Capítulo 3☀

18.4K 1.1K 29
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—Yo sí, mi madre también me la contaba antes de dormir —respondió Kristen con una pequeña sonrisa, mientras que Amy asentía de acuerdo y Elizabeth trataba de hacer memoria.

Ella estaba casi segura de que aquella historia la había escuchado antes.

—¿Es esa en la que cuatro mujeres tienen los poderes de las estaciones del año, existe un Padre del Tiempo y todo eso? —preguntó la de cabellos cobrizos lo poco que recordaba de la historia y obtuvo como respuesta el asentimiento de cabeza por parte de las otras tres chicas que se encontraban con ella—. Entonces sí, mi padre solía contármela y ahora se las cuenta a mis hermanas —comentó—. Pero sigo sin entender qué tiene qué ver con las coincidencias que hay entre nuestros casos...

—No tiene nada qué ver, ya lo he dicho, pero es una leyenda interesante, más porque en ella dice que una de las características de esas mujeres era tener las puntas de sus cabellos del color que más representa a su estación —explicó la de cabellos oscuros, mientras jugaba con su dedo alrededor de la boca de la botella de agua que había comprado con su desayuno—. Si fuera verdad, por el color del cabello de Kristen, ella sería la primavera, Elizabeth sería el verano, yo sería el otoño y Amy el invierno —al escuchar aquello un recuerdo de su infancia regresó a su mente, por lo que, la de cabellos cobrizos sonrió.

Cuando era pequeña, estaba tan acostumbrada a que su padre le contara esa historia que casi se la sabía de memoria, cuando el verano llegaba a ella le gustaba jugar en el jardín de su casa bajo el sol y cruzarse la pequeña barda para correr por la playa de atrás, era como si se llenara de energía, también le gustaba imaginar que el verano había llegado por ella y a su padre le gustaba seguirle el juego diciéndole que era su pequeña y poderosa verano, su propio sol; incluso en la actualidad él seguía repitiéndole que no importaba en que estación estuvieran, siempre que ella se mantuviera con ellos, el verano no se terminaría nunca.

Recordar aquello la puso un tanto nostálgica, no tenía ni siquiera una semana y ya echaba de menos a su familia.

—Solo son cuentos para niños antes de dormir, Sam —escuchar la voz de Kristen la sacó del fondo de sus pensamientos, no sabía cuánto tiempo se había perdido en sus recuerdos, pero al parecer sus nuevas amigas habían mantenido un interesante debate sobre aquella leyenda.

Con disimulo, procuró acomodarse mejor en su lugar y prepararse para tratar de integrarse de nuevo en la conversación.

—Tal vez es real, tal vez no, cada quien decide creer diferentes cosas —comentó la de ojos ámbar, decidiendo aportar algo que pudiera dar por terminado el tema—. En lo personal, esa leyenda jugó parte importante en mi infancia, por lo que tengo buenos recuerdos gracias a ella, pero no hay que darle más vueltas al asunto, mejor hay que seguir conociéndonos —les propuso con una sonrisa en los labios.

—Estoy de acuerdo, tenemos que aprovechar el resto del tiempo antes de que entremos de nuevo a clases —la apoyó la de ojos azules.

Kristen y Samantha pronto olvidaron el tema, Elizabeth y las otras tres jóvenes comenzaron a sacar temas de conversación entre los cuales se encontraban los lugares donde vivían antes, familia, gustos musicales, etc.

Entre risas y pequeños gritos, el tiempo se les pasó volando y de no haber sido por Elizabeth, quien miró su móvil gracias a que un mensaje le llegó, ni siquiera se hubiesen dado cuenta de que su próxima clase ya tenía diez minutos de haber iniciado.

—¡Chicas! ¡Hay que darnos prisa, la clase ya comenzó! —exclamó la de ojos ámbar, mientras tomaba sus cosas con rapidez para después levantarse de su asiento.

—¡No puede ser! —se quejó Amy imitando lo hecho por su nueva amiga.

—Corramos —dijo Samantha.

Las cuatro jóvenes salieron corriendo apresuradamente, no podían creer que el tiempo se les había pasado tan rápido como para no darse cuenta de la hora que era, Elizabeth juraba que solo habían estado hablando como por media hora, ¿En verdad se había sentido tan cómoda con ellas que ni siquiera notó el paso del tiempo?

Para cuando llegaron al salón se tomaron un minuto para regular sus respiraciones antes de llamar a la puerta.

—¿Si...? ¿Qué necesitan? —preguntó el profesor asomándose.

En ese momento los nervios invadieron el cuerpo de Eliza, ella no había pensado en una excusa para darle al profesor por tal demora y suponía que las demás tampoco, sin embargo, cuando estaba a punto de arriesgarse a hablar sin saber qué decir, Samantha se le adelantó.

—Disculpe que interrumpamos su clase y por nuestra demora, profesor, pero somos las nuevas alumnas transferidas, debido a que no conocemos muy bien la institución nos hemos perdido al buscar su salón... —mintió la de mitad cabellos negros. Después de ello, el profesor comprendió y les permitió pasar.


Las cuatro estaciones: La leyenda (Bilogía #CuatroEstaciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora