Escrito 9: Que me parta un rayo

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Tenía tiempo que no me sentía así: patéticamente asustado, nervioso, inquieto... Quisiera decir que no sé lo que siento; negarme constantemente ante estas sensaciones. Quisiera simplemente creer que las cosas que pienso son incoherencias de mi imaginación y dejar de sonreír cuando mi mente divaga más allá de lo que entiende, cuando se aventura en las profundidades que se encuentran allá, donde el corazón inicia fronteras. ¿No es gracioso? Quisiera que fuera mentira esta sensación que antes, en un pasado, anhelaba tener a cada momento; ahora sólo tengo miedo de lo que pueda llegar a pasar más allá de lo que mi mente y mi corazón están dignados a descubrir. No quiero caer otra vez... No otra vez.

En algún tiempo soñaba encontrar esta inconformidad conmigo mismo que me hiciera querer ser suficiente para algo, o para alguien; cuando la encontré me di cuenta de que alguien nunca podría ser suficiente para mí. Porque la satisfacción de ser yo me hizo encontrar aquello que venía tan adherido a ese sueño: una persona a quién amar y que me lograra amar perfectamente como yo quería.

Suena caprichoso ¿no? Deseé tanto llegar a ese punto, por mucho tiempo en realidad, que cuando logré que se cumpliera me fue muy difícil adaptarme. Quería llorar, reír, gritar, amar... No lo sé, mis emociones no soportaban tan brusco cambio de encontrar ese tan codiciado amor. El amor propio es una extraña droga que en lugar de volverte adicto te hace querer explorar otros confines de tu vida, de tus alrededores, de ti mismo... Y sí, fue difícil llegar a un acuerdo en el que el amor propio y yo pudiésemos encajar, pero lo logré... Hasta ahora.

No recuerdo la última vez que me sentí angustiado o con miedo del futuro, incluso del más cercano; tampoco aquella última vez que mi corazón fue partido por el más estruendoso rayo. Lo curioso de aquellos días es, que sin importar cuánto doliera el alma, siempre quería sentir esas heridas nacer en mi corazón con unas tantas ganas de gritar al cielo «¡Que me parta un rayo!». Lo único que ahora sé es que quiero sentirme así de nuevo, después de tanto tiempo quiero simplemente que me parta un rayo; que cada chispa llene de energía mi cuerpo y esa energía me llene de emociones. Quiero estar extasiado y olvidar estos pensamientos que comienzan a frecuentar mi cabeza, entrando sin siquiera decirme «Hola», haciendo caos en un segundo en donde había construido calma durante más de un año.

¿Por qué ahora?

Me gustaría seguir en paz, pero amo tanto lo que antes fui, tanto como amo al yo de hace unos días antes de que empezara a sentirme así. Y sé incluso que parece precipitado, sacarme de casillas por algo tan simple; darle tantas vueltas a algo que puede que ni siquiera tenga razones de ser o existir... ¿Por qué ahora?

Encontrar un balance en este punto será complicado, también lo será contener todas aquellas nubes tormentosas queriendo llover. Será difícil encontrar un equilibrio entre querer que me parta un rayo y querer que todo siga totalmente bien...

Por favor..., prefiero mil veces que me parta un rayo y que sea directo al alma, a que se me parta el corazón una vez más. Simplemente tengo miedo de lo que después de ahora pueda pasar...

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