Día 2: Vino

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—Vamos ángel, la oscuridad aquí es más dulce.

Y después de eso pudo sentir como Crowley se acercó a sus labios, iniciando con un beso inocente que en cuestión de segundos aumentó la intensidad, robándole por completo el aliento al ángel.

La copa que tenía en la mano cayó al piso, rompiéndose y derramando el vino que contenía, manchando con un color carmesí la alfombra, imposible de limpiar a la mañana siguiente y no le gustaría usar un milagro tan banal como era quitar esa horrible mancha; pero sinceramente no era tiempo para estar pensando en manchas y alfombras de más de un siglo.

Debía concentrarse en lo que sentía ese momento, el calor que emanaba de ellos, como ambos se deseaban tanto y finalmente se podían tener el uno al otro. Sin problemas, sin complicaciones, dar rienda suelta a lo que han deseado desde hace unos milenios atrás

—Ángel... —sonó más como un susurro anhelante, deseaba más de lo que el rubio podría ofrecerle—. ¿Por qué no podemos amarnos?

Y Aziraphale lo sabía perfectamente, ellos no debían siquiera estar en esa situación ni en ese lugar, por lo menos no juntos. Ellos no debían sentir una pizca de afecto por el otro, pero prefería culpar el alcohol que corría por sus venas y la adrenalina de saber que eso estaba más que prohibido; aceptó que le gusta eso entonces, quería experimentar en piel propia el Pecado Original, probar del aquel fruto y dejarse envenenar de placer, ya no le importaba caer.

— No podremos volver atrás después de esto —unió sus labios con lo de Aziraphale de nuevo, acostándolo lentamente sobre el sofá.

Apartó sus labios de los del rubio y comenzó a bajar por la barbilla, dejándose embriagar más por el aroma del ángel, aquel aroma que conocía a la perfección. Escuchar aquellos suspiros del ángel le hacían sentir emociones que jamás había experimentado, con nada ni con nadie. Solo aquel ser de luz podía ponerlo en situaciones así, dónde él no controlaba lo que ocurriría después.

—No deseo volver —atrajo a Crowley una vez más a sus labios, controlando él la profundidad y el ritmo del beso. Húmedo y apasionado.

El calor que sentía, las pequeñas descargas eléctricas que recorrían su cuerpo con cada beso que le daba el demonio, las emociones que recién comenzaba a desarrollar y el sentimiento de querer estar con Crowley, todo en su conjunto era estimulante y excitante.

Al pelirrojo le bastaron esas palabras para tomarlo como una aprobación, algo que llevaba esperando por más tiempo del que posiblemente Aziraphale podría imaginar, todo se consumiría en esa noche, un sentimiento ardiente que esperaba por desbordarse. Torpemente desabrochó aquel mono, con sutileza el chaleco y finalmente la camisa azul.

—Con esto nos volveremos eternos.

Aziraphaleno fue capaz de recordar con exactitud lo que sucedió la noche anterior ni mucho menos de cómo fue que llegaron a la habitación. Sin embargo, le parecía sumamente curioso el montón de plumas que había sobre las sábanas, tanto negrascomo blancas, pero una captó completamente su atención, era de tamaño proporcionalmente grande; suave y delicada al tacto, mas eso no era lo importante sino el color, gris.

Eso solo podía significar algo, la mancha de esa noche no solo estaría en la alfombra ahora.

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Sinceramente no sabía que escribir para este día, hasta que recordé Kuchizuke de Buck-Tick, entonces fue más sencillo pensar en la trama y eso porque mi cerebro hizo clic con la palabra "wine", de no ser eso me habría quedado en blanco hoy. x'D

Bien... ¿Críticas? ¿Sugerencias? ¿Reclamos? ¿Aclaraciones? ¡Todo es bien recibido! ¡Espero que les gustara y gracias por darle una oportunidad! ¡Nos leemos! :D

LiebesträumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora