Antiguas vías de un tren se cruzaron en su camino, oxidadas y casi escondidas por el pasto alto de los alrededores, hizo que recordara algunos momentos de su vida pasada y usó los recuerdos, como tema de conversación.
-¿Te conté de la vez que fui maquinista?, pasaba por muchos lugares, la mayoría de los paisajes que veía eran muy parecidos: con mucho pasto y campo abierto, pero cada uno era hermoso a su manera, ¿alguna vez viste paisajes así?, quizás vuelva a ser maquinista.
Aunque el hombre conocía muy bien la respuesta a esa pregunta.Los dos levantaron con cuidado los pies y siguieron caminando, bajando por una colina, el atardecer inundaba el cielo y los maizales de diferentes tonos anaranjados y amarillos. Los dos amigos se quedaron sentados admirando el granero que tenían, llegaban a verlo con un poco de esfuerzo.
Cuando el calor se volvió brisa, la madera en fogata y las nubes en estrellas, caminaron hasta la pequeña cabaña. Los dos entraron suspirando, el ex maquinista dejó arriba de la mesa su sombrero para acercarse y besar a su esposa, la cual estaba tejiendo en un sillón mecedor.
-Iré a servir la cena, saca ese gorro de la mesa y ve a lavarte.
Le dijo a su esposo, este le pide a su amigo el favor de que deje su sombrero en un estante mientras él hacia el resto.Luego de la cena, al calor de un fuego que producía el único sonido que se podía oír en toda la casa, la pareja se abrazaba tiernamente, yendo juntos a lavar los platos, rozaban sus manos entre el agua y el jabón. La mujer veía que el sombrero seguía en la mesa, se permitió replicarle a su amado que no le hizo caso del todo.
-Perdón, mi vida, parece que se fue.
Ella lo mira, le preguntaría de quien hablaba hasta que lo recordó.-Ahh, ¡él!, se fue sin decir adiós.
Al día siguiente, la esposa visitaba la pequeña iglesia del pueblo Starry Night, no era un pueblo cercano, pero el padre de aquel santo lugar era una de las pocas personas en las que confiaba completamente.
Caminaba entre carretas, caballos, polvo que se hacía peor con el calor del sol, los ruidos de bares y su gente peleando o cantando la asustaban, no estaba acostumbrada a la multitud y sus dolores de cabeza consecuentes.
Ya en el lugar, la misa había terminado, los niños de las familias corrían más rápido que los caballos antes mencionados, para volver a sus casas y matar el aburrimiento que les daba un anciano de cuello alto, que no tomaba respiro cuando hablaba, con pasión, de su señor.-Buenas tardes, padre.
Le decía ella mirando al hombre que pasaba una servilleta por su frente.Después de saludarse los dos entraron a la oficina que tenía el padre para atender a la gente que pedía consejos, normalmente venían arrastrándose por culpa de la tragedia o por una enfermedad.
La ama de casa llegaba con algo parecido, pero no fue la primera en hablar como todos los que van, el padre tampoco habló, los dos solo se quedaron mirándose. Hablaban con señas invisibles, mientras el anciano escribía en un papel, así fueron los dos primeros minutos, en silencio, hasta que él le dijo:-Sigue igual.
Con las dos manos abiertas y moviendo la cabeza a la izquierda, declaraba con dudas todavía.-Sigue igual. Seguirá igual.
La señora miraba al padre y luego sus propias manos, no encontraba lugar a donde mirar desde hace mucho.-Podría ser peor. Podría estar en un ataúd.
Insinuó.-Si tengo que elegir, yo estaría en el cajón.
Respondía y después traga saliva.-No diga esas cosas...
Era interrumpido.-¿Cómo no decirlo?, el exorcismo no funcionó. Él sigue hablando sólo.
Mordía sus labios para no llorar.
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❁ 50 Cantares De Una Misma Noche ❁
Random❀ ¡Bienvenido a mi universo! ❀ En la segunda entrega de "50 Sombras de Mierda", intento promulgar nuevas ideas con la ayuda de nuevos elementos que me hacen estar seguros de mis ideas y de lo que quiero transmitir. En este libro, los primeros cuento...