Capítulo 1: en busca de un brujo...

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Había llegado a otro condenado pueblo y aun no había encontrado lo que buscaba. Aun no podía creer que había salido de sus tierras para entrar en territorio de los hombres solo para encontrar a una persona.

Caminaba de forma torpe mientras mecía sus harapientos ropajes por el fango y el frío, se cubría con su larga túnica roja mientras que escucho el sonido de su estómago. Suspiro rendido, de momento solo quería comida, nada más. Pero quien se la ofrecería, si para esas personas el tan solo era un muerto de hambre más.

La gente lo veía entre dudosa y nerviosa, puede ser porque era bastante alto y fornido o porque no tenía mirada amable, su expresión reflejaba la frustración que sentía por su fracaso. Le importaba realmente un cuerno que la gente lo encontrara desagradable, lo único que quería era comer y el olor que inundaba por el mercado por el que pasaba lo estaba matando.

Pensó en ese momento, mientras observaba los puestos de comida y pescado con algo de ansias, que los humanos eran seres muy ruidosos y egoístas. El creció lejos de esas tierras infestadas de hombres, se veía en su cabello de tonos distintos que era un extranjero, con otras costumbres, tal vez por eso no los soportaba.

Los vendedores le miraban extrañados, no era muy común ver a un extranjero y la gente de allí los veía como amenazas. Pero cliente era cliente, así que como a cualquiera, cuando se acercó a un puesto y pregunto por el producto fue atendido.

- ¿¡diez monedas de plata!? – pregunto alterado ¿que acaso tenia cara de ser rico? Se revisó los bolsillos, notando que solo tenía tres monedas, suspiro, resignándose a tener hambre también ese día.

Cuando decidió salir de ese lugar le chocaron unos ladronzuelos, les miro con molestia contenida, mientras que los niños con su sola presencia se asustaban. Les iba a enseñar una lección, cuando un sabroso olor le detuvo en seco, trago saliva ante el pan caliente que se les había caído y sonrió. Comida gratis.

- lo siento – la niña se disculpó con bastante cautela, pues ese señor era muy grande y miraba feo.

Parpadeo un par de veces al ver al grupo de niños en los huesos y cambio de idea drásticamente. De seguro después se arrepentiría.

Con tranquilidad se agacho recogiendo el pan del suelo, ofreciéndole a la niña. Esta sonrió y acepto lo perdido, sorprendida del gesto amable del rudo señor, pero justo cuando cambio de opinión y antes de que pudiera agradecerle el gesto ya el gran señor no estaba.

Desde la distancia un observador sonrió ante la escena intrigado por el grandulón de buen corazón. Por qué no era común encontrar a alguien como ese chico.

- estúpidos humanos... con sus comidas y economía confusa – farfullaba, no podría regresar al mercado, porque si lo hacía le prendería en fuego a todo y se comería lo de allí. Volvió a maldecir, perdió todo su dinero en ir de pueblo en pueblo – y todo por buscar a ese estúpido brujo –

- disculpe señor... ¿escuche bien? ¿Usted busca a un brujo? – escucho la dulce voz de la mujer que decidió molestarle. Retrocedió en advertencia, no la había visto venir con ninguno de sus sentidos... eso le parecía demasiado sospechosos.

- eso no es de su incumbencia – respondió con tapujo. No era de confiar muy fácilmente, mucho más en esas circunstancias.

- siga el camino derecho hacia la plaza... allí encontrara una torre de cien pies de alto. Dicen los rumores que los hombres de la casa del lord Nijimira capturaron a un chico que ha rondado días por el pueblo – la mujer lo mira con arrugas de amabilidad, pero el más alto no entiende – un chico muy especial - mira en la dirección apuntada por la mujer, dudoso se seguir las instrucciones o no - suerte, Kagami Taiga –

:Sangre Híbrida:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora