Capítulo 3: Invitados indeseados

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- Riko, maldición si estabas allí pudiste hacer algo – refunfuño el chico levantando solo un poco sus googles.

Pero la joven castaña no le presto mucha atención, ignorando al de cabellos cortos. Otros tres jóvenes aparecieron tras ella, azules del susto llevado. Solo eran unos nuevos en el comienzo de su entrenamiento.

- ¿Qué les parece?... tu Fukuda – el mencionado se le erizo la piel.

- que... que el dragón, era en... enorme – dijo lo primero que se le paso por la mente, obviamente no le gusto a la peli corto.

- Kawahara – el siguiente se le pareció pensarlo mejor.

- la fuerza del dragón era impresionante – la chica se ofusco, chasqueando los dientes con poca paciencia, mirando al último en ser intrigado, este trago saliva y tembló como un perro pequeño.

- los dragones se supone que atacan para matar, pero este, no lo hizo – todos quedaron en un silencio sepulcral, notando ese punto de vista que casi nadie lo había hecho.

- tiene razón – el que fue atacado por el pelirrojo fue el primero en hablar. – además de como ayudo a su compañero. Eso no está en la naturaleza de un dragón – todos asintieron.

- es raro, nunca se han visto un dragón y un brujo trabajando juntos – apunto el de vista de halcón.

- esa es otra... el brujo tampoco es normal – guardo por fin el silbato en su bolsillo y se puso a inspeccionar el área.

- a que te refieres –

- a su magia, no es como la de un Hechicero, tiene un brillo oscuro, pero no necesariamente lo hace ser un brujo – agarra entre sus dedos la tierra, buscando rastros – un dragón que no actúa como uno, y un brujo que no pareciera serlo... esto suena tan emocionante, quiero ver con mis propios ojos lo que pueden hacer –

La chica comienza silbar en sus adentros mientras que los cuatros mayores allí comienza a temblar, que la castaña este de buen humor solo significaba peligro para ellos.

-.- -.-

- ¿en dónde estamos? – el pelirrojo seguía al más bajo por la ruta del río, Kuroko parecía querer encontrar algo. Después de todo fue el quien los llevo allí. Pero como las primeras diez veces este le ignoro por completo.

Kagami estaba comenzando a comprender muchos de los aspectos del misterioso hechicero. Primero, que parecía no tener expresiones algunas y cuando lo hacía eran demasiado sutiles, Segundo, era inesperadamente temperamental, tanto así que cuando le mencionaba su estatura o su confusión entre brujo y lo que sea que sea se ponía inesperadamente irritante, y cuando lo hacía podía ser demasiado mordaz, si las palabras fueran espadas a él ya le hubieran atravesado unas cien; tercero y más importante, era extremadamente listo, parecía conocer sus puntos débiles, puntos que ni el mismo sabía que tenía. En otras palabra debía tener cuidado porque a pesar de ser pequeño, era letal.

-... - escucho como el más pequeño exhalaba un suspiro, deteniéndose en lo que parecía una cascada. – Kagami-kun, no sé cómo salir de aquí – le dijo sin ninguna ápice de verse arrepentido.

- ¿¡pero qué dices!? ¡Si tú nos trajiste en primer lugar! – eso era ridículo.

- el hechizo solo nos llevó al primer sitio que se me vino a la mente... y aun que lo encuentre conocido, creo que nos perdimos – ni su voz ni su expresión parecían preocupadas lo que le molestaba al más alto.

:Sangre Híbrida:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora