Capítulo único

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Leyla Gardner y Molly Hooper han sido compañeras de apartamento por más de 10 años. Ingresaron en el hospital Bart's casi al mismo tiempo; en el caso de Molly como parte del nuevo equipo forense y Leyla como aprendiz en el departamento legal. Coincidieron en muchas ocasiones en la hora del almuerzo y, entre charla y charla, descubrieron que ambas pasaban por problemas de dinero. Por desgracia, los precios de los alquileres en Londres eran más de lo que un recién graduado de la universidad podría costearse.

En necesidad de reducir costos hasta conseguir empleos estables y de mayor remuneración, las mujeres decidieron compartir un piso no muy lejos del Bart's. Con el paso de los años una fuerte amistad había surgido entre ellas, hasta el punto de que cuando el dinero ya no fue un problema, siguieron viviendo juntas.

Y es que, si bien sus personalidades eran completamente opuestas —siendo Leyla una mujer observadora y reservada; en contraposición con Molly, de naturaleza tímida pero bondadosa y servicial—, sus estilos de vida resultaron curiosamente similares lo que, con el correr de los años, facilitó aun más la convivencia.

Con sus respectivos empleos siendo su principal prioridad, ninguna de las dos pasaba demasiado tiempo en el apartamento. Tan solo se veían en la hora de la cena, dónde podían ponerse al corriente de su día a día. Y cuando llegaban los fines de semana, por lo general la abogada elegía salir de copas con sus colegas de la oficina, mientras que Molly prefería quedarse en casa viendo películas románticas de los 80's con su gata Lily acurrucada en su regazo.

Aquella rutina perduró hasta que cierto día, llegó una bebé llamada Rosie. El doctor John Watson, un viejo amigo de la forense, había comenzado a visitarla con regularidad para dejarla al cuidado de la pequeña niña. Por lo que Leyla se había enterado, el hombre acababa de enviudar recientemente y, como era de esperarse, su amiga no dudó en ofrecer su ayuda.

Fue solo cuestión de tiempo para que el par fuera formalmente presentado. Al principio, sus interacciones se reducían a un simple intercambio de saludos. Pero conforme John comenzó a frecuentar el apartamento con su hija en brazos, sus charlas se volvieron más sustanciosas, pasando de los saludos genéricos a la plática casual.

El médico le agradó desde el inicio. Se trataba de un buen hombre que había sufrido, y mucho. Ahora era padre soltero y debía hacerse cargo de una pequeña de un año. De vez en cuando Leyla le invitaba una taza de té y se quedaban platicando en el sofá mientras Molly sacaba a pasear a la bebé. La abogada asumió que le hacía falta un poco de compañía adulta, alguien con quien hablar.

No podía decir que eran los mejores amigos. Jamás fue de esas personas que se encariñan a la primera, pero nada le costaba admitir que John iba por buen camino.

***

Tres meses después.

Era una fresca tarde de domingo en la ciudad. Leyla y John habían acordado de verse en un pequeño pub no muy lejos del hospital. La primera vez que el doctor tomó el valor de invitarla a salir, ella le había dicho específicamente que no buscaba enredarse en ningún tipo de relación romántica por el momento. El hombre, algo decepcionado, no tuvo más remedio que aceptarlo.

Aun así, y en vista que de que había encontrado la compañía del rubio sumamente agradable, accedió a salir con él en caridad de amigos. Desde entonces lo han estado repitiendo un par de veces al mes y esta salida no sería la excepción.

Luego de unos cinco minutos de caminata, Leyla llegó a la puerta del pub. El lugar se encontraba poco concurrido, se veía limpio y acogedor mientras que, los cuadros de equipos locales y demás reliquias colgadas en las paredes, le proporcionaba ese toque varonil y tradicional tan característico en los bares ingleses.

Reencuentro (Mycroft y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora