La Leyenda.

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Hace muchos años cuando apenas el arcángel Samael fue expulsado del cielo convirtiéndolo en Lucifer, y en las primeras venidas del arcángel Gabriel a la tierra conocieron a una diosa amiga de su creador, su nombre era Manganea, ella era la diosa del agua. La cual encontró muy curiosa a la nueva especie de Dios los humanos.

Antes de conocer a Lucifer, Manganea conoció a Gabriel. Ambos se enamoraron.

Por venganza.

Por celos.

Por enojo.

O simple estupidez, que hasta los seres divinos tienen y cometen actos guiados por la misma estupidez o tontera.

Lucifer quien vio a la feliz pareja decidió acercarse a Manganea, la mujer de su hermano. El plan era simple. Estaba trazado en su cabeza.

<Paso 1: Acercarme a ellos con "arrepentimiento", hacerlo lento.>

<Paso 2: Acercarme más a ella y hacer que Gabriel nos deje solos un tiempo>

<Paso 3: Hacer que se enamore de mí y deje a mi nefasto hermano>

<Paso 4: Presumir sobre como robé a su amada por todo el jodido mundo en todos los tiempos>

<Paso 5: Abandonarla.>

El plan fue puesto en marcha. Con lo que no contó el primer caído fue que esa diosa sabía de su plan y todo el tiempo "jugó" su juego aunque en realidad el jugaba el juego de ella y sin darse cuenta...

Su pelo negro...

Sus ojos azules...

Su piel blanca...

Su sonrisa llena de dulzura...

El amor con el que trataba a los demás seres, incluso los que estaban por debajo de ella...

Su dulce voz...

El aroma de su cuerpo...

El movimiento que hacía con el agua...

Cautivaron al Diablo. Así fue como se enamoró perdidamente y tomó a la mujer de su hermano. Enloqueció...

Con sus gemidos...

Con los movimientos de sus caderas...

Su mirada traviesa en cada encuentro...

Su cuerpo temblando ante cada nuevo orgasmo...

Enloqueció aun más sabiendo que su hermano más odiado tocaba el cuerpo de esa hermosa mujer y la hacia sentir así en esos momentos se preguntaba...

¿Él la hará sentir como yo?

¿Moverá su cadera de esa forma tan exquisita con él también?

¿Pensará en mí como yo en ella?

Así de los brazos de un hermano a otro pasaron varios años hasta que a Lucifer lo llevaron a la rastra al infierno. Y Gabriel o Gabs como solía llamarlo fue solicitado de forma indefinida en La Ciudad Plateada.

Un mes...

Dos meses.. No vuelve...

Tres meses... 

Cuatro meses... Su estomago crece y una humana le dijo que por el tamaño de su barriga tendría gemelos o mellizos ¿Quien será el padre de sus hijos?

Cinco meses...

Seis meses... Las primeras pataditas de sus bebes... Una sonrisa escapa de sus labios.

Siete meses...

Ocho meses... Para ser una diosa se sentía cada vez más pesada y sus hijos pateaban cada vez más fuerte.

Nueve meses... Un tiempo después... Nacen dos hermosos bebes. Un niño al que llamo Maxwell y una niña a la que llamo Antoniana. Solo hubo un problema...

La niña tenía alas blancas, era mitad ángel. La hija de Gabriel sin duda.

Él niño tenía alas negras, era mitad demonio. El hijo de Lucifer sin duda.

Lo intentó, que no se diga por ahí, que las malas lenguas no digan que no lo hizo pero ¿Cómo criar a dos hijos tan diferentes que por naturaleza se odiarían? No resistió más y entregó a sus hijos con sus padres porque ellos si podrían.

Una canasta, una bebe y dos cartas. Una que contaba la traición y otra pedía disculpas a su pequeña hija. Todo eso fue dejado en las puertas de La Ciudad Plateada.

Una canasta, un bebe y dos cartas. Una pedía perdón por jugar con sus sentimientos y la otra pedía disculpas a su pequeño hijo. Todo eso fue dejado en las puertas del Infierno.

Nadie sabe, ni siquiera yo, si ellos lo sabían, pero ambos padres al mismo tiempo...

Leyeron las cartas...

Lloraron por el dolor que la misma mujer les causo...

Vieron a sus hijos con los ojos aguosos por las lágrimas...

Y ambos besaron las frentes de los bebes sellando una promesa silenciosa. <Jamas te dejaré>.

Lo que la madre no supo en ese entonces era que estaba mal. Ambos hijos eran mitad ángel, mitad demonio. Y así damos comienzo al resto de la historia.



La protectora de los seres de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora