Capitulo 38

17 1 0
                                    

VICTORIA
 
Ayer regresamos de nuestra luna de miel, y si bien extrañaba horrores a mis amigos, no quería salir de allí. Nos quedamos una semana más, pero solo porque pude convencer a Caden (mediante sexo y un buen trabajo oral) de quedarnos solo una semana más. Ayer al llegar, llamé inmediatamente a el consultorio de mi obstetra y pedí un turno, el más cercano que tengan, obviamente tenían hasta dentro de tres semanas, lo que no era lo mejor, ya que yo dentro de tres semanas estaré de casi nueve meses. Cuando acepte el turno, y di mi nuevo apellido, automáticamente, el turno se adelanto para hoy mismo. No perdí el tiempo pensando en la injusticia que estaban cometiendo, solo lo acepté y traté de no pensar en ello.
Hoy, estamos sentados esperando en la sala de espera de la doctora Walliser, Caden tiene su mano en mi vientre, tengo la sensación que en el momento en que nuestra niña nazca, pasaré a segundo plano, y sonrío, no me molesta para nada obviamente, ella se convertirá en lo más importante para nosotros y cada uno ocupa un lugar diferente en nuestras vidas.
 
-          Señora Holloway? – me llama un enfermero, de unos veintiséis años más o menos, me levanto pero Caden me detiene y lo miro extrañada
-          No te irás con él – lo miro anonadada y él, en sus ojos tiene la misma furia y posesividad de siempre – no te verá desnuda, demonios no.
-          Caden… - le digo intentando razonar con él
-          Quiero a UNA enfermera - dice acentuando las A.
-          Señor, puede acompañarnos si quiere, no la tocaré – el chico se sonríe, pobre – yo no debo hacer nada, solo indicarle el lugar adonde esperará a la doctora Walliser – Caden parece pensarlo
-          Bien – empiezo a caminar - igualmente yo iré contigo – comienzo a reírme y lo dejo caminar a mi lado. Sigue siendo el mismo hombre de las cavernas.
 
Cuando entramos al consultorio, no hace falta que me cambie de ropa, solo me examinará al parecer.
-          Buenos días – dice la doctora Walliser entrando a la sala – los felicito por la boda
-          Gracias – respondemos al unísono y orgullosos
-          Ahora, dime Victoria, como te tratan las treinta y dos semanas de gestación
-          Bien, genial, pensé que me sentiría peor, pero es bastante llevadero todavía. Ella se mueve cada vez más fuerte, y me provoca pequeños calambres en la parte baja del vientre, pero no son dolorosos solo molestos.
-          Esos calambres, mientras no sean dolorosos no son preocupantes. Tienes que estar tranquila y descansar, si bien, tienes un embarazo hermoso, sin dolores e hinchazón todavía, debes descansar y no hacer la misma vida de siempre. Más allá de los problemas que tuviste con tu primer embarazo, debemos cuidar este. Si?
-          Si si – le digo asustada
-          No. No se asusten, a ver, el embarazo anterior no lo tomamos como prueba o un embarazo viable debido a lo sufriste y por eso perdiste a ese bebé. Por eso tomamos a este embarazo como normal, sin problemas. Pero aun así, debes cuidarte y no descartar nada, pero tampoco tomarlo como algo que pasará.
-          Bien, si entiendo.
-          Genial, bueno, como sabrán – saca una tabla de dibujos – su bebé hoy es como una calabaza, pero bueno, las medidas las diremos más exactas en unos momentos, cuando le haga la ecografía. Su cuerpo igualmente está poniendo a prueba cada órgano, para su salida dentro de a ocho semanas. Hoy haremos una ecografía para asegurarnos del percentil del bebé, su peso y tamaño. Y más adelante quizás en tres semanas haremos una velocimetria Doppler y el análisis microbiológico vaginal.
 
A los minutos viene nuestro enfermero, trayendo el aparato de las ecografías y la doctora comienza a prepararme. Al parecer ya fue avisada de que Caden no quiere que un hombre me toque. Por dios, estoy casada con un hombre de las cavernas.
 
Al instante que la doctora comienza a apretar teclas, comenzamos a escuchar los rápidos latidos del corazón de mi bebé. Sonreímos al mirarnos.
-          Bien, el corazón esta genial, ella está muy bien y mide cuarenta y un centímetros, pesa 1,810 kg. Está en perfecto estado, sus órganos están bien desarrollados por lo que la ecografía me deja ver. Quieren verla? – dice sonriendo ante nuestras caras y dando vuelta la pantalla.
Ahí la vemos, su naricita, finita, la boquita perfecta, y esa carita de enojada. El conocimiento me golpea, haciéndome reír a carcajadas, y provocando que mi niña golpee fuertemente mi abdomen.
-          Es igual a ti – le digo a Caden
-          Qué? Yo la veo igual a ti – me dice sonriéndome, orgulloso.
-          Si me permiten, tiene la boca de Victoria al parecer, pero todo lo demás, es igual a su papá, mira esa cara seria – nos reímos felices por nuestra bebé.
-          Tendré que soportar dos Holloway – le doy un beso a Caden y seguimos mirando la ecografía, viendo como nuestra niña sigue jugando dentro de mi vientre. Preparándose para su salida.
 
Cuando salimos, tomamos un turno para la ecografía Doppler dentro de tres semanas y nos vamos a la casa de sus padres para mostrar las fotos de Victoria y también para verlos luego de nuestra luna de miel.
Al llegar, nos recibe mi suegra, con un abrazo tan maternal que me hace extrañar a mi mamá, luego, se suman su padre, Flavio Marissa y Jax.  Los abrazamos fuertemente. Y estamos orgullosos de mostrar la foto de nuestra niña.
-          Jax no te deja en paz no? – le digo a mi amigo cuando me acerco a el
-          No, pero me encanta – me dice sonriéndole con amor, pero lo conozco, veo algo en sus ojos
-          Qué te pasa?
-          Nada
-          Decime Flavio – le digo hablando en español – te conozco boludo
-          Vos sos mujer Victoria, no te pasa – me dice ofendido
-          Que no me pasa qué? No te entiendo
-          Que vos eras una simple enfermera, conociste a  Caden y entraste en su vida y no es molesto que él sea millonario, pero de mi parte? Soy un pobre enfermero, que se enamoró de una millonaria. Como se ve eso?
-          Como dos personas que se enamoraron Flavio, yo no lo veo de otra forma – le digo acariciando su hombro
-          No. no es así. Ella querrá más cosas que yo nunca le podré dar, ni a ella, ni a Jax, cuando él sea lo suficientemente mayor para entender que su padre es enfermero, lo avergonzaré – me quedo mirándolo con una sonrisa
-          Qué? Por que me miras así?
-          Porque dijiste que sos el padre de Jax – no quiere reconocerlo, lo sé
-          Peor aún entonces, se enterara que soy su PADRASTRO y que su verdadero padre es un tipo de mucho dinero
-          Si, bueno, no se. Caden casi lo deja en la quiebra, y más allá de eso, él fue quien los dejó, no ella a él. Vos que sentís por Marissa y Jax? Pero decime la verdad. – toma un suspiro y me habla
-          A Marissa la amo, como nunca amé a nadie, sabes lo que yo era, y Jax – lo mira cuando Jax viene a tirarse encima de él – lo adoro, está mal que lo considere hijo mío? Por más que yo no lo haya engendrado? – cuando le voy a contestar, escuchamos otra voz que lo hace antes que nosotros.
-          Claro que no – Marissa se limpia las lágrimas – no esperaría menos de ti. Y tampoco estaría contigo si no quisieses a Jax. – se agacha y lo abraza – y para mi, Jax es tu hijo. Lo hicimos con mucho amor, y si bien no le negaré a mi hijo su identidad, él sabrá que tú eres el hombre que lo amó desde el primer momento. Somos nosotros tres contra el mundo cariño – con cuidado, me levanto y los dejo solos. Este es su momento
 
Entro hacia la cocina de mis suegros, y me sirvo un vaso de jugo de naranja, cada vez me siento más cansada. Pensé que llevar un embarazo iba a ser peor, pero me siento muy cansada.
Salgo en busca de mi marido y me encuentro a mi suegra, llorando con una foto en las manos, me acerco a ella cautelosamente.
-          Allison, sucede algo? – le digo apoyando mi mano en su hombro
-          No querida, no. – se limpia las lagrimas y me tiende la foto – mira
Tomo la foto y es la de un bebé, las similitudes me llaman mucho la atención y sonrío
-          Es quien yo creo que es? – le digo riéndome y observando cada detalle de la carita regordeta
-          Si, es Caden, vi la foto de la niña en la ecografía y me acordé. Será muy parecida a su padre.  Disculpa mis lágrimas, pero son de abuela, fue como volver treinta y seis años atrás y ver a mi hijo, a mi bebé. Crecen tan rápido
-          Lo entiendo, y podrás vivir con alguien muy parecida a tu hijo, porque si – miro la foto – son casi dos gotas de agua.
 
Nos vamos abrazadas hacia la sala donde encuentro a mi marido hablando con su padre de negocios obviamente. Cuando los escucho hablar así, mi mente se bloquea y escucho cualquier cosa menos todo lo que tiene que ver con su empresa. No porque me moleste, sino porque no entiendo de que hablan, y al parecer mi suegra hace lo mismo porque nos perdemos en nuestra conversación, charlando sobre nuestra luna de miel y los lugares a los que fuimos.
Flavio, Marissa y Jax se nos unen para el almuerzo, extrañaba esto, toda la familia unida, solo falta Rick, que ya volvió a su vida bohemia.
Luego del almuerzo y postre, decidimos despedirnos e ir a nuestra casa a descansar, bueno, en realidad yo descansaré y el irá unas horas a la oficina a controlar que todo esté bien.
-          Cuando vuelve Gretel? – le digo a Caden cuando entramos a nuestra casa, nuestra ama de llaves nos pidió unos días de descanso para cuidar a su hija que tuvo mellizos.
-          Creo que pasado mañana, necesitas algo?
-          No, solo para saber – le digo sonriéndole traviesamente – solo… quería saber que tanta privacidad tenemos
Empiezo a desvestirme de a poco, primero me suelto el cabello, luego los zapatos, la camiseta y el resto de la ropa se van, trato de hacerlo lentamente y lo más sexy que puedo. Lo que con esta vientre, se me dificulta bastante.
Caden está parado en medio de la sala, mirándome con una sonrisa, pero con los ojos oscuros debido a la excitación, a la pasión que sentimos el uno con el otro.
Ya desnuda, me acerco a él lentamente, y le coloco las manos en el pecho, me alegro al saber que la electricidad que siempre sentimos sigue ahí. Sigue en este mismo lugar, entre nosotros dos, la piel, la conexión, el amor, es algo que nunca disminuyó, al contrario, al parecer sigue aumentando cada vez más.
-          Te amo – me pongo de puntitas de pie y beso su gran pecho – podrás hacerme tuya antes de irte?
-          Maldición, si.
Toma mi boca, en un beso lleno de pasión, dejando que nuestras lenguas se hagan el amor, sintiendo sus labios tan tiernos, tibios. Gentilmente le pido en silencio que se siente en el sillón detrás de el, y cuando lo hace me subo a horcajadas suyo. No queriendo que nuestro beso termine, lleva sus manos a mis doloridos pechos y cuando me pechizca un pezón lanzo la cabeza hacia atrás y gimo en voz alta.
-          Te necesito – le digo lamiendo su cuello
Lleva una mano hacia la bragueta de su pantalón y se baja el cierre, luego corre su bóxer, liberando esa hermosa erección que tanto necesito dentro mío. Sin una palabra, guía la cabeza de su pene hacia mi abertura y con pasión me penetra, provocándonos un gemido casi animal.
-          A la cama – me dice levantándome con cuidado, colocando sus manos en mis nalgas
Me lleva hacia la habitación más cercana, que es una de las de invitados, se sienta conmigo a horcajadas suya y se recuesta.
-          Hazme lo que quieras, como tú quieras nena – llevo mis manos a su pecho y empiezo a moverme, despacio, sintiendo el roce de mi clítoris con su piel – así mi amor, así.
Su cara, demostrándole el placer que le doy, me vuelve loca, sigo moviéndome despacio, dejando que mi orgasmo crezca lentamente, el lleva sus manos a mis nalgas y me las aprieta, incitándome a más, y yo se lo doy.
Hinco mis rodillas en el colchón y lo cabalgo, bajando y subiendo sobre su verga, empapándonos con nuestros fluidos, cuando ninguno de los dos podemos más, sin palabras, solo entendimiento, nos dejamos ir. Me llena de su simiente, mientras yo exprimo cada gota, nuestras carnes latiendo, hasta que nos separamos.
Me acuesto en su pecho y coloco una mano sobre su corazón.
-          Te amo, no te dejé ir, juro que no fue a propósito – le digo riéndome
-          Igualmente antes de irme, quería mostrarte algo. Es una sorpresa, y como sabía que no ibas a entrar a la habitación, no me preocupé.
-          Que habitación? – le digo levantándome
-          Sígueme – me toma de las manos y yo como puedo me tapo con la sabana.
 
Me lleva a la habitación que está cerca de la nuestra, y antes de abrir la puerta, me toma de la cara.
-          Quería que sea una sorpresa, pero si no te gusta, se puede cambiar todo. Sabes?
Abre la puerta y lo que veo, me deja plantada en el suelo, con los ojos llenos de lágrimas, este hombre es real?
Es el cuarto de nuestra bebé, totalmente equipado. La mayoría de las cosas son blancas y doradas, con detalles en rosa pálido.
Entro a la habitación, con cuidado, rogando no estar en un sueño, la cuna es hermosa, es digna de una princesa, con una especie de corona encima, que sostiene el enorme mosquitero alrededor de su pequeña camita.  A un lado de la cuna, hay una cómoda, con una especie de castillo encima, llena de muñecos de peluche y adornos de bebé.
Al lado del castillo hay un sillón, blanco con rosado, con moños, y una mesita auxiliar al lado, cierro los ojos y me veo allí, dándole el pecho a mi hija y sonrío.
-          No vas a decir nada? – me dice Caden, nervioso – quería que sea una sorpresa, si algo no te gusta se puede sacar, lo que es ropa no compré nada, quería que lo hagamos juntos
-          Deja de hablar – le digo riéndome y yendo hacia él para abrazarlo – es hermoso mi amor, gracias por esta sorpresa. Ya veo que decías en serio lo de que nuestra niña iba a tener un cuarto de una princesa
-          Siempre, para mi hija todo lo que sea digno de la realeza – se pone de rodillas y le habla a mi vientre – espero que te guste este cuarto que papá diseño para ti, soy empresario, no arquitecto, ni diseñador de interiores, pero lo hice con amor
-          Y es hermoso mi amor, le encantará – le pido que se levante y lo beso con mucho amor – debes irte?
-          Si – me dice desganado – quieres que te acompañe a la cama?
-          No – le digo tomando un muñeco de peluche y mirándolo con amor – me quedaré aquí un rato. Miraré ropa y la encargaré. Mas todo lo que hace falta. Además, todavía me falta ver el vestidor. Ve tranquilo, te espero para la cena – apoyo las manos en su pecho y lo beso.
 
CADEN
 
La mirada de Victoria al entrar a nuestra casa, me dio toda la felicidad que necesitaba. Estaba nervioso de que no le guste la habitación, porque quizás me excedí, pero es que mi hija debe tener cada maldita cosa que desee, y que niña no quiere ser una princesa?
Victoria amó la habitación, y yo debería de haberles pagado el doble a los encargados de plasmar mis ideas, en esa habitación.
Me subo a mi auto, reviso mis mails y me voy hacia la oficina. Al parecer, Max, estuvo tomándose muy en serio el papel de presidente. Llamo a mi hermano Rick, esperando que acepte mi propuesta.
Le pedí que sea vicepresidente de Holloway Holdings, lo necesito, más allá de que será bueno para él, será más bueno para mí ahora que tendré a mi bebé en unas pocas semanas.
Confío en Max, es muy bueno en lo que hace, pero más confío en mi hermano, si todo queda entre nosotros mejor. Sigo llamándolo, cuando al fin me contesta.
-          Ey, que paso? – me dice como si nada
-          Eres idiota? Ya hable contigo, necesito una respuesta Rick.
-          Bien, si. Acepto – que?
-          En serio? – le digo sorprendido
-          Si, en serio, por que te sorprendes? Se ser responsable, y si vas a ser así, te aviso que pelearemos muy seguido.
-          Siempre peleamos, ven a la oficina esta semana. Haremos el anuncio, no sabes lo feliz que me pone.
-          Esto es un ganar ganar hermano, tú estarás con tu mujer y tu hija, y yo podré al fin madurar. Bueno, debo irme. Mañana pasaré por la oficina. Besos a Victoria
 
Corto la llamada y al fin puedo respirar, todo se está arreglando, podré estar tranquilo con mi mujer e hija, si bien tendré que trabajar, no de la misma forma en la que lo estoy haciendo ahora. Eso me hace feliz.
Entro a la oficina y todos me miran contentos, felicitándome.
-          Como estas? – le digo a Carol – tráeme un café por favor
-          Señor… -  me dice deteniéndome antes de entrar a mi oficina, nerviosa.
-          Qué pasa? – le digo
-          Esta el señor Max allí dentro
-          Ya lo sé Carol – abro la puerta y la vista que tengo me deja helado.
Helado y a la vez enfurecido. Steffany, que tiene la entrada completamente prohibida a estas oficinas y a cada oficina de Holloway Holdings, está abierta de piernas, acostada sobre mi escritorio, gimiendo como una perra en celo, con las manos sobre la cabeza de Max, que esta chupándosela como un desquiciado.
-          Que es esto!? – les grito
-          Caden – dice Max, levantándose de golpe, y abrochándose los pantalones, Steffany ni siquiera tiene la decencia de parecer arrepentida.
-          Que hace esta mujer aquí? – le grito a mi secretaria - Carol, llama a seguridad YA!
-          Primo, tranquilízate no es para tanto – me dice Max, con cuidado de no acercarse a mí.
-          Que!? Es tu hermanastra joder! Están enfermos! Tu no sé cómo te atreves a venir aquí -  por suerte antes de que me conteste, mis hombres de seguridad entran por la puerta – sáquenla de aquí, a las rastras si es necesario, la próxima que te vea por aquí, llamare a la policía Steffany.
Cuando mis hombres se la llevan escoltada, me mira con un odio que nunca vi, casi enfermo. Pero no le prestaré atención, es mejor tenerla lejos.
-          Cómo pudiste? Estás loco? – siento que la cabeza me va a explotar, tan bien que había venido, tan feliz – vete Max, vete a casa por hoy.
 
Me acerco hacia mi escritorio, pero automáticamente me alejo asqueado. Salgo y miro a mi secretaria otra vez. Le sonrío, disculpándome por haberle gritado.
-          Carol, por favor trae a la gente de limpieza, quiero que limpien toda mi oficina, estaré en mi antiguo escritorio.
 
Voy hacia la oficina que será de mi hermano, y me siento en el sillón, apoyando la cabeza y suspirando.
Maldita sea el momento en que vine hacia la oficina, cierro los ojos y recuerdo la cara de Victoria al ver la habitación de nuestra hija. Tan feliz, tan hermosa. No debería haberla dejado en casa. 

IntenseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora