Día 4: Auto

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Cuando Crowley comentó que los caballos tenían un error de diseño no lo decía de broma, en verdad esa no fue la mejor creación de la Todopoderosa, quizás lo hizo a las carreras o simplemente lo creó para ser molesto o un adorno, pero que sirviera como transporte ¡jamás! No entendía como a los humanos les gusta montar esa cosa ni mucho menos comprende como lo pueden considerar un deporte, ¡incluso está en las Olimpiadas! ¿Qué les pasa? Deben estar locos.

Tal vez por esa razón se sintió aliviado de conocer a un ser humano tan interesante y lleno de ideas o que por lo menos tuvieran opiniones afines con respecto a crear más cosas para el transporte. Probablemente también hizo comentarios acerca de los caballos, nada comprobado.

Leonardo da Vinci fue alguien muy adelantado a su época, charlar con él y conocer los tantos diseños de maquinas era... enigmático. Agradeció, sin tener que mencionarlo, a Dios por darle el conocimiento a ese sujeto. Pero lamentablemente no quedó más que en diseños y sueños no cumplidos. ¡Maldecía lo efímeros que eran y más cuando tenían mentes tan brillantes!

Por más tiempo del que él hubiera deseado tuvo que seguir con los caballos, ya que no podía simplemente materializarse en otros lugares, no era tan fácil y los carruajes eran demasiado ostentosos; ruidosos y con varios defectos, más si llegaba a llover, fuera en la época que fuera. Llegó el milagroso Siglo XIX. Bueno, no supo gran parte de esa época, sinceramente, pero sí se enteró de un tal Nicolas-Joseph y le dio una esperanza adelantada. Cosa que al despertar imaginó que finalmente la época de los caballos estaba casi obsoleta, un alemán había dado por lo menos los indicios para algo llamado automóvil.

Entonces inició una competencia, alemanes, franceses, americanos, todos querían dominar esa prometedora industria, él siendo un principal interesado no le quedaba de otra que observar como se iban dando las cosas, comprando probablemente alguno de los primeros modelos para ver si le convencía ese maravilloso invento.

No fue hasta el Siglo XX, un caótico siglo, por cierto, que Crowley conoció al que sería unos de sus grandes amores en la vida.

Un tal Walter Owen Bentley, W.O para los allegados, comenzó su industria automovilística, dándose a conocer rápidamente con sus modelos, pero no hubo carro que a Crowley le encantara más que el Bentley 8 litre. ¡Maravillosa maquina! ¿Se permitiría el Blentley más grande y lujoso? Claro que sí, no estaba a discusión. Obtuvo de alguna manera uno de los 100 ejemplares. Amó con todo su ser los 30's y admiró más a W.O por crear tal maravilla, aunque fuera la última que él diseñaría.

Al fondo se escuchaba I'm In Love With My Car y Crowley no pudo hacer otra cosa más que sonreír.

—Eres el mejor y lo sabes —susurró, recordando toda la travesía que había vivido para estar con él.

—Perdón, ¿qué? —Aziraphale preguntó confundido, hace un rato que no habían cruzado palabra y eso le tomó por sorpresa.

—Ustedes dos son lo mejor de mi vida, en serio.

Se sentía sumamente cuando estaba con los dos más grandes amores de su vida, nada lo hacía sentir más pleno que eso.

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El Blentley llega a sentir celos de Zira, change my mind.

¡Y estoy de nuevo al corriente con el Fictober! Espero publicar mañana más temprano, ggg.

Bien... ¿Críticas? ¿Sugerencias? ¿Reclamos? ¿Aclaraciones? ¡Todo es bien recibido! ¡Espero que les gustara y gracias por darle una oportunidad! ¡Nos leemos! :D

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⏰ Última actualización: Oct 05, 2019 ⏰

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