Capítulo 3

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Después de que Victoria rompió la conexión que estábamos teniendo, me quedé mirando a la nada. Pensando en tantas cosas y a la vez en nada como siempre pero muchísimo más relajado. El rato que estuve con esa mujer fue como un soplo de aire fresco. Fue lo que necesitaba para poder tomar muchas decisiones. 

Miro a mi sobrino y me alegro de saber que tanto mi hermana como el son fuertes y pudieron pasar esta situación tan difícil. 

Marissa es una mujer fuerte. Crei que no lo era cuando me enteré que estaba enrollada con un amigo de mi padre. Un hombre 25 años mayor que ella, pero cambie de opinión cuando ella nos conto que estaba embarazada y que Anton Guevara no iba a hacerse cargo ni de ella ni su bebé. Él volvería con su mujer y no creía que ese hijo sea de él. 

Le dimos la posibilidad de abortar, pero ella no quiso. Ella estaba segura de que ese bebé era lo que la iba a mantener fuerte y a flote. Y así fue. Va a ser una buena mamá. Y yo seré un buen hermano y tío y no descansaré hasta arruinar al maldito hijo de puta que lastimo a mi hermana y despreció a mi sobrino. 

Nunca imaginé estar en una sala de neonatologia cuidando a un bebé. No imaginé tampoco que iba a ser tan tranquila. Solo se escuchan los sonidos de las máquinas conectadas y musica relajante. 

Quiero comenzar a pensar en el trabajo pero no puedo. Esa pequeña enfermera se roba todos mis pensamientos. Cierro los ojos y recuerdo como le cantó a mi sobrino. Como lo calmó, y al mismo tiempo me calmó a mí. Tuve paz por algunos minutos. 
Y luego la forma en la que me hizo reir. No recuerdo la última vez que algo me divirtió así. 
Cuando me di cuenta que botones tocar para hacer que se enoje, disfruté cada minuto de como se le abrían los ojos y arrugaba la nariz. Pero lo que me mató fue su respuesta del Arsenal de juguetes sexuales, pienso en sus ojos, en esa boca carnosa y en su nariz respingada. 
Me sorprendo al darme cuenta que estoy sonriendo con los ojos cerrados. 
Parezco un puto adolescente. La vi solo un par de horas y ya me tiene idiota, no entiendo que me pasa.
Abro los ojos y al ver a mi sobrino, elijo pensar que es porque este bebé me puso sensible. Y no porque está mujer rompió una pared irrompible. 

A la sala, entra una enfermera, con la ropa similar a Victoria. Con la diferencia de que esta lleva colores más recatados. Negro, con bordes rosas. En cuanto pone la mirada en mi y sonríe, se que querrá llevarme a la cama en algún momento.
Es más, creo que se conformaría con que me la folle en el baño del hospital. No sería una primera vez. Pero por alguna maldita razón mi polla no se despierta. 
La enfermera se acerca hacia mi. 

• Buenas noches. -arrastra las palabras- soy Josefina, la enfermera de la noche. Tu eres el papá? 

• No. Soy el tío. Mi hermana está en observación. 

• Oh. Bien. Cualquier cosa que necesites ya sabes. Aquí estoy. Tu solo llámame. A ti debo llamarte?..

• Caden. 

• Hermoso nombre. Comenzaré a revisar a todos los bebés si? -me mira el pecho y abdomen lascivamente- quizás quieras ponerte una camiseta. No es que me moleste verte así. Pero para tu comodidad.

No le contesto y ella opta por comenzar a revisar todo el cableado y temperatura de mi sobrino. 

Y parece increíble e imposible pero antes de verla, mi cuerpo sabe que ella estaba aquí. Los vellos de mi nuca se paran y me recorre esa electricidad tan rara que me recorrió hoy al verla. 

Toca mi hombro y me doy vuelta para verla. Lleva la bata dada vuelta, como yo. Y deja ver una camiseta floreada,que deja ver muy poco de la piel de su abdomen y unos jeans desgastados, con zapatillas vans. Pero más allá de perderme en sus ojos. Me pierdo en sus pechos. Que sé que llenaran mis manos tan malditamente bien. Y si, mi polla deja su maldita huelga y vuelve a la vida. 
Sabemos lo que queremos, la queremos a Victoria en mi cama, abierta de piernas pidiéndome que siga follandola como si el mundo se terminara...

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