11

1K 84 20
                                    

Luego de acomodar su ropa colocar su hacha a la mano fue a bañarse tomándose su tiempo y permitiéndose relajar su cuerpo, minutos después salió envuelto en una toalla y sin querer sus ojos ónix cayeron en el bolso que yacía sobre su cama el cual no se había atrevido a tocar, a un lado estaba la espada de la fémina envuelta en su funda esta la había guardado en su bolso por lo cual la sacó y la colocó a un lado del bolso de ella.

Suspiró pesadamente para después dirigirse a buscar algo que ponerse, tenía un poco de calor y nadie se atrevería a entrar sin antes tocar por lo cual solo decidió ponerse solo su ropa interior de color azul oscuro.

Bostezó con cansancio, se acercó a su cama recostándose en esta con la clara intención de dormir unas horas, cerró sus ojos con pereza intentando que el sueño le alcanzara, frunció su ceño cuando algo viajó a sus pensamientos pero así como llegó él desechó la idea, sabiendo que aquello no le traería nada bueno y que tampoco le concernía, solo debía hallar la manera de deshacerse de los objetos que estaban a tan solo unos centímetros de él y que le intrigaban a más no poder.

Reprimió un suspiro intentando por todos los medios no abrir sus ojos, pero claro, era masoquista, y lo peor era que lo hacía concienzudamente, o al menos su mente lo era, el recuerdo llegó a su mente de una manera tan nítida y clara que le molestó considerablemente, claro había sucedido hace apenas unas horas pero no tenía por qué interesarle y mucho menos preocuparle tanto, esa chica no era nada de él, apenas y la conocía y lo único que habían intercambiado eran insultos, era molesta e irritante. Por si fuera poco era la princesa del reino de fuego, no podía existir nada entre ellos más que odio. Se había repetido eso más veces de las que podría contar, se había vuelto un mantra para intentar convencerse de que ella no debía importarle. Pero no había logrado nada con pensar eso.

Gruñó con desagrado sentándose de golpe con el ceño fruncido fuertemente.

_NO debo, no debo, no debo, no debo- repitió mientras sus manos viajaban a su cabello para agitar este con exasperación, toda señal de sueño desapareció de su persona para ser remplazado por inquietud. Miró el cuadro de su familia en la pared- tú sabrías que decirme, siempre sabias que decir- musitó al aire sintiéndose totalmente agobiado por sus emociones- no puedo sen... no debo, si llegara a... todo se complicaría aún más- las palabras salían atropelladamente de su boca, sentía ganas de decir de todo y a la vez nada- ella... no, no, no, no, no... ella es su princesa... no puede existir nada... sería imposible... además la secuestré no me perdonará... ella buscó protección en mí y yo no se la di- soltó con lentitud sin más saliendo de su cama para empezar a caminar de un lado al otro, sentía su corazón desbocado golpeando de forma casi dolorosa y sin consideración sus costillas.

Harto de la situación decidió vestirse con algo sencillo una camisa, un pantalón y salir de su habitación para buscar una manera de distraerse encontrando la oportunidad perfecta al ver a la hija de la cocinera que tenía su misma edad limpiando algo en el pasillo justo frente a la puerta de una habitación que él sabía que estaba vacía, sabia de sobra que la chica no estaba mal pero a diferencia de sentirse excitado como las otras veces esta vez no sentía reacción alguna, sin embargo contra todo pronóstico decidió que iba distraerse de una forma u otra.

_Hola May- la chica apenas escucharlo se volteó para que segundos después un rubor invadiera sus mejillas cosa que le fue indiferente al azabache, su rostro permanecía frio cuando se acercó a la joven para besarla con ferocidad, esperó sentir algo más allá que un contacto de labios, pero nada, no sintió nada, sin dejar de devorar a la pobre chica se acercó a la puerta y abrió esta para adentrarse en la habitación y cerrar la puerta, para después quitarse la camisa dejando a la vista pecho bien definido y su abdomen marcado.

🔥💧Río Ardiente💧🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora