II

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¿Había escuchado bien?

¿Acaso dijo...

–El Diablo– repetí asimilando sus palabras.

–Así es, preciosa– confirmó.

¿Es broma?

Mis carcajadas comenzaron a resonar en el pequeño lugar. Ni que fuera a creerme tal cosa.

Alguien debía de estar tomandome el pelo.

Limpié una lágrima que amenazaba con salir de mi ojo de tanto reírme –Muy gracioso amigo, alivianaste mi mañana– posé mi mano en su hombro –Pero ya me debo ir a trabajar.

Dispuesta a irme del lugar, crucé por su lado pero no alcancé ni a dar dos pasos lejos de él cuando volvió a llamar mi atención.

–Acaso...¿No me crees, Alexa?

Me detuve en seco. ¿Cómo esque sabía mi nombre si nunca se lo dije?

–¿O prefieres Alex?

Un escalofrío recorrió mi espalda de inicio a fin, aún con mi mente diciéndome que era mala idea, volteé a verlo.

–¿Cómo sabes mi nombre?

–Ya sabes cómo, preciosa, soy el Diablo– sonrió con malicia.

–Sí, ajá– dije sarcastica y seguí mi camino dejándolo ahí parado.

De seguro esto sí o si debía ser una broma de Vee por lo que dije ayer, gran forma de hacer que me arrepienta amiga mía, mereces un premio Óscar por tu imaginación.

Estaba llegando a un semáforo en verde y creí alcanzar a cruzar, pero para mí mala suerte justo cuando llegué al final de la acera dió en rojo.

–No vuelvas a darme la espalda– y aquí estaba de nuevo.

–¿Sino qué, señor diablo?– lo miré entre amenazante y cabreada.

–No responderé por mis actos al tentarme con la visual que tendría de su falda ajustada.

Sentí mi cuerpo estremecer, su mirada me estaba calentando con sólo mirarme fijo.

¡Concéntrate Alex, aleja las hormonas!

Miré el semáforo y unos segundos después cambio a verde.

–Entonces es mala suerte para mí supongo, porque voy retrasada y debo irme.

–Pero si vamos al mismo lugar.

–¿Qué?– cuando giré a encararlo ya no había nadie allí.

¡Dios, ese hombre sí que era extraño!

Excitante, pero extraño.

Decidí restarle importancia al asunto, ya había perdido demasiado tiempo valioso con alguien que no volvería a ver y el tiempo se me estaba haciendo cada vez menos.

Llegué casi corriendo a la empresa y corrí a mi oficina. ¡Mierda, se me había hecho muy tarde!

–¿Dónde te habías metido?– preguntó Vee cuando me vió aparecer.

–Debes saber lo que me pasó, ha sido muy extraño-

–Me contarás después, ahora debemos ir con Adam antes de que nos haga tragar nuestros informes– me interrumpió.

Me hizo un gesto de que la siguiese con la mano y así lo hice.

–Con un poco de suerte Adam no va a matarte Alex, pidió vernos para presentarnos al nuevo Gerente de ventas a penas llegué– contó –No le agradó mucho saber que aún no llegabas.

Una Semana Con El Diablo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora