VI

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–¡Maldita sea!– solté apagando la alarma de mi teléfono, odiaba esa espantosa melodía.

Y más que nada, odiaba el hecho de tener que despertarme temprano, por lo que la mayoría de veces en la mañana mi carácter es de los mil demonios.

Suspiré dejando salir mi frustración en el aire, mi mente me pedía cinco minutos más pero sabía que eso no quedaría en solo cinco minutos.

Me levanté desganada y saqué una toalla del clóset para irme a duchar, a penas salí de mi habitación escuché el sonido del agua saliendo de la ducha, pero en mis recuerdos no estaba el haber llegado a casa acompañada. ¿Vee no estaba con su novio?

Llevé mi mano a mi nuca intentando sacar mi duda, hasta que me dí cuenta que ya no llevaba mi pijama, sino una camisa blanca. ¿Cuándo me la había camb-

¡Blake!

Las imágenes de ayer pasaron por mi cabeza haciéndome recordar todo.

Dios, esto no podía ser posible. El diablo estaba en mi casa tomando una ducha como si nada.

¡Nada tenía sentido!

Quizás aún sigo media dormida y todo es un sueño a causa de mi gran imaginación ¿No?

Intentando autoconvencerme de que nada de lo que mi cabeza me recordaba había sucedido, abrí la puerta del baño dispuesta a meterme bajo el agua fría y despertar de lo que debía ser un sueño, en cambio, sólo logré encontrar un cuerpo esculpido por los mismos dioses en el cual se deslizaba el agua con gracia perdiéndose en esa marcada 'V'. Si no fuera por lo empañado que se encontraba el cristal por lo bajo podría ver la imágen completa del pecado hecho hombre.

Giró quedando de espaldas a mi, sus manos fueron a su cabeza para sacar la espuma de su cabello, cada músculo tanto de su espalda como sus brazos se tensaron ante los movimientos.

¿Tocarlo seria aún mejor que verlo?

–¿Quieres pasar?– preguntó aún de espaldas. Mi respiración se paralizó al ser descubierta –Podrías tocar un poco y comprobar lo que piensas– y eso fue suficiente para hacerme salir de ahí torpemente rápido.

Me metí en mi habitación y me encerré en ella. Me apoyé de espaldas contra la puerta e intenté calmar mi respiración, parecía que en cualquier momento iba a tener un infarto.  

Mi teléfono vibró sobre la mesa de noche, me acerqué y observé el nombre de Vee en la pantalla así que me apresuré en contestar.

–Vee, ¿Dónde estás?– dije al tener cerca mi teléfono.

Buenos días querida amiga, yo estoy bien gracias por preguntar ¿cómo estás tú?

–Chistosa– bufé –No me dijiste que no llegarías a dormir, hago cumplir mi rol de mejor amiga al preocuparme.

Escuché como se reía.

Lo siento, Ethan llegó a buscarme al trabajo y no tuve tiempo para nada, lo siento– claro, consiguen novio y ya se olvidan de una –Sabes que te quiero. En fin, no llamaba para eso ¿revisaste tu correo?

Ahora lo hago.

Iba a tomar mi laptop de mi mesa de noche, pero mi mano calló en seco a la madera.

Demonios, la dejé guardada en el bolso.

Significaba salir de la habitación para ir por ella. Lo que también significaba tener que encontrarme con él.

–Debo ir por ella, te llamo luego– avisé a Verónica.

–Está bien, ¡ve ahora! Son buenas noticias– y sin decir más colgó.

Me levanté de la cama, me acerqué a la puerta y antes de poder abrir dejé salir un suspiro para armarme de valor.

Bien Alexa, tú puedes.

Abrí lento, saqué la cabeza por el minúsculo espacio que dejé y miré a todos lados, era zona segura. Salí de la habitación y casi en la punta de los pies recorrí el pasillo hasta la puerta de entrada donde estaban mis cosas, antes de salir de entre las dos murallas repetí el inclinarme y ver a todos lados.

Es ahora o nunca Alex.

A paso rápido fuí por mi bolso, saqué la laptop, la envolví en mis brazos y justo cuando me volteo con intención de huir choco contra algo duro y rígido.

–¿De quién te escondes, preciosa?– en su voz había una notoria sorna.

Levanté el rostro para encararlo pero las palabras se atoraron en mi garganta.

Tenía una camisa negra ligera con los primeros botones abiertos para dejar la imágen del deseo en sus clavículas, la tela se perdía dentro de sus pantalones del mismo color que eran sujetados por un cinturón oscuro de hebilla platinada.

¡Pies en la Tierra Alex!

–No estoy escondiéndome, así que si me lo permites, quiero pasar– forcé una sonrisa y me escabullí por su costado.

Sentí atrás de mi sus pasos siguiendo los míos, entré en mi habitación y sin permiso alguno él también lo hizo, sin embargo no iba a soltar palabra alguna contra ello, en mi mente era mejor idea ignorarlo.

Me senté en la cama, me puse la computadora sobre las piernas y tecleé hasta abrir mi correo, Blake estaba parado en la esquina mirándome, sus manos estaban en los bolsillos de sus pantalones, ¿no tiene nada más que hacer?. En la bandeja había un correo nuevo de Adam, lo abrí.

Estimada señorita Laughton;

Por motivos preventivos para cuidar de mi salud se me ha diagnosticado por orden médica descanso por una semana, por ende la empresa no estará funcionando durante esos días, no obstante, los sueldos serán enviados de igual manera a cada trabajador.

Nos encontraremos otra vez la siguiente semana.

No me lo puedo creer...

–¿Has recibido buenas noticias?

Me giré a verlo, tenía una sonrisa de satisfacción.

Ahora entiendo todo.

–Tuviste algo que ver en esto ¿verdad pregunté.

Hizo caso omiso a mi pregunta y caminó hacia la ventana haciéndose el tonto.

–Como sea. Iré a ducharme– corté.

Me levanté rápidamente para tomar las cosas de mi armario.

–¿Vas a necesitar ayuda?– preguntó a mis espaldas –Hacer cosas bajo agua caliente es mi especialidad.

Un escalofrío recorrió toda mi espalda ante sus palabras.

–Me gusta el agua helada, gracias– tomé mi toalla, mi ropa y salí lo más rápido que pude hacía el baño.

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⏰ Última actualización: Jun 29, 2020 ⏰

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Una Semana Con El Diablo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora