutos ambos llegaron a un lugar que era imborrable para la memoria de los dos. Jimin se bajó del auto cuando se percató de donde estaban y Jungkook se encargó de pagarle al taxista y bajarse tras el pelirrosa.

Los dos se quedaron nuevamente en silencio mirando el edificio frente a sus ojos y Jimin comenzó a reírse sin poder detenerse. El castaño inevitablemente comenzó a reírse también y luego ambos volvieron a silenciarse pero con una gran sonrisa en sus rostros.

— ¿Qué estamos haciendo aquí? — Dijo Jimin observando a Jungkook y este se encogió de hombros.

— No sabía a dónde ir exactamente, pero este lugar siempre esta en mi memoria. ¿Lo recuerdas? — Dijo y el pelirrosa asintió.

— Como olvidarlo si aquí nos conocimos. — Sonrió ampliamente al recordarlo.

El edificio era el antiguo lugar de residencia de Jungkook, fue el primer lugar donde vivió con sus padres hasta que pudieron mudarse a una casa. El lugar se veía abandonado ya que hacía mucho tiempo nadie vivía allí, pero aún guardaba grandes recuerdos para las dos personas allí paradas.

La primera vez que Jimin conoció a Jungkook fue ahí, ambos tenían 13 años. Taehyung le había contado que su primo iba a mudarse a Seúl y le pidió que lo acompañara a recibirlo. Jimin en ese momento aún no conocía muy bien la ciudad, y se perdió mientras iba camino a la dirección que su mejor amigo le había indicado. Tomó otro camino y estuvo horas intentando llegar al lugar sin tener éxito, haciendo que se sintiera desesperado y completamente triste consigo mismo a tal punto que se había dado por vencido e intentó volver a su casa, pero justo cuando estaba marchándose, en un callejón sin salida frente a él observó como dos chicos no más altos que él estaban molestando a otro niño más pequeño e intentaban golpearlo.

A Jimin nunca le gustaron los actos de violencia y menos cuando las personas se creían superiores a otras personas, realmente le molestaba muchísimo aquello así que sin pensarlo ni por un segundo cruzó la calle corriendo, tomó una piedra que encontró y se la arrojó a uno de los sujetos golpeándolo justo en la frente. Los tres chicos se quedaron desconcertados y en ese momento de distracción Jimin tomó la mano del niño más pequeño y comenzó a correr con él. Los otros dos los siguieron unos pasos pero no fueron tan veloces como los protagonistas así que se resignaron a la carrera y le lanzaron maldiciones diciendo que ya se la cobrarían. Jimin se detuvo solo cuando el niño menor comenzó a tironear de su ropa pidiéndole que se detenga. Ambos se tiraron al pasto para recuperar el aire y quedaron agitados por un largo rato hasta que finalmente sus respiraciones se regularizaron.

— Eso estuvo cerca... — Susurró Jimin en un hilo de voz y el niño a su lado asintió.

— Gracias por ayudarme, no hubiera podido solo con esos dos. — Le dijo el pequeño con las mejillas sonrosadas por haber corrido tanto.

Fue precisamente ese momento cuando Jimin se percató de la hermosura de aquel ser a su lado y en ese mismo instante creció miedo dentro de él por estar pensando que un chico era lindo. Negó lentamente y le regaló una sonrisa al menor.

ATARAXIA - KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora