Capitulo 35

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VICTORIA

Siempre pensé que cada uno tiene lo que se merece, luego de que me pasó lo peor estando con Matías, llegue a creer que quizás obtuve lo que merecía. Que quizás yo creía que era una buena persona y no, que por eso, si había un Dios, el me estaba haciendo pagar en vida cada maldad que hice.

Creí eso hasta que lo conocí a Caden, el me enseño a ver las cosas de otra manera, el hizo que me dé cuenta, de que no es así. De que yo no soy una mala persona, solo hice unas malas elecciones de vida, y que soy humana, todos nos confundimos, es normal y es lo esperable. Pero que más allá de eso, me merezco ahora, lo que tengo. Estoy a punto de casarme, con el hombre de mi vida, y voy a formar una familia. Que mejor que esto?

Y sacando el dinero que tiene Caden, seguiría siendo feliz si el simplemente fuese un trabajador de clase media, porque lo amo, porque estábamos destinados a estar juntos y porque sin siquiera conocernos, nos pertenecíamos.

Levanto mi mano y en la habitación de este hermoso castillo en penumbras, miro mi anillo, este anillo que perteneció a la familia de Caden, es perfecto, como todo lo que me da el.

Si, tuvimos nuestros altibajos, necesitábamos confiar en nosotros, en lo que teníamos. En que nos merecíamos el amor y la perfecta relación que podíamos tener. Peleamos, como cualquier pareja estable, no concordamos en muchas cosas, es más, somos completamente distintos en el ochenta por ciento de las cosas, pero aun así, seguimos haciendo esta relación cada vez más fuerte y estable. Caminamos juntos a la par, a pesar de todo, de los enemigos que podamos tener, de los baches que nos imponga la vida, y de todas las cosas difíciles que uno debe vivir. Nos amamos, tenemos piel, conexión, química, y si bien lo nuestro es intenso, es perfecto. Porque si pienso con que palabra describiría esta relación, seria INTENSA. 

Saco con cuidado el brazo de Caden que coloco en mi cintura, o lo que era mi cintura, me levanto y tomo mi bata de satén, para salir a recorrer el castillo. Si mal no recuerdo, la cocina está abajo, espero no perderme, bajo largos trechos de escaleras, me confundo cuatro veces de habitaciones hasta que la encuentro.

Al entrar hay cuatro mujeres mayores desayunando

-          Buenos días – digo tímidamente al entrar, esta no es mi casa.

-          Buenos días señora – contestan al unísono.

-          Soy Victoria, espero no molestarlas – me acerco a las cuatro y les tiendo la mano, la toman con precaución.

-          Soy Astrid señora, cocinera del castillo – me dice una de las mujeres que rondará los sesenta y cinco años, igual que las demás – ellas son Brooks, Colette y Etta

-          Un placer conocerlas a todas, puedo tomar asiento? – les digo señalando la mesa de la cocina, todas me miran y no responden nada, me siento bastante incómoda, quizás molesto aquí. Brooks me responde cuando ve que nadie habló

-          Claro señora sí, pero podemos llevarle lo que necesite al comedor

-          Ya lo sé, pero es una mesa demasiado grande para mi sola, podría desayunar con ustedes? Mi prometido todavía duerme.

-          Esta segura? – me dice Astrid, retirando una silla para que tome asiento

-          Claro, por que no iba a estarlo? – me rio – a menos que ustedes prefieran que me vaya al comedor

-          No, para nada, por favor. Será un placer desayunar con usted. Que quiere que le prepare? – se va hacia la nevera y la abre esperando a que le conteste, yo miro la mesa y hay algunos muffins, brownies y té.

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