Los errores son simples consecuencias de las malas decisiones que tomamos, algunos con más impacto que otros, pero, al fin y al cabo, siguen siendo sinónimo de arrepentimiento; un dolor irremediable que ocupa lugar en el tiempo... ¿Qué debe hacer un simple ser humano cuando necesita con todo su corazón regresar a ese momento?
Es muy difícil lidiar con el peso de aquellas malas decisiones, pero son eso, decisiones que tomamos incorrectamente, pero ¿qué pasa cuando esas decisiones en realidad son buenas, pero resulta que llegaron demasiado tarde como para pensarlo así?
De seguro conoces esa sensación de la relación perfecta y mutua entre culpa y dolor hacia tu propia existencia. No sabes cómo luchar contra ello, y piensas y piensas una y otra vez en cómo soportarlo, pero sólo se hace más fuerte el recuerdo y más oscura la tormenta. Piensas en las tantas posibilidades de que todo hubiese resultado demasiado bien si tan sólo el miedo y las inseguridades no te hubieran anclado al camino haciéndote perder el tiempo, haciéndote llegar demasiado tarde a una respuesta clara y real.
Tomas la decisión y ya está, el mundo gira y se detiene al ritmo de tus latidos porque sientes una sobrecarga de éxtasis que nadie puede igualar; una emoción imparable. Pero llega el momento de llevarla a cabo y te das cuenta que llegaste tarde por un año, un mes, un día, un minuto, o incluso hasta por un segundo: sí amigos, es ahí donde todo el corazón se te hace una mierda.
Lamentarse, lamentarse, lamentarse; lo único en lo que puedes pensar es en culparte por retrasarte, y comienzas a creer que si hubieses tenido un poco más de valor hubieses podido llegar a tiempo. El dolor te cubre y te ciega, encerrándote en una habitación oscura que de pronto rebobina la infinidad de posibilidades, una y otra vez... Y te hundes; jamás dejas de lamentarte porque te atormenta tanto el hecho de que sabes que un segundo pudo haber marcado la diferencia. Desesperas; ansías tanto que llegue alguien tocando a tu puerta y gritando que han inventado al fin una máquina del tiempo. Necesitas con toda la esperanza de tu corazón una maldita máquina del tiempo y poder volver a la raíz de tu dolor.
¿Una máquina del tiempo? ¿Tan sencillo puede ser?
Y de nuevo te encuentras en una lucha interna, pensando en si es lo correcto volver atrás y cambiar todas tus inseguridades por valor. Quieres volver a aquel camino y deshacerte de todo aquel miedo que te ancló para poder al fin llegar a tiempo. Quieres inyectarle a tu corazón la droga que tanto suplica, pero tienes miedo de llegar allá y darte cuenta de que puede que en realidad siempre haya sido demasiado tarde; ¿y si en realidad siempre debió ser demasiado tarde?
Por más que deseas cambiar el pasado y llegar a tiempo, no sabes si de verdad eso es lo que necesitas en la vida por más que lo supliques y que te aferres, y entra un nuevo miedo que te hace temblar antes siquiera de poner un pie sobre la máquina del tiempo. Y todo se vuelve gris. Los colores se olvidan por completo y ya no sabes ni qué creer o pensar.
Y es que las decisiones no son tan simples, fácilmente se pueden convertir en errores de los que no sabes cuánto tiempo pasarás arrepintiéndote. Llegar a tiempo puede incluso no cambiar lo mismo que pasó cuando llegaste tarde. Y es que debemos aprender a valorar mejor las cosas, antes de que terminemos creyendo que un segundo pudo haber marcado la diferencia, porque qué sentido tendría la vida si todas las decisiones que tomamos vinieran con su propia maldita máquina del tiempo.
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Las Estrellas También L̶l̶o̶r̶a̶n̶ Sueñan
RandomUna recopilación de escritos sacados desde lo más profundo de mi mente y con la mayor esencia posible puesta desde mi corazón. Escritos que te harán pensar, amar, llorar... ¿Quién dice que las estrellas no ll̶o̶r̶a̶n̶ sueñan también? He aquí lo que...