7

1.4K 101 20
                                    

La mañana hacia acto de presencia, los rayos del sol iluminaban todo a su paso, los pájaros despertaban cantando con emoción al ser bañados por los cálidos rayos de luz, las hojas se mecían al ritmo de una suave brisa y las gotas en estas eran claras señales de que la noche anterior había llovido.

En una cueva despertaba un azabache estirándose perezosamente en su lugar: estaba sentado con su espalda apoyada a una de las paredes de la cueva y justo frente a él a unos pasos de distancia pudo ver a la pelirosa acostada de lado izquierdo dándole la espalda, su cuello estaba inclinado en una posición que estaba seguro al despertar le dolería por esa posición tan incómoda, cerca de ella los restos de ramas y hojas de las cuales había extraído toda humedad con su habilidad elemental para que estuvieran secas al momento en el que ella encendió el fuego para calentarse, estaba seguro que esta le duró más tiempo que la anterior.

Escuchó unas pisadas en el exterior y por un momento se tensó para luego relajarse al recordar que su caballo había pasado la noche afuera. Las pertenencias de la chica estaban al fondo de la cueva ya que la noche anterior apenas sentir la lluvia aproximarse salió rápido para meterla y evitar que se empaparan. Sus propias pertenecías estaban a un lado de las de la chica, aprovechándose de que estaba dormida se levantó para aproximarse a sus cosas y sacar una muda de ropa que solo consistía en su ropa interior de color negro, pantalón echo de la lana de ovejas teñido de color azul oscuro junto con una simple camisa del mismo color y unas botas negras echas con cuero de jacks. Al estar listo se dispuso a lavar su rostro y sus dientes.

Mientras lavaba sus dientes escuchó unos quejidos a sus espalda, se viró un poco solo para ver como la chica se removía en su lugar soltando insultos por lo bajo, vio como movía su cuello tratando de deshacerse seguramente del malestar que tenía en este. Regresó a terminar de lavar sus dientes.

Por su parte Sakura se masajeaba su cuello, movía esté pensando que así el malestar desaparecería pero en lugar de eso parecía incrementar, en una de tantas veces en las que movía su cabeza su vista fue a parar a unos bolsos al fondo y uno lo reconoció rápidamente. Sin esperar más se levantó para acercarse a sus pertenecías. Y revisó que todo estuviera ahí, unos minutos después suspiró aliviada al ver que todo lo que había llevado consigo estaba en su lugar, el alivio le duró poco al no ver su espada entre su ropa, comida y demás.

_ ¿Dónde está?- cuestionó virándose bruscamente al moreno el cual terminaba de lavar su rostro, este se giró para encararla y levantar una de sus cejas claramente desconcertado ante su pregunta.

_ ¿Dónde está que?- preguntó el morocho devuelta haciendo que la ojijade se impacientara más.

_ ¿Dónde está mi espada?, puedo jurar que lo dejé junto a mis cosas, así que no me vengas con que no sabes de lo que te estoy hablando- espetó frunciendo su ceño, sus facciones se endurecieron en enojo, cualquier persona que fuera muy cercana a ella sabría que esa era su reacción ante circunstancias como esa. Solía enojarse para no dejar ver que estaba nerviosa y asustada, y bueno tenía razones de sobra. Ese era un regalado su padre y peor a eso era muy importante para ella, esa era prueba de que ya era totalmente capaz de valerse por ella misma, era prueba de que no solo era una princesa que vivía rodeada de los lujos y comodidades que esa época podía ofrecer también podía defenderse y defender a sus tierras en una batalla contra cualquier enemigo. Ese era su primer paso para convertirse en reina, y no solo le interesaba el poder y autoridad que este puesto podía ofrecer, quería aprender a como gobernar, bajo justicia, igualdad y solidaridad, tal y como su padre y madre lo hacían, quería seguir su ejemplo, ellos eran su modelo a seguir.

Y definitivamente perder esa espada tan valiosa y significativa en su vida, no haría que se sintieran orgullosos de ella.

_ No vi ninguna espada cuando encontré eso- señaló las pertenencias de la fémina y esta no supo si asustarse y creerle o enfurecerse y gritarle, presionarlo o fastidiarlo para que le dijera la verdad en caso de que le estuviera mintiendo- en cualquier caso olvídate de ella, nos vamos a las tierras del agua.

🔥💧Río Ardiente💧🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora